jueves, 21 de agosto de 2008

¿Qué hacer cuando el deseo sexual desaparece?


El estrés, los conflictos en la relación, la falta de momentos de intimidad o el padecimiento de un periodo de astenia es la causa de uno de los problemas sexuales que más recurren en una pareja de la actualidad: la falta del deseo sexual. Cuando la inhibición se siente como un mal eterno, difícil o imposible de superar, cuando un periodo de apatía se prolonga y comienza a causar otros problemas o cuando se intentó realizar cambios en la relación y no resolvieron nada, el malestar debe tomarse en serio.

La falta de deseo no es algo que “se va a solucionar con el tiempo”, un simple capricho o una situación a la que hay que resignarse. En algunas ocasiones “las ganas” no aparecen aunque se lo busque. Muchas veces, el deseo se resiste a presentarse, ya que el impulso de desear no sólo depende de la voluntad. Algunos factores son inhibidores y estimulantes, y según el predominio de uno, el deseo debería –o no- aparecer. Por ejemplo, el amor es un gran estimulante para que se haga presente, mientras que el miedo es un fuerte inhibidor.

No se debe confundir el deseo con la excitación. La segunda es una respuesta fisiológica que implica manifestaciones físicas como, por ejemplo, la erección. En condiciones normales, el deseo y la excitación actúan de forma conjunta. Pero en oportunidades puede darse una alta intensidad del deseo y, pese a ello, producirse bloqueos en la excitación sexual. O viceversa.
La desaparición del deseo se resume en la falta de querer o en no poder disfrutar de cualquier tipo de placer, en este caso, de las relaciones sexuales.

Este problema se presenta muy frecuentemente en la sociedad actual. Según consultoras especializadas en el tema, es uno de los problemas que más pacientes tiene. Más allá de ser un inconveniente “común”, al mismo tiempo es muy particular, ya que cada persona lo inhibe de una manera diferente.

¿Qué factores influyen?

La baja o falta de autoestima y la culpa son dos de los grandes inhibidores, pero de ellos se desprenden muchas más causas

Miedos: La lista de los posibles miedos a los que se puede enfrentar la psicología de una persona es casi interminable. A “no ser tan bueno”, al ridículo, a exponerse, a mostrarse, a la posibilidad de embarazo o del contagio de posibles enfermedades de transmisión sexual.

Ansiedad: La más importante en estos casos es la de querer llegar al orgasmo.

Tiempo y estrés: La tensión y el tiempo son lo opuesto a tranquilidad y el relajo, lo cual es muy necesario para poder disfrutar.

Enojos y problemas: Cuando una pareja o una persona está atravesando por alguno de estos inconvenientes el deseo podría desaparecer, ya que necesita de una actitud abierta a relacionarnos.

Falta de comunicación: Si no hablas de lo que te gusta abiertamente, no compartís tu intimidad, no permitís a la otra persona que sea partícipe es una manera de que se inhiba o se bloquee el deseo.

Medicamentos: Algunos ansiolíticos, antidepresivos o fármacos para tratamientos de hipertensión arterial pueden estar causando el problema.

Mujeres a preocuparse

Los estudios que se realizaron hasta el momento indican que la falta del deseo sexual es más habitual en la mujer que en el hombre. Las mujeres tienen expectativas diferentes de lo que se espera de la persona, esto condiciona y lleva a la mujer a mezclar el amor romántico con el placer, a mantener un papel pasivo en las relaciones y a ser ella objeto de deseo pero no desear.
Una vez que se asume la realidad del desequilibrio, los estudios acuerdan pautas necesarias para mejorar la vida sexual de la mujer, muchas veces escéptica de admitir el problema o, muchas veces, desmoralizada para demandar un cambio.

Más allá de que en la mujer se presente más a menudo, el hombre también muestra dificultades, pero en general más transitorios y relacionados con momentos vitales que generan la aparición de los “síntomas”.

Los que los especialistas suelen ver con mayor frecuencia son el estrés, el cansancio, la enfermedad, el enfado, la ansiedad y en especial el miedo a fallar.

Para solucionar los problemas, primero hay que reconocer que existe, y luego seguir estos consejos:
Actitud positiva, saludable y abierta sobre la sexualidad y el placer.
Conocimiento personal, tanto a nivel corporal como cognitivo-emocional.
Entrenamiento corporal que mantenga el erotismo a través de la caricia.
Cuidar la dieta, la salud. El cuerpo es un buen síntoma de que la persona se quiere, y quiere gozar.
Apostar por la ilusión, la pasión y la fantasía.