lunes, 18 de julio de 2011

Vivís atada a tu amiga?

Hay quienes juran que no sólo pondrían las manos en el fuego por sus amigas, sino que además serían capaces de dar la vida por ellas y defenderlas en cualquier situación. Otras, por el contrario, prefieren construir relaciones menos estrechas y evitar el “todo o nada” que suponen ciertos parámetros amistosos. Los terapeutas aseguran que la amistad es un vínculo complejo, que demanda un gran trabajo de construcción, mantención y límites. Y vos… ¿de qué sos capaz –o no– por ellas.

Sí, confieso que he mentido por una amiga. “Hola, ¿Mari está con vos? ¿Me la pasás?”, preguntó cierta noche la mamá de Marina del otro lado del teléfono. Teníamos 17 años y yo, que sabía que ella pasaría la noche con su novio, respondí: “¡Ay, justo está en el baño! Pero cuando salga le digo que te llame”. Acto seguido, busqué a mi amiga por cielo y tierra para que se reportara en su casa. Mari llamó, la mamá nos creyó, todos contentos. Pero el asunto, desde ese entonces, no dejó de inquietarme: ¿hasta dónde había que llegar en nombre de la amistad?

Es que ser o no ser buena amiga es la cuestión, pero la duda radica en cómo serlo. Decidir si salir en bata y camisón a las tres de la madrugada para consolar a una de las chicas que acaba de discutir con su novio; viajar cientos de kilómetros para visitar a otra que decidió –después de farras varias– hacerse budista e irse a meditar a las sierras de Córdoba; aconsejar al resto en charlas telefónicas durante horas y quedar en tomar cafés, cervezas y limonadas, de acuerdo a los gustos personalísimos de cada una. Prestarles ropa y plata; cambiar la fecha de vacaciones sólo para acompañarlas; llorar y reír juntas, o simplemente permanecer a su lado, en silencio. Un trabajo intenso es el de ser una de esas amigas “de fierro” que cotizan tan bien en el imaginario popular. Una tarea que, sin embargo, las protagonistas no siempre viven de modo “amigable”. “Hay veces que mis amigas me agotan. O sea: las adoro y me encanta juntarme con ellas, pero por momentos me exigen tanta atención que no doy abasto… ¡A lo mejor lo que pasa es que me sobran un par de amigas!”, expresa Dolores Fernández (26), mitad en serio, mitad en broma, y explica que su pruebita máxima de amistad fue cuando Soledad, su gran amiga desde la escuela primaria, le hizo un extraño planteo: “Yo había empezado a salir con un chico y ella de repente se puso rara, como esquiva. Un día le pregunté qué le pasaba y me explicó que sentía que le estaba dedicando menos tiempo por culpa de mi novio. ¡Y no era cierto! La mala onda se le pasó cuando la relación terminó, de hecho parecía feliz de que él me hubiera dejado. Al principio me enojó su actitud, pero después me di cuenta de que ella era así, que no iba a poder cambiarla, y entonces la perdoné. Y desde ahí seguimos siendo tan amigas como siempre”, relata Dolores cuyo grupo de pertenencia incluye la módica suma de diez amigas, cada una de ellas con sus propios reclamos e inquietudes, no siempre fáciles de satisfacer.

“Estar solteras nos da más tiempo para las amigas, pero ¿qué pasa cuando ya no estamos solas? y ¿cómo hay que manejarlo? ¿Se puede hacer algo para no descuidar amigas ni pareja? ¿Qué pasa cuando las amigas son demasiado demandantes? ¿Hay que poner límites, pelearse, quererlas tal como son? El ideal romántico suele señalar que hay que dar la vida por las amigas, pero ¿cuál es el límite? ¿Cómo se mide una buena relación de amistad? Si viniera al consultorio una paciente con estas preguntas, abordaría en primer lugar qué le pasa con las demandas en general, por qué se siente, al estilo de Tupac Amaru, arrastrada en direcciones opuestas por la pareja y por las amigas, de dónde incorporó la idea tan imperativa de tener que dar la vida por ellas. Porque en definitiva la vida debe darse a la vida, al propio deseo. Pero no estoy proponiendo una postura egoísta y sin consideración de los afectos; estamos aludiendo a situaciones de extrema demanda y al sentimiento de tironeo que desemboca en un conflicto angustioso. Entonces, le preguntaría a esta generosa dama qué problema habría en no responder a cada una de las demandas que le llegan de los otros. Si ella pretende satisfacer a cuanta persona la rodea, quedar bien a los ojos del prójimo, ser cumplida y recibir elogios y palmadas en la espalda, entonces aquella amiga que tanto la demanda se tornará una tirana. Ahora bien, esta mujer demandada no es ninguna pobrecita. En un sentido dice sufrir el acoso de alguno de sus prójimos, pero al mismo tiempo se erige en la todopoderosa capaz de dar todo lo que tiene por los otros. Parece no poder mostrar sus propias necesidades y limitaciones. El hecho de poder reconocer los propios límites y deseos hace que pueda elegir libremente los momentos de estar con cada quien y crear las condiciones de un posible encuentro acorde a cada relación, asumiendo a su vez que no siempre será aplaudida por las resoluciones que tome”, considera la licenciada Viviana Kahn, psicoanalista y autora de los libros Mi libertad por un novio y Agenda para solteras (Plaza Janés).

En un popular foro de preguntas y respuestas de Internet, una usuaria desesperada cuenta su experiencia y pide ayuda bajo el nickname “Venexiana”: “Tengo una amiga de la facultad que se ha vuelto muy dependiente de mí y trata de absorberme todo el tiempo sólo para que la escuche y la comprenda. ¿Qué hago?” Las respuestas de los demás internautas coinciden en aconsejarle, desde el sentido común, que salga corriendo lo antes posible de esa relación porque se ha topado con un caso típico de amistad viciada.

AMIGAS SON LAS AMIGAS. Lourdes Salas (37), asegura que lo peor que le tocó vivir en ese terreno fue que una amiga la echara de su vida alegando que el vínculo entre ambas se había tornado insoportable. “Sentí que se me caía el mundo abajo porque éramos muy apegadas, pero con el tiempo me di cuenta de que eso que yo creía que era una amistad entrañable se había convertido en una cárcel para las dos. Yo siempre trataba de hacerla sentir culpable para que me prestara atención y me acuerdo que aquella vez me enojé porque no me podía acompañar a una fiesta. Le dije: ‘¡Yo te llevé al médico y vos sos una egoísta que no sos capaz de hacer el más mínimo esfuerzo por mí!’ Ahí fue cuando dijo basta y me pidió que no nos viéramos más. Después entendí que la amistad no necesariamente debía ser a todo o nada, sino que permitía matices”, afirma Lourdes, quien confiesa que la vivencia de esa situación límite le abrió los ojos a tiempo y le permitió recuperar la relación con su amiga desde una perspectiva nueva.

Cierto es que no todas viven la amistad del mismo modo, y mientras hay quienes cosechan relaciones al mejor estilo Roberto Carlos –ese gran pionero de la aglomeración amistosa– también están aquellas que prefieren pocas y buenas, para contarlas con los dedos de una mano. Y tampoco faltan aquellas que apuestan compartir sólo un té de vez en cuando, o comunicarse vía messenger o por mail, sin que cultivar la relación signifique incurrir en grandes proezas. Porque, ¿quién establece las reglas de la amistad? ¿Acaso hay mandamientos escritos que indiquen cómo ser buena amiga? “La amistad es la más libre de las relaciones. Nace y se sostiene desde la libertad de elegir y ser elegido. Lo que determina la elección de los amigos es algo del orden de lo inefable, de lo enigmático. Pero seguramente el proceso de identificación está presente. Nos conocemos a través de los otros, con quienes nos identificamos. El amigo es un semejante en el que vemos reflejada nuestra forma de ver el mundo. Si bien en la elección de un amigo la identificación es esencial, las exigencias de respeto y tolerancia a las diferencias que nos constituyen como seres únicos, son imprescindibles. La afinidad con el otro, a veces clara y consciente, y otras más oculta, tiene su origen en los vínculos familiares más primarios. El amigo asume frecuentemente el lugar atribuido, real o fantaseadamente, a la imagen fraterna. Los intensos sentimientos que despiertan los amigos derivarían, transformados, de los que se mantuvieron con los hermanos, con toda la carga de ambivalencia que tienen. La importancia que en la vida tiene la amistad surge de las mismas condiciones que determinan su existencia”, sostiene la licenciada Ana Norma Delgado, psicóloga, psicoanalista y miembro titular de APA.

FINAL ABIERTO. “Es en la amistad donde se desactivan en gran medida las relaciones de poder. Estas impiden su surgimiento y su preservación. Pregunta Nietzsche: ‘¿Eres un esclavo? Entonces no puedes ser amigo. ¿Eres un tirano? Entonces no puedes tener amigos’”, enfatiza el doctor Luis Kancyper, psicoanalista autor del libro La pasión de la amistad, un texto inspirado en la célebre frase de Jorge Luis Borges “Creo que la amistad es la mejor pasión argentina”.

El film Single White Female (que se estrenó en nuestro país en 1993 bajo el nombre Mujer soltera busca), narra la historia de una joven y exitosa neoyorquina que decide compartir su nuevo departamento. Para lograrlo, pone un aviso y entrevista a varias candidatas, hasta que parece dar con la indicada: una chica de apariencia amigable, con quien entabla una estrecha relación. Pero con el correr de la trama, la –en apariencia– adorable compañera de piso se transforma en una amiga desquiciada, dispuesta a todo con tal de acaparar la vida y el cariño de su compañera. Lejos de toda ficción, la realidad ofrece un sinfín de situaciones flexibles a la hora de cambiar pautas de convivencia y mejorar el ida y vuelta de este vínculo afectivo.

Enrique Ernesto Febbraro, el psicólogo argentino reconocido mundialmente por instalar el 20 de julio como Día Internacional del Amigo (que falleció en 2008 a los 84 años), le dijo a Para Ti en una de sus últimas entrevistas: “Es vital poner pautas claras desde el principio, para que nuestro amigo entienda cuál es el límite de lo tolerable. Una amistad tiene sentido sólo si prevalecen los gestos nobles y el amor desinteresado. Si una persona sólo busca la propia satisfacción a la hora de hacer amigos, entonces no está a la altura de las circunstancias y la mejor terapia que uno puede hacer es la de tomar distancia”. Sabias palabras que acompañó con un saludo final, con motivo de celebrar en aquel momento el día que él mismo supo instalar: “Feliz día para todas aquellas mujeres capaces de ser y dejar ser amigas de verdad”, se despidió. Y su mensaje iba a quedar para siempre.


Para Ti. Textos: María Eugenia Sidoti.

domingo, 3 de julio de 2011

Híper estrés: qué es y cómo combatirlo.

Las actividades diarias y el ritmo de vida al que estamos acostumbrados suelen tener en jaque al sistema inmune. El ritmo de la vida cotidiana genera que el hombre esté en un constante proceso de actualización que lo involucra en un frenesí permanente para mantenerse competente en esta realidad cambiante de nuestros tiempos. El tránsito, las manifestaciones, las demoras en los medios de transporte público generan una alteración que dura 5 o 10 minutos y trastoca todo lo que estaba perfectamente planeado e invade la tranquilidad de la persona.

Las pequeñas irrupciones que vivimos habitualmente generan una descarga hormonal que el organismo debe procesar en forma inmediata; los músculos deben prepararse para una disputa interna que escapa de su entendimiento. Es decir, todas las preocupaciones y ansiedades que vamos almacenando repercuten en nuestro organismo creando un estado de tensión generalizada, conocida como estrés.

A pesar de lo que muchas personas piensan, el estrés no es necesariamente perjudicial para salud en la medida que no sobrecarguemos a nuestro organismo con impactos emocionales excesivos que le impidan procesar ese paquete de información adecuada. Cuando esto ocurre, el estrés pasa a convertirse en híper estrés, dañino para la salud.

Dentro de nuestro cuerpo existe un sistema de defensa vital denominado sistema inmunológico que se altera ante esa tensión preparándose para defenderse de todas esas posibles amenazas.

Cuando esta parte fundamental de nuestro organismo se siente afectada por una amenaza mayor a la que puede afrontar, existe la posibilidad de que colapse y que comience por tanto, paulatina y sostenidamente una alteración funcional. Esta alteración va ir avanzando en forma constante haciéndose crónica degenerativa y progresiva.

Patologías tales como cervicalgias, cefaleas, acufenos (zumbidos de oídos), mareos, nauseas, rigidez, van de la mano y en forma muy directa con los cambios emocionales a los que nos vemos sometidos, y repercuten de manera tal que parecen afectar cada faceta de nuestra vida ya que cambian nuestro estado de humor interfiriendo en nuestra capacidad de interrelacionarnos con el entorno, no solo aquel donde trabajamos, estudiamos, o cumplimos obligaciones, sino también con el entorno íntimo o familiar.

Ante estas situaciones, la mayoría de la población suele recurrir a la auto-medicación. En la actualidad existen un gran número de medicamentos destinados a mejorar sólo los síntomas, es decir, que el problema sigue estando aunque momentáneamente no lo podamos percibir y además puedo generar efectos secundarios y colaterales.

Este desequilibrio inicial, por otro lado, va a seguir avanzando de forma degenerativa, crónica y progresiva, lo que lleva a una situación donde el paciente ingresa una cantidad de fármaco cada vez más grande y más agresiva al organismo desconociendo los efectos adversos a los que se expone y sin poder lograr actuar sobre el origen del problema.

En nuestro país, existe actualmente una alternativa diferente y que demostró mayor eficacia para el tratamiento de estos problemas. La terapia de campos bio frecuenciales propone en muy pocas sesiones de 30 minutos cada una mejorar el grado de dolor, rigidez y generar un efecto anti-inflamatorio bajo aparatología médica y control profesional. Este tipo de tratamiento no utiliza ningún medicamento, no presenta efectos secundarios ni colaterales y no es invasivo para el paciente.

Hay que entender que una vez instaladas las afecciones articulares en el organismo no se puede hablar de una cura definitiva de las misma, pero actualmente gracias a la Terapia de Campos Bio Frecuenciales se le puede ofrecer al paciente una detención a su avance despiadado y progresivo y de esa forma mejorar su calidad de vida.

Por: Horacio Cufré, especialista en la terapia de campos biofrecuenciales.

Director General de TOB alternativa

Sex tips para ellos: cómo complacer a las mujeres

Mucho de lo que se escribe sobre sexualidad en cuanto a reflotar el deseo, desarrollar el erotismo y la sensualidad, va dirigido a las mujeres. A ellas se les ofrece un sinfín de ideas y sugerencias para satisfacer a sus compañeros. Aquí, consejos para hombres que quieran reavivar la llama del amor.

Utilizar lencería erótica, desarrollar juego de roles, implementar técnicas de seducción, cómo generar un ambiente sexualmente propicio con música y perfumes, qué palabras utilizar para activar el deseo y las fantasías, cómo acariciar el cuerpo de su compañero. Todo eso y mucho más le es sugerido a las mujeres para renovar la intimidad con su pareja.

Por lo general son excelentes sugerencias para enriquecer el encuentro y disfrutar del sexo evitando la monotonía y el aburrimiento. Darse el permiso de disfrutar y compartir haciendo de este encuentro un momento único, es el objetivo de muchas personas y también de las notas que se elaboran para ayudar y desterrar tabúes sexuales.

Por otro lado, fueron y son las mujeres las destinatarias de la información y el uso de los métodos anticonceptivo, muchas veces depositando en ellas, toda la responsabilidad de dicho cuidado. Pero esto no las obligaría también a hacerse cargo exclusivamente de satisfacer al varón y de desarrollar todas las técnicas posibles para hacer del sexo, buen sexo.

Lo cierto es que los varones necesitan, tal vez más que las mujeres, ideas y sugerencias para estimular el placer y el erotismo, aliviando así el peso de creer que sólo con el miembro viril y su excelente rendimiento podrían complacerlas. Los hombres no nacen sabiendo y como todos, aprendemos con la experiencia. Y qué mejor si los roles en el ejercicio y el aprendizaje de la sexualidad son compartidos.

Algunos tips para ellos

- Antes que nada te sugiero sé atento a las señales que ella te viene dando. Seguramente ya te dijo lo que le gustaría, lo que desea, sueña y espera de vos. Actuá antes que estos pedidos se transformen en reclamos. Escuchalos y ponelos en práctica ya.

- Animate a utilizar ropa íntima diferente a la habitual. Boxers con dibujos delicados y diseños sensuales que marquen y resalten tus atributos. Podés ayudarte viendo fotos de publicidades de ropa interior y deportiva masculina.

- Sorprendela preparando una comida y un ambiente que a ella le guste. Perfumes, velas, música que active la sensualidad de ambos.

- Pasala a buscar para una salida “secreta”. No le avises todo lo que planeaste. LLevala a los lugares que sabés que le van a gustar y sorprendela a cada paso.

- Organizá un viajecito, una salida de fin de semana. Seguramente podrás encontrar una cabaña cálida, confortable y tranquila. Cambiar de lugar puede ser muy estimulante.

- Jueguen al spa. Esta vez ella será la que reciba todos los mimos, las caricias y las palabras sensuales y eróticas. Una bata para ella y un lugar preparado para masajes, aceites, caricias insinuantes que anticipen lo que vendrá.

- Escribí una carta breve que exprese tus fantasías y deseos junto con la promesa de cumplirlos muy pronto con ella.

- Sorprendela con un regalo cuando no coincida con ninguna fecha especial. No tiene que ser algo muy costoso. Le encantará la sorpresa y que hayas pensado en ella.

- En la relación sexual no te apresures a penetrarla. Las caricias, los besos y las palabras, van preparando su cuerpo para recibirte. Cuando sea su momento, ella sola te lo pedirá.

- Ella te mostrará con su cuerpo y sus movimientos, las caricias y las zonas que más la complacen. Te recuerdo que el clítoris al ser estimulado con el ritmo y la presión que cada mujer necesita, es la puerta directa para desencadenar el orgasmo. Aprendan juntos a estimularlo.

- Desarrolla tu propia imaginación y realiza todas las fantasías que le gusten a ambos.

Por: licenciada Andrea Gómez, psicóloga y sexóloga

Máxima seducción

Cómo optimizar el poder de la conquista. Las que están solas, las que tienen novio y aquellas que llevan una relación de larga data: para todas ellas –y los hombres, también– la psicóloga chilena Pilar Sordo ofrece una serie de consejos prácticos para reforzar el poder de seducción y fortalecer así el vínculo amoroso. La tarea empieza por nosotras mismas.
Tarea para agendar: “hacete un regalo a vos misma al menos una vez a la semana”. Así, la psicóloga chilena Pilar Sordo (45) invita a reflexionar y transformar la manera de seducir y el modo de relacionarse con el propio cuerpo en el libro que acaba de presentar en Buenos Aires, Lecciones de seducción (Ed. Norma), el cuarto entre las publicaciones de esta especialista en relaciones de pareja y diferencias entre hombres y mujeres. Porque Sordo atesora en su vida tantos amores como decepciones y frustraciones, sinsabores que la autora de Viva la diferencia y No quiero crecer (ambos convertidos en bestseller), supo volver a su favor. “Los dolores fuertes de alguna manera te hacen perder el temor, y la vida es en parte una pelea permanente con los miedos”, concede. Estuvo casada durante 11 años con el padre de sus dos hijos, Cristian (19) y Nicole (17); después vivió una “relación tóxica” –como ella la define– “con un hombre que quise rehabilitar y con el que aprendí las cosas más horrorosas de la existencia humana” y luego, después de un “silencio de un par de años”, se encontró con “el gran amor de su vida”: Oscar –de quien enviudó en 2009, tras un cáncer de páncreas–, el hombre al que evoca en esta charla con Para Ti, en el Hotel Emperador. Lo nombra cuando asegura que está sin pareja “porque no se siente sola”, al repetir que “lo extraña”, o cuando piensa en los 25 kilos que perdió en estos dos años de viudez. “A Oscar lo conocí estando mucho más gorda, a los dos nos gustaba comer: nos quedábamos toda la noche charlando con una copa de vino de por medio. Yo adelgacé por la pena, pero después me gustó verme más delgada y sentirme más liviana. Así que me mantuve”.

Entonces, ¿quiere decir que cinturas más estrechas y lolas voluminosas no son garantía de más candidatos? Definitivamente, no. La seducción poco tiene que ver con la concepción mediática que se fue instalando. Si así fuera, todo aquel que no es perfecto, o sea el 99% de la humanidad, quedaría fuera del juego. Además, el cuerpo de cada una tiene una historia que hay que aceptar. Cuando la mujer se hace una cirugía facial, por ejemplo, está borrando parte de su pasado. Las arrugas son huellas del alma, tienen que ver con el modo en el que caminaste, con las emociones que privilegiaste en tu vida. Asesinar toda esa historia con botox es terrible. No digo que no hay que hacerlo, pero sí creo que antes habría que preguntarse: ¿para qué? Lo interesante es mirarse al espejo y poder cambiar lo que se puede y lo que no, aceptarlo tal cual es. En esta visita a Buenos Aires me sorprendió mucho la obsesión de las argentinas por la estética, hay una exigencia muy fuerte al respecto y es exclusivamente femenina: ¡al hombre no le importa!

¿Y qué cuestiones sí le preocupan a los hombres? Ayudanos a encontrar la respuesta al gran interrogante: ¿por qué se dan tantos desencuentros entre hombres y mujeres? El hombre necesita volver a desabrochar un corpiño, quiere sentir que le cuesta trabajo conquistar a una mujer. Ellos se enamoran de una mujer cuando les fue difícil conseguirla, y no cuando en pos de la autonomía o de una supuesta modernidad ella se acostó con él la primera noche. En los últimos años, el hombre maduró mucho emocionalmente y eso tenemos que reconocerlo: aprendió a decir lo que siente, a cocinar, a contar cuentos y a cambiar pañales. En cambio la mujer, aunque supo reivindicar su propio placer –algo súper positivo–, se masculinizó mucho.

Conversando con mujeres de todas partes del mundo, ¿en qué lugar estamos las argentinas? Creo que la gran deuda que tienen hoy ustedes es volver a recuperar la ternura y la dulzura. Lo peor es que la mujer argentina perdió al hombre arrabalero y ahora lo quiere recuperar. Las mujeres tenemos que entender que nuestro espacio ya está conquistado, porque hubo 400 feministas que lo pelearon antes que nosotras. Ahora el tema es otro. Hoy no debería ser un tema quién paga la cuenta en una cena: me parece una estupidez ese planteo. Hoy invita él y mañana puedo invitar yo. Creéme que si me mandan flores, me regalan chocolates o me invitan una cena, no siento que se altere en nada mi capacidad de liderazgo.

Sí, hay una suerte de contradicción constante en la búsqueda femenina… Exactamente. El otro día, hablando con mujeres de treinta años, se planteó el siguiente dilema: por un lado, ellas decían que no necesitaban a los hombres, que estaban bárbaras así; pero por el otro, después de acostarse con alguien se ponían mal si él no las llamaba por teléfono al día siguiente. Todas –absolutamente todas– después de acostarse con el tipo esperaban que les mandara un mensaje de texto para decirles “anoche estuviste divina”. Y en esa misma conversación, otras tres mujeres que participaban de la charla no se animaban a reconocer que les gustaba tejer, por miedo a ser tomadas por la clase de mujer a la que le sobra el tiempo. Se instaló una especie de guerra entre todas ellas por ver quien era más autónoma e independiente.

¿Y cómo se traduce esta batalla en materia de seducción? Los estamos avasallando y ellos terminan sintiendo que no tienen nada que aportar en el espacio de seducción.

Entonces, ¿tendríamos que dejar que ellos den el primer paso? El primer beso puede ser una aproximación mutua, pero lo mejor es que sea el hombre el que tome la iniciativa porque para la mujer es más halagador. A nosotras nos suele pasar que cuando conquistamos, siempre nos queda la sensación o la inquietud de qué hubiera pasado si no hubiéramos actuado. En definitiva, necesitamos comprobar si él nos encuentra atractiva, y para eso hay que dejarlo que se mueva un poco.

Supongo que la ansiedad no es buena aliada a la hora de formar pareja, porque siempre se termina notando… Y sí, andar con el vestido de novia en la cartera no ayuda (se ríe). Esto es algo que pasa mucho, pero obviamente nadie lo comenta porque se toma como un signo de dependencia.

Cuando hablás de lecciones de seducción, ¿te referís a una lista de ítems para seguir? No, porque justamente nos quitaría espontaneidad. Nunca se seduce desde algo prefabricado. Precisamente, la gracia es no ser consciente de con qué seducís al otro. Cuando tratás de seguir algún estereotipo –hacerte la atractiva, la canchera, la ejecutiva o la independiente–, lo único que lográs es convertirte en una caricatura de vos misma. La mujer seduce desde el sentido del humor, porque se la ve disfrutando de su profesión, o porque se preocupa por verse bonita. Que le guste o no al otro es algo que ocurre después.

¿Por eso en tu libro hacés el llamado a revisar el cajón de la ropa interior? Claro. Porque la mujer latinoamericana tiene la tendencia a arreglarse para el otro; se preocupa cuando va a seducir, pero después parece que le da lo mismo qué bombacha se va a poner, si está rota o gastada. Es igual que la decisión de no depilarse en invierno. Hoy se cree que se seduce desde lo grotesco y lo evidente, cuando en realidad la seducción tiene mucho más que ver con el misterio, con algo que invita a ser descubierto. Tiene que ver con el autocuidado y el enriquecimiento del mundo interior, antes que con la apariencia.

En parejas de larga data, mantener la pasión y el deseo constante no es una tarea fácil. Muchas mujeres casadas aseguran incluso que tienen relaciones sexuales con sus maridos sólo por cumplir… En esos casos, la mujer tiene que trabajar para reencontrarse con su feminidad y, por el otro lado, la pareja tiene que intentar recuperar sus espacios. Es mentira que no tenemos tiempo, sólo es necesario complicarse un poco la vida cotidiana: sentarse a tomar un vino, apagar la tele y conversar mucho, porque la charla con la pareja es lo que hace que la relación evolucione. También hace falta recuperar la paciencia. Hoy hay una tendencia a creer que las crisis tienen que pasar rápido, y si la pareja no funciona decir chau enseguida o “la relación no va más, porque la verdad es que no la estoy pasando bien”. ¿Cómo se puede construir una relación así?

Recién hablábamos de las diferencias entre hombres y mujeres, ¿cuál crées que es la más evidente a la hora de construir un vínculo? Las mujeres siempre establecemos relaciones pensando que el hombre va a cambiar, mientras que ellos hacen justamente lo contrario. Cuando un hombre se enamora de una mujer, la acepta tal como es, con sus virtudes y defectos, y espera que no cambie. Nosotras, en cambio, imaginamos que un hombre parco se va a convertir en uno más dulce. ¿Y qué pasa después? Cuando la mujer empieza a cambiar aparece el enfrentamiento de expectativas, la crisis y a veces sobreviene la ruptura.

El hombre podría aceptar nuestra transformación permanente… Lo hace. Nosotras cambiamos cuatro veces en un mes y eso es lo que le da plasticidad a la relación y es maravilloso. El problema es cuando el cambio vira hacia la igualación. Lo que le aburre al hombre es encontrarse con un ser igual a él. El otro día, en uno de los talleres, un adolescente me comentaba “cuando estoy con una chica siento que estoy con alguien igual a mí pero con lolas, toma y fuma como yo. Para eso salgo con mis amigos: es más divertido”. Cuando el hombre establece un espacio de conquista, necesita de la diferencia, del plus que le da lo distinto. Y nosotras deberíamos aprender a valorar estas diferencias en vez de negarlas.

SEXIES TIPS

En su libro Lecciones de seducción (Editorial Norma), Pilar Sordo establece algunos consejos prácticos siguiendo los doce meses del año, que en definitiva se convierten en etapas o fases de un descubrimiento personal. Aquí te adelantamos algunos de ellos:

Hacete alguna de estas preguntas: ¿cómo soy en relación a la seducción? ¿Qué elementos de mi historia familiar, de mi adolescencia o pareja influyen en la autoseducción o en la manera de conquistar al otro?

Mirá hacia atrás y aplaudite por los avances que has tenido en el tema de la conquista. Si sentís que hay algo que te tiene angustiada o un dolor enquistado, escribilo, soltalo hacia fuera, comentalo con una amiga o conversalo con tu pareja.

Las mujeres a veces vivimos polarizadas entre “la mujer mala” y la “buena”, ambas generalmente generadas en la adolescencia y validadas desde el machismo. La segunda es la responsable, con pocas parejas, hijos a corto plazo, excelente ama de casa, aquella que cuida su cuerpo, ordenada, armónica, sutil, ingenua y muy profesional. La “mala”, en cambio, es liviana respecto a su conducta sexual, con muchos lazos afectivos pero poco profundos. Muy osada en términos de seducción, desde el punto de vista corporal. Probablemente utilice medias con ligas y lencería sensual y hasta se anime a bailar y a disfrazarse en la intimidad. El gran desafío de la mujer de hoy es poder integrar a ambas mujeres, y por eso es importante reflexionar al respecto. ¿Estamos desdobladas? ¿Dónde están nuestros frenos? Evaluá qué elementos te facilitan o dificultan la integración.

Mirate al espejo detenidamente. Es importante no tener una mirada lapidaria como usualmente ocurre: no te mires desde la falta o la carencia, sino desde la aceptación. Liberá tu mente de prejuicios, escuchate y anotá todo lo que se te ocurre respecto a lo que ves. Aceptá lo que no podés cambiar e intentá establecer estrategias para lo que sí es modificable, dentro de tus posibilidades. Establecé un plan de trabajo para cambiar lo que querés cambiar.

Revisá el placard: es una estupenda radiografía de tu estado actual. Es una foto que permite ver si estamos ordenadas internamente, equilibradas y en sintonía con el momento actual que estamos atravesando. Hay que animarse a eliminar todo lo que energéticamente te hace mal, colores o modelos que por un motivo no usas más, o esa ropa que preferís no ponerte porque te hace acordar de alguien.

Analizá tu ropa interior y preguntate: ¿cómo es? ¿refleja tu capacidad de seducir? ¿comprás ropa interior por gusto o solamente porque alguien la va a apreciar? ¿qué dicen de vos estas prendas? ¿qué información le entregás al otro si te ve con ellas? ¿esta ropa demuestra preocupación y cariño por vos misma?

Mantener la seducción en la pareja requiere de fuerza de voluntad. No viene sola, es una decisión. Sentarse en el living con tiempo y posibilitar conversaciones interesantes, hacerse regalos, usar perfumes y ropa interior seductora, es parte de todo esto.

Animate a jugar para sacar a la chica que llevás dentro. La invitación es a moverse y descubrir la cantidad enorme de facetas y rostros que tenemos todos los seres humanos. Intentá descubrir en pareja cuán capaces de seducir son cuando juegan.

Explorá individualmente fantasías no resueltas para analizar su contenido emocional.

Resolvé los conflictos donde se generan: si son en la cocina, allí deberán cuestionarse. Si son de dinero, en el living. Se trata de no trasladar los problemas al espacio íntimo de seducción.

Ejecutá con voluntad tu propio plan de seducción.

Regalate, al menos una vez a la semana, una cosa que te guste, algo material o tiempo para disfrutar de una actividad que disfrutes, o pasá tiempo con la gente que querés. La seducción es un camino que empieza por nosotras mismas.
Textos: Mara Derni. Para ti