lunes, 29 de noviembre de 2010

Chicos difíciles

El médico psiquiatra Walter Ghedin, autor del libro Tipos que huyen, nos cuenta acerca de la personalidad que puede tener el bombón que te enloquece. ¿Estás lista para descubrirlo?
LOS SOLITARIOS O INDIFERENTES: buscan la soledad, alejándose de la vida afectiva y de los intereses de grupo. Pensantes, pragmáticos, en algunos casos inteligentes y creativos, suelen ganarse el mote de “extraños”, “raros” o “misteriosos”. A la hora de la conquista, esperan despreocupados que te acerques y realices los movimientos necesarios para enamorarlo. Los solitarios no son de generar conflictos por las salidas con tus amigas o porque ocupes tu tiempo en deportes o actividades artísticas; ellos gustan de la soledad y la defenderán a pesar de todo. Tené en cuenta: no busques cambiarlos ni exigirles que sean más sociables, sólo vas a lograr que se alejen de vos.
LOS OBSTINADOS O TESTARUDOS: encuentran un medio ideal en espacios con normas estrictas. Cuando logran relajarse y dejar de lado las pretensiones son seres tiernos, amables, entregados al disfrute y a encontrar estímulos en otras cosas de la vida. Son ansiosos, mucho más cuando están motivados por una idea o un impulso. Los amigos se quejan del poco tiempo que les dedican; las novias insisten en ser tenidas en cuenta; las familias piden más compromiso. Son torpes para seducir. Tene en cuenta: estos chicos tienen metas muy concretas y son poco flexibles. No esperes espontaneidad. Los obstinados se alejan cuando las relaciones no se ajustan a lo que ellos esperan.
LOS RESENTIDOS O NEGATIVISTAS: tienen una facilidad especial para convertir el placer en displacer. Cualquier explicación no es válida, pareciera que nada los conforma. Muestran su constante sufrimiento con amigos y parejas. Es que, en la medida que exista compromiso afectivo, mayor será la vivencia de intolerancia y susceptibilidad. No dicen verbalmente todo lo que quieren decir; los tonos y los gestos revelan que hay algo más que aún no ha pasado a ser un dato explícito. Hacen un esfuerzo por ser agradables y disfrutar de la vida pero no saben cómo dejar de ser. Viven luchando por ser independientes, pero se sienten tironeados por las normativas sociales. Una vez que se vinculan y conocen a las personas viven más relajados. Tene en cuenta: las personalidades resentidas provocan en sus parejas incomprensión y rechazo. Creen que nada de lo que hagan te va a venir bien; siempre hay un conflicto en puerta.
LOS VANIDOSOS O FANFARRONES: son pedantes, les gusta provocar con logros y realizaciones personales casi siempre de índole material. Los mueve la ilusión de poder, de gloria, de superioridad frente a los demás. Saben que los grandes triunfos requieren de buen ánimo y una cuota de generosidad. Reniegan del estudio o la rutina de la vida en pareja. Son buscadores incansables de novedades. Fascinantes, conquistadores, quieren que los ojos del mundo no se pierdan el espectáculo que crearon y del cual son los principales admiradores. Conocen como nadie las reglas del encuentro amoroso. Llaman la atención porque están siempre a la moda. Lo que ellos cuentan a sus amigos después del partido es lo que realmente creen. Tené en cuenta: es posible que la pases muy bien con un muchacho vanidoso, pero con el tiempo te darás cuenta de que su conducta fanfarrona es tediosa; además estás obligada a adularlo siempre para que no se enoje.
LOS HISTERICOS: se identifican por su optimismo, caen bien, tienen confianza en sí mismos, se ocupan de los demás y están atentos a los requerimientos ajenos; sienten “amor” hacia todas las personas y generan vínculos numerosos signados por la simpatía y la vivacidad. Son seductores, saben de todos los temas, son amables, caballeros y románticos. En la sexualidad los jóvenes inmaduros son atrevidos, dejándose llevar por la convicción. Eso sí, pueden desaparecer después de haberse probado sus capacidades de latin lovers porque, el objetivo principal es el despliegue de sus atributos de conquista. Tené en cuenta: las chicas que salen con jóvenes histéricos sufren por la poca dedicación que se les brinda, tienen que compartir su hombre (y competir) con multiplicidad de personas y actividades. Y aún así no conseguirá destacarse del resto.
LOS ASTUTOS: no actúan por impulsos: la razón debe servir a los intereses de una lógica interna. Los astutos necesitan de esa extraña alquimia entre la razón y la locura, entre el control y el desborde. Son personalidades amables, saben y se ofrecen para organizar actividades grupales; tienen capacidad de liderazgo. Un astuto no puede ser dependiente, en todo caso la dependencia es una máscara para obtener beneficios. Son seductores, chamuyeros, saben cómo conquistar. Saben de política, deportes, arte, moda y estarán de acuerdo con la emancipación de las mujeres. Seguro encontrás el compañero que ansiaste durante tanto tiempo. “¿Será gay?”, es la primera pregunta que aparece en las mujeres. “¡Qué confusión!, habla de moda pero al mismo tiempo me mira como si quisiera comerme”. Tene en cuenta: ¿cuál es el misterio de este? Los astutos son extremadamente hábiles en la conquista, pero querrán que vos te sometas a sus demandas.
LOS TEMEROSOS: lo imprevisible del contacto amoroso los perturba de tal manera que pueden evitar los encuentros para no toparse con la sorpresa, la impotencia, la decepción y el dolor. Prefieren que nadie se entere hasta no estar seguros de que la relación marcha viento en popa. Suelen impresionar como asexuados o con un velo de misterio en cuanto a la vida sexual. Han sido y serán por siempre las nobles víctimas de aquel amor ideal, que prefirió, los atributos del mejor amante. Sufren por el “qué no hice”. El encierro es cada vez mayor, pero la ilusión de tener mejor suerte en una próxima vez los alienta a repetir la operación. Pasarán días fantaseando con un nuevo encuentro. Se sienten inferiores y fáciles de superar por cualquier competidor. Tené en cuenta: es importante que generes un vínculo de confianza para que puedan mostrar lo mejor de sí.
LOS DESCONFIADOS O CELOSOS: antes de animarse a conquistar, los desconfiados te someterán a una exploración visual y de comportamientos como no lo hace ningún otro chico. Hay pocas cosas que los atraen. Sin embargo, la conducta complaciente y sumisa es una de sus preferidas. No tienen muchas estrategias de seducción. Valoran las normas de cortesía, caballerosidad, protocolo. Sin embargo, a poco de conocerlas se vuelven controladores obsesivos; se irritan por nada, y ven amenazas donde no existen. Revisan mensajes, e-mails, papeles, y están atentos a cuanto hace su pareja. Estar con un muchacho de estas características provoca mucho sufrimiento. Tené en cuenta: ellos saben que si encuentran una chica que les interesa tendrán que cambiar. Por tal motivo, si te encontrás con un celoso, no cedas, no dejes de hacer cosas para complacerlo y no darle motivos de sospecha.

LOS SUFRIDOS O SENSIBLES: los jóvenes sufridos no creen demasiado en sí mismos. Algunos no afrontan las situaciones adversas, o esperan a estar diez puntos para encarar la cuestión. La parálisis no es gratuita, tiene un costo por lo general, más grande que el riesgo a ser audaces. Si los temerosos sufren por lo inalcanzable del objeto, los sufridos creen que perderán el objeto alcanzado: “Lo tengo, pero en cualquier momento lo pierdo”. A pesar del desánimo se enamoran con facilidad. La onda es la seriedad. Las relaciones se nutren de frases como “juntos por toda la eternidad”. Tené en cuenta: los sufridos o sensibles necesitan de su enamorada esa dosis de entrega, de compromiso mutuo. Si las cosas no se dan así, es posible que se alejen buscando el “ideal” de pareja.
OS INESTABLES: la susceptibilidad de las personalidades inestables está incrementada y mínimos estímulos pueden disparar emociones intensas, arrebatos, casi siempre breves, aunque perturbadores para el sujeto y su entorno. Aman con intensidad y son amados de igual manera. A la hora de conquistar son activos y sugerentes. Optan por el placer, disfrutando las idas y vueltas de la seducción. Viven las emociones con intensidad y se vuelven temerosos cuando éstas pierden vigor. Se aburren si no son complacidos. Sienten vacío, cambian de la alegría a la tristeza con una rapidez sorprendente. Tené en cuenta: estar con alguien de personalidad inestable es subirse a la montaña rusa de las emociones. Si huyen de las relaciones es porque se consideran incomprendidos y abandonados.
LOS EXCENTRICOS: extraño mundo el de estos chicos, siempre al borde de la locura. Son distantes, con lenguaje cargado de temas mágicos y filosofías extrañas. Lo insólito y desprejuiciado de sus conductas llama la atención. Los excéntricos tienen dificultades para conquistar, aunque mantienen reglas de cortesía y amabilidad que aprendieron en la infancia. Al tener un roce social pobre no aciertan en el “saber decir” y en el “saber hacer” para seducir. Se vuelven torpes. Igualmente, impresionan más allá de esto, no se interesan por la moda, la política; les gustan los programas menos convencionales o se agrupan con las tribus urbanas más bizarras. Tienden a conocer a sus parejas en estos grupos: la afinidad en la forma de pensar y en la acción es un lazo de unión. Tené en cuenta: no intentes cambiarlos, te adaptás a sus gustos o te alejás para buscar a alguien más cercano a tus intereses.
LOS SUMISOS: estos chicos son buenos hijos: dóciles, amables, ordenados, estudiosos, cumplidores. Aprendieron a valorar las creencias y a adaptarse a los patrones familiares. Temen que las personas queridas los abandonen si ellos dejan de complacerlos. Tienen una capacidad de trabajo a toda prueba. Estar en pareja es pensar las mejores acciones para celebrar la presencia del otro. Creen que el sólo hecho de dedicarse a los demás es motivo suficiente de aceptación. Se convencen de que el otro “debe” cubrir sus fallas básicas. Ser pares implicaría un grado de autonomía que ellos no están preparados a afrontar. Tené en cuenta: para nada elegirían a una chica con rasgos semejantes. Gustan de las mujeres con carácter, sólidas, convencidas de su fortaleza, autoconfianza y capacidad de seducción.
parateens

sábado, 27 de noviembre de 2010

Enfocarse en las fortalezas de la pareja, resuelve conflictos


Por Valeria Chavez

En épocas en las que cuesta comunicarse y el divorcio se presenta como la salida más “fácil” a los conflictos, apostar a la esencia de la pareja es el gran desafío. Recordar que, más allá de los problemas, había (o hay) algo especial que en un momento llevó a elegir a esa persona “hasta que la muerte los separe”.

Cierto es que la gente cambia. Y hasta puede haberse equivocado al momento de la decisión, pero a veces bien vale el esfuerzo de intentarlo, ¿no?

Con esa idea, y convencidos de que los problemas “de años” en general no se resuelven, especialistas en Psicología Positiva decidieron abordar la terapia de pareja desde este ámbito.

El licenciado Marcelo Kornberg (matrícula 16299) explicó a Infobae.com que la Psicología Positiva “ayuda a la gente a que visualice sus fortalezas como pareja, aquellas que tiene o que tuvo y dejó de manifestar”.

El psicólogo clínico, especialista en pareja y familia aseguró que “las terapias tradicionales, en general, se enfocan en resolver los conflictos pero se demostró que es mucho más eficiente enriquecer la relación y aumentar las fortalezas”.

Acerca de los beneficios que obtienen quienes realizan este tipo de terapia, Kornberg fue claro y conciso: “Quienes realizan este tipo de terapias logran reconectarse”.

“Las parejas que llegan al consultorio y están insatisfechas con su relación, vienen con la idea de resolver ciertos conflictos que se manifiestan hace años”, relató el especialista, quien, para esas parejas tiene una mala noticia: “En realidad, muchos de esos conflictos, por definición, no se resuelven, la mayoría son conflictos irresolubles”.

La diferencia –según manifestó- “es cómo la pareja trata estos conflictos, cómo dialoga en ellos”. “Luego, el beneficio es la posibilidad de la pareja de reconectarse en las cosas que los unen y que los llevaron a elegirse cuando comenzaron a estar juntos”, aseveró.

Consultado sobre cuándo una pareja debe darse cuenta que necesita terapia, Kornberg resumió que “cuando predominan los momentos negativos sobre los positivos”.

Y agregó: “Todas las parejas tienen momentos negativos, el problema es la relación entre los negativos y los positivos. Lamentablemente, las parejas llegan a la consulta cuando las cosas están muy mal. La demora promedio en la consulta es de seis años. Cuando hay tensión en la relación, también se manifiesta a nivel fisiológico. Si uno no se siente relajado en la relación, quiere decir que algo se debe hacer al respecto”.

A diferencia de las terapias tradicionales, que suelen prolongarse en el tiempo, el especialista remarcó que “la intervención profesional debe ser acotada”. “Las parejas deben aprender a manejar sus problemáticas –prosiguió-. El profesional funciona como guía para aumentar el nivel de positividad. Luego, las parejas aprenden a manejar sus conflictos y a detener las escaladas de discusión”.

En ese sentido, Kornberg destacó que “en general, la gente está estancada siempre repitiendo las mismas fricciones y problemas”. Y aseguró que el objetivo del terapeuta se cumple “cuando las discusiones pueden ser manejadas y resueltas”.

Todos sabemos que la perfección no existe. Y menos si de relaciones humanas se trata. Y eso el especialista lo reconoce: “La idea no es llegar a ser una pareja perfecta o ideal, sino tener una discusión y continuar con la relación. Saber cómo frenar la escalada y manifestar un nivel mayor de positividad que de negatividad”.

Los hijos y la terapia

Viviana Kelmanowicz (matrícula 26286) es profesora del Departamento de Psicología de la Universidad de Palermo y explicó que “en la terapia de pareja, los hijos no participan, ya que es un problema del subsistema pareja”.

“Sí se podrían incluir en sesiones de terapia familiar o en sesiones de psicoterapia individual”, agregó.

Y subrayó que “la Psicología Positiva se puede aplicar (y de hecho se aplica) en varios contextos o situaciones, ya que sus intervenciones apuntan a integrar los aspectos negativos con los positivos, es decir, que no sólo apuntarán a solucionar lo que no funciona bien sino, y sobre todo, a optimizar lo que sí funciona”.

“La idea es aumentar las fortalezas y el bienestar subjetivo en todos los contextos posibles: familiar, educacional, empresarial, en temas de liderazgo, en prevención, en planes ecológicos y de responsabilidad social. Es un modo de pensar y afrontar las situaciones”, finalizó.

Para saber más

Hoy y mañana (sábado 27 de noviembre), el Departamento de Psicología de la Universidad de Palermo organiza el 5º Encuentro Iberoamericano de Psicología Positiva en el que se tratarán temas como emociones positivas, inteligencia emocional, calidad de vida, instituciones positivas, liderazgo, redes de apoyo, estrategias de intervención, entre otros.

El eje central del Encuentro será la “Investigación en Psicología Positiva” y será desarrollado en las conferencias centrales, el panel especial de expertos, mesas de ponencias libres y sesiones de posters (carteles). Para informes y pre-inscripción: psicologiapositiva@palermo.edu

Nadie está con su pareja ideal

Con quién forme pareja un individuo no depende solo de sus preferencias. El primer experimento que aborda directamente esta cuestión acaba de ofrecer unos resultados inesperados. Los rasgos deseados y los reales no coinciden ni para las mujeres ni para los hombres, aunque de formas muy distintas. Los hombres prefieren mujeres más delgadas que las que tienen. Las mujeres pueden preferirlos más delgados o más gordos.

Pese a todo, los hombres tienden a salirse con la suya, o a aproximarse lo más posible. Por ejemplo, los que prefieren a las mujeres delgadísimas están con parejas más delgadas que la media. Una conclusión general es que los rasgos que suelen considerarse primordiales para el atractivo tienen poca influencia a la hora de formar pareja en la vida real.

Alexandre Courtiol y sus colegas de las universidades de Montpellier y Paul Sabatier han medido las preferencias de la gente en materia de altura y masa corporal, y las han comparado con los rasgos de la pareja real. Los voluntarios -116 parejas heterosexuales de Montpellier, Francia- no expresaron sus preferencias de modo verbal, sino esculpiendo su silueta directamente en el ordenador, con un programa especial.

El índice de masa corporal (IMC) -el peso dividido por el cuadrado de la altura- es una fórmula curiosa porque, a igualdad de forma, el peso de un cuerpo no crece con el cuadrado de su altura, sino con el cubo. Pero una persona alta no es una mera versión ampliada de una baja -suele tener una estructura ósea más escueta- y usar el cuadrado en vez del cubo corrige en parte esa complicación.

Para los adultos, un índice menor de 18,5 es signo de excesiva delgadez, y a menudo de anorexia. De ahí hasta 25 indica la forma óptima, hasta 30, el sobrepeso y más de 30, la obesidad.

El hombre ideal promedio de las mujeres es variable: mide 1,78 y pesa 75 kilos. Pero ni siquiera la mujer más prendada de los huesos masculinos traspasa el límite oficial de lo tolerable: busca un índice de masa corporal de 19 (por encima del 18,5 que marca el límite de la anorexia). Sin embargo, cuando una mujer dice que le gustan gordos, no se para en la frontera del sobrepeso (25) ni en la de la obesidad (30): le gusta un índice de 34, es decir, un obeso con todas las de la ley.
Lo que les gusta a ellos

1,76 metros es lo más que dejan los hombres crecer a las chicas de sus sueños, y los hay que las prefieren de 1,56. La mediana de la preferencia masculina está en el puro límite de la anorexia (18,4), y hay hombres que apuestan por el 16. Por el otro extremo, y a diferencia de lo que ocurría con las mujeres, el hombre más afín a las curvas no pasa de un índice de 27.

Se podría decir: todo el mundo está lejos de su ideal, pero sólo las mujeres lo están de una manera impredecible. "Esto es correcto en lo que respecta a las preferencias para el índice de masa corporal", responde Courtiol, del Instituto de Ciencias de la Evolución de la Universidad de Montpellier. "En cambio, las preferencias de altura son muy impredecibles para todos."

Incluso para el IMC ideal expresado por los hombres, subraya Courtiol, "y por mucho que haya una fuerte tendencia a preferir un IMC más bajo que el que tienen sus compañeras reales, no podemos predecir con exactitud el IMC que prefiere un hombre determinado. Siempre hay variación entre individuos, como en cualquier sistema biológico".

"Esto significa que, en promedio, si se compara lo que un hombre quiere con lo que tiene en términos de masa corporal, se encontrará con que su compañera es más gorda que su ideal, mientras que para las mujeres esto no se cumple: ellas tienden a preferir chicos más gordos o más delgados que sus parejas reales."

Esa variación era el principal objeto de interés de los científicos franceses cuando abordaron el estudio. "Esa variedad es importante -explica Courtiol-, puesto que, si tiene alguna base genética, puede constituir la materia prima para que operen la selección natural y la selección sexual." Los dos grandes motores de la evolución previstos por Darwin.

La selección natural es una idea simple: todo ser vivo tiene una gran capacidad de reproducción; pero en un mundo de recursos escasos sólo algunas copias sobreviven lo bastante como para reproducirse a su vez: aquellas con unas variantes más ventajosas en ese entorno particular.

Pero Darwin se dio cuenta de que la cornamenta del antílope y la cola del pavo real no podían haber evolucionado por selección natural -ambas son costosas de producir, molestas de llevar y aparentemente inútiles-, y postuló un segundo mecanismo para explicar ese tipo de ostentaciones: la selección sexual. La teoría sostiene que hay rasgos (adornos, colores llamativos, tamaños chocantes) que garantizan a su portador un gran éxito con el sexo opuesto.
Lo bello y lo sano

Una hipótesis extendida para explicar nuestras preferencias sexuales -o incluso todas nuestras tendencias estéticas- es que lo bello es un marcador de lo sano. Una cara simétrica, por ejemplo, sería el resultado final de un proceso de desarrollo adecuado. Esto explicaría el gusto humano por la simetría. Pero Courtiol no cree que esa idea explique los nuevos datos.

Por ejemplo, si las tres gracias de Rubens representaban el canon de belleza del siglo XVII, el atractivo en esa época quedaba fuera de los márgenes considerados saludables por la medicina actual. Hay, en efecto, varios artículos técnicos recientes que indican que las tres gracias padecían no solo cáncer de mama, sino también escoliosis, hiperlordosis, hiperextensión de las articulaciones metacarpianas y pies planos. Más que un signo de vigor darwiniano, la belleza parece en este caso un síntoma de enfermedad.

Un hecho curioso es que, aunque hay grandes diferencias entre una mujer y otra en materia de preferencias, no hay un sesgo general hacia hombres "más altos" ni "más gordos". Con los hombres, eso sólo pasa con la estatura de su chica ideal: no hay tendencia general. Pero sí la hay con la forma del cuerpo. La chica ideal pesa en promedio cinco kilos menos que la real, o dos puntos y medio menos de índice de masa corporal.

Sin embargo, la variabilidad de preferencias que muestra cada mujer parece compensarse entre unas y otras mujeres. De modo que, si uno solo mira a los promedios de la población, ve que sus preferencias coinciden con su realidad: que los rasgos que consideran ideales coinciden con los que tienen sus parejas.

Javier Sampedro
Diario El País

MADRID.

martes, 16 de noviembre de 2010

Fabulosa en un XL

En primer lugar, hay que destacar la importancia de aceptar el peso real de cada una, independientemente de su peso, altura, color de cabello o de ojos, para poder vestirse en armonía con el propio cuerpo”, explica Laura Malpeli de Jordaan, asesora de moda e imagen.

¡Atenti! a los consejos:

*Elegir siempre prendas que resulten cómodas. Algunas vestimentas estilizan más, pero son incómodas y sólo se llegan a usar en determinadas y escasas ocasiones.

*Identificar la parte del cuerpo que más guste y llevar la mirada a esa zona, con algún accesorio o característica de la prenda. Por ejemplo, una remera con corte imperio acentúa la cintura y disimula la zona del abdomen.

*Usar estampados cuyo tamaño esté en relación al cuerpo que lo viste: un estampado demasiado pequeño hará que veamos a la persona más “grande” de lo que es y uno demasiado grande parezca desdibujada y se “perderá” en la prenda.

*Incorporar accesorios a la indumentaria, para dar más versatilidad a las prendas. Hay bastante variedad de accesorios, incluyendo pañuelos, anteojos, relojes, aros, colgantes, anillos y carteras. Todos deben ir en armonía con el tamaño y el cuerpo de la persona.

*Utilizar tramas y/o líneas rectas verticales. De esta manera, la figura se verá más alargada y, por ende, más esbelta.

*No “taparse” con vestimenta demasiado holgada ya que esto aumenta el volumen y hace que la persona parezca más excedida de peso.

Asesoró Laura Malpeli de Jordaan, especialista en moda e imagen y creadora de Styletto.
para ti

martes, 2 de noviembre de 2010

Miedo al sexo, aprende a superarlo

Sentirse incómoda con el sexo es más habitual de lo que crees. Por eso, queremos ayudarte a descifrar las causas para poder contratacarlas, ¿te animas?

¿Sabes reconocer el miedo al sexo?

Puede que el sexo sea lo más divertido, pero no para todas es una fiesta, hay veces que tenemos miedo al sexo. Muchas chicas lo entienden como “la gran prueba”, como si se tratase de un examen en el que tienen que obtener nota. ¿La razón? Que creen que serán juzgadas por cómo se han comportado en la cama. Es el caso de Esther, una estudiante de 18 años. “Salgo con mi novio desde hace dos meses y me apetece hacerlo con él, pero siento auténtico pavor a que llegue el momento. Creo que se dará cuenta de que no tengo experiencia y no sabré estar a la altura”, cuenta.

No hay listones en esto del sexo. Sobre todo se trata de disfrutar, cada uno de la forma que más le guste. Sin embargo, según los especialistas, es frecuente encontrarse con este tipo de planteamientos cuando existe una especie de miedo al sexo. “Muchas personas contemplan la relación sexual como una prueba”, explica Francisco Ferré, jefe de servicio de Psiquiatría del Hospital Gregorio Marañón. “Y el juez más severo es uno mismo. Eso genera una inseguridad que te retrae de la relación. Alguien que está más pendiente de ese “mitificado” rendimiento sexual que de la persona a la que ama probablemente tendrá problemas que se traducirán en disfunciones sexuales como la impotencia en el hombre o la frigidez en la mujer”, asegura.

No son las únicas causas de la represión sexual: tener miedo de mostrar tu cuerpo, tal y como es, también puede acabar por estropear una relación sexual de la que, en teoría, deberías disfrutar. Y eso te lo decimos avaladas por la tesis más confirmada del mundo: ningún chico estará pendiente de los rebeldes michelines propios o ajenos, y mucho menos de la celulitis de su pareja, cuando está en pleno éxtasis sexual.

Cómo enfrentarse a ello

Si tu problema es la autoexigencia, la estrategia consiste en dejar de estar tan pendiente de ti misma y cambiar el chip. Piensa sólo en que disfrutar es cosa de dos. “Cuando se toma la relación sexual como un examen estamos ante una cuestión de egocentrismo, y en el sexo no hay que pensar en uno sino en dos”, explica Francisco Ferré.

En cambio, si tu miedo proviene de ciertos complejos físicos, la solución está, ni más ni menos, que en aceptarte tal y como eres. Por suerte, en esto tienes una ventaja: si alguien está teniendo relaciones contigo es porque le gustas, con o sin ropa, (seguramente más de la segunda forma).

Sin embargo, según una encuesta Cosmo, a casi al 55% de las chicas les da un poco de corte su cuerpo. Si te sirve de consuelo, que sepas que nadie es perfecta, ni siquiera las chicas de las portadas de las revistas porque el retoque Photoshop hace milagros. Así que libérate de complejos y autoexigencias y pasarás a equiparar sexo a placer (¡y del bueno!).