miércoles, 28 de diciembre de 2011

La falta de deseo, en el podio de las disfunciones femeninas

Especialistas del Hospital Durand estudiaron el comportamiento de 453 mujeres y comprobaron que el 44% presentaba alteraciones del deseo y también durante el orgasmo. Recetas para solucionarlo.

La disminución del deseo sexual suele ir acomodándose en la cama en silencio. Hay quienes leen esa falta de ganas como el síntoma de una catástrofe inminente: una pareja que no va más, una infidelidad mal disimulada o el precio de la rutina. Otros comprenden que el deseo sexual no es una perilla que se enciende por generación espontánea. Lo cierto es que esta falta de apetito sexual –de ahí que informalmente se la haya empezado a llamar ‘anorexia sexual’– ya afecta casi a la mitad de las mujeres que llegan a la consulta.

La División Ginecología del Hospital Durand midió la prevalencia de disfunciones sexuales entre 453 mujeres atendidas en los últimos dos años (tanto quienes consultaron por alguna alteración en la respuesta sexual como quienes fueron a los controles ginecológicos de rutina). El resultado –presentado en el Congreso de la Sociedad Latinoamericana de Medicina Sexual, en septiembre– mostró que un 44% de ellas tenía una alteración del deseo, justamente la chispa que suele condicionar todo lo que sigue. Cuatro de cada 10 presentaron alteraciones en el orgasmo, un 14% en la excitación y otro 14%, dolor en el coito.

“El hecho de que se esté perdiendo el deseo entre los más jóvenes nos lleva a pensar que no tiene que ver con razones fisiológicas (como la disminución de hormonas durante el climaterio) sino con hábitos sexuales o parámetros culturales”, razona Beatriz Literat, médica sexóloga y ginecóloga de Halitus. “Por lo general, la sensación es que la iniciación sexual temprana, la libertad de no tener que comprometerse y de poder tener relaciones sexuales sin demasiada trascendencia o que haya mujeres que cuentan en los medios las cirugías que se hicieron, derivaron en una pérdida de la curiosidad, del misterio, de lo espontáneo. Hoy muchas chicas incluso se preguntan: ¿Será así o habrá tomado Viagra? Todo esto desestimula mucho el deseo”.

Sin embargo, son pocas las que llegan al consultorio habiendo despejado la X: “Muchas de ellas, recién en la confianza de la consulta ginecológica, cuentan que sienten dolor, ardor o molestias después de una relación sexual. Eso, por lo general, se debe a la falta de lubricación, porque muchas parejas van directo a la penetración antes de que se inicie la excitación”, describe Alicia Figueroa, tocoginecóloga del Hospital Durand. La falta de deseo parece entonces un escudo contra el dolor que vendrá.

Si bien las causas del deseo sexual inhibido pueden buscarse en el climaterio, en historias de abuso, en personas atrapadas por el estrés o la depresión y hasta en prejuicios religiosos y morales, la mayoría de las veces son psicológicas, culturales o relacionadas con la dinámica vincular. “Hay un malentendido con respecto a las características propias del deseo: se lo espera siempre ligado a lo natural, a lo espontáneo, a lo instintivo. Y en la sexualidad pareciera que es un mal síntoma tener que ir en busca del deseo. Así muchas parejas se apoltronan, convencidas de que el deseo sólo llega como maripositas en la panza, lo que sucede por lo general sólo al principio de cada relación”, explica la psicóloga y sexóloga Adriana Arias. “Por eso un tratamiento efectivo consiste en reeducar los hábitos de la pareja: enseñarles a eliminar la cabeza, enemiga de la erótica, y motivarlos a que usen la imaginación y construyan fantasías, el verdadero lenguaje de la erótica”.

Lo cierto es que cuando llegan a la consulta –las pocas veces que llegan de a dos– los especialistas se encuentran con que cargan con una lista de sobreentendidos o malentendidos (incluso quienes llevan décadas en pareja): “Ella cuenta ‘él va directo a la penetración y no hace nada para que me excite antes’ y él se queda helado porque creía que estaba chocha por su rendimiento”, describe Arias. “Otros no se atreven a construir fantasías porque suelen pensar que son las hermanas bobas de la realidad. Por ejemplo, la mayoría de las mujeres fantasean con incluir a otras mujeres en la cama y eso no las convierte en homosexuales reprimidas”, explica.

Existe una receta para no resignarse a ir a la cama sólo para dormir cola con cola. La tiene Arias: “Ganas de tener ganas”.

Por Gisele Sousa Dias
Clarin

domingo, 11 de diciembre de 2011

DESPUÉS DEL AMOR…

Parece difícil volver a sonreír. Se siente la soledad y la falta del otro. Pero no es imposible superar una ruptura de pareja. Por eso, la médica psiquiatra de Fundación Foro, Laura Marcela Gil Lemus, habló con Para Ti Online y explicó las sensaciones que invaden cuando el amor se termina y cómo salir adelante.
Que “lo extraño”, que “no puedo seguir sin él”, que “no hice lo suficiente” son algunas de las típicas frases cuando una relación se termina. Cuando esto se produce, muchos sentimientos atraviesan nuestra mente y, sobre todo, el corazón pero, ¿de qué se tratan? Según la psicóloga, estos varían a lo largo del proceso de separación:

*La tristeza. Es una emoción frecuente cuando la persona siente que las cosas no tomaron el rumbo que deseaba, este es el caso de quienes tienen expectativas de formalizar, de casarse o de mantener un vínculo por largo tiempo. La sensación de ser rechazado o no valorado también conlleva a la tristeza.

*El enojo. Es común cuando se siente que un objetivo importante fue bloqueado y no se obtuvo el resultado esperado o porque la pareja se terminó por criticas constantes o engaño.

*El miedo. Se produce cuando la ruptura amenaza el bienestar y aparece el temor a no poder seguir adelante o a no encontrar una compañía amorosa en el futuro.

*La culpa. Se siente que no se hizo las cosas de acuerdo a los valores personales, que se lastimó al otro o se recuerdan errores pasados. Es común preguntarse si haber hecho algo distinto hubiera cambiado el rumbo o hubiera hecho que las cosas fueran distintas. Este último sentimiento puede entorpecer la recuperación si se mantiene a través del tiempo. Por este motivo es importante aceptar lo sucedido y perdonarse los errores que se hayan podido cometer.

CUANDO NO SOMOS SÓLO DOS… Si se enfrenta una ruptura y se tiene hijos, la situación parece desbordar. Para la profesional, lo que debe prevalecer es la honestidad: “Lo principal es poder hablar con los hijos respecto a las dificultades de la pareja y dejarles claro que la separación no se relaciona con nada que ellos hayan hecho o dejado de hacer y transmitirles la tranquilidad de que, pase lo que pase, contarán con sus padres siempre”.

SEGUIR… “El tiempo que dura el duelo y la recuperación depende del tipo de vínculo y de si se cuenta con una red de apoyo como la familia y amigos que puedan acompañar esta etapa”, señala Gil Lemus. Para salir adelante, añade: “Hay que ser conciente de que después de romper un vínculo vienen cambios emocionales que requieren un tiempo para solucionarse. No es adecuado apresurarse a tomar decisiones o hacer cambios drásticos en esta etapa y es recomendable tomarse un tiempo mientras se atraviesa el proceso”.

Por otro lado, como la soledad es una sensación siempre presente, la profesional explica: “Una estrategia que puede resultar útil es realizar actividades placenteras sola o con amigos y familia. Tener mucho tiempo libre puede aumentar el malestar, por eso es importante vincularse con actividades deportivas o culturales que, progresivamente, aumenten la percepción de bienestar”.

para ti

Por Celeste Lattanzio.

Asesoró Laura Marcela Gil Lemus, médica psiquiatra de Fundación Foro.

Foto: Archivo Atlántida.

¿FELICES PARA SIEMPRE?

En los finales de los cuentos que nos narraban de chicas siempre era todo más fácil. Cuando los obstáculos terminaban, finalmente la princesa conseguía a su príncipe azul y eran felices ¡y hasta comían perdices! Pero en la vida real, y más para las nuevas generaciones, todo es más complicado.
Marcelo Passini, psicólogo y admisor de Fundación Foro, explica: “En la sociedad actual el individualismo tiene un gran peso y muchas veces priva sobre la pareja. El individuo tiene más libertad y entonces las parejas jóvenes no ven tan dramático el hecho de discutir y romper un vínculo”.

Pero, ¿qué factores de la modernidad ampliaron esa libertad? “Los cambios que se produjeron en cuanto al rol de la mujer −ya que en el pasado no tenían independencia económica ni muchas posibilidades en el mundo laboral−, los cambios en las leyes, ya que cuando no existía la ley de divorcio se elegía permanecer en pareja antes de perder algunos derechos. Y hasta los avances científicos porque no hace falta estar en pareja para engendrar un hijo”, cuenta el especialista.

LOS PROBLEMAS MÁS COMUNES.Hay causas de peleas que son muy habituales en las parejas que llevan muchos años juntos. Entre ellas, el profesional destaca: “El deterioro que se produce al caer en el aburrimiento, el tedio, la falta de interés y la rutina son los problemas principales”. Además, cuenta que “algunas características de los miembros de la pareja que antes se toleraban o se pasaban por alto, comienzan a tener más peso y a generar descontento”.

¿TODO TIENE SOLUCIÓN? Actualmente, una alternativa muy común es recurrir a terapia de pareja. “Se elige este método cuando la convivencia o los encuentros con la pareja en lugar de ser placenteros terminan siendo frustrantes y generadores de discusiones, o cuando hay enfrentamientos que resultan muy hirientes. O, simplemente, cuando se quiera mejorar el vínculo”, explica el licenciado.

“Muchas veces el terapeuta actúa como un mediador para lograr acuerdos y, como un observador externo, transmite las modalidades vinculares que puede ver entre los miembros de la pareja, y a través de un trabajo conjunto se ve la forma de modificar aquello que es nocivo para la pareja”, dice Passini.

Con respecto a este tipo de terapia el especialista aclara: “Puede ser muy frustrante si se inician las sesiones con la expectativa de que el otro cambie. La terapia también puede ser útil si hay que tomar la decisión de finalizar el vínculo, para que esto se haga de la mejor forma”.

CODO A CODO. Para poder lograr que la pareja sea duradera y estable, Passini aconseja:

*Es necesario evitar todo aquello que puede hacer caer en la rutina, en el aburrimiento y en el desinterés de estar y compartir con el otro.

*Es importante que cada integrante de la pareja tenga su espacio propio, es decir, que no sienta la necesidad ni obligación de compartir todo. ¿Cómo hacerlo? Que cada uno siga manteniendo actividades en las que no estén involucrados los dos.

*¿Algo esencial? Que el hecho de estar juntos y compartir sea una elección y no algo impuesto, que nunca se viva como una obligación.


para ti
Por Celeste Lattanzio

Asesoró Marcelo Passini, psicólogo cognitivo conductual, psicoterapeuta y admisor de la Fundación Foro.

miércoles, 2 de noviembre de 2011

El miedo al compromiso

¿Los hombres se comprometen menos que las mujeres? ¿Se prefieren las relaciones free? ¿Se teme al amor? Para Ti Online charló con una especialista que responde a todos tus interrogantes.
“El temor al compromiso afecta tanto a hombres y a mujeres por igual y vemos que detrás de éste se encuentran el miedo al fracaso, a ser herido emocionalmente, a no ser correspondido y al engaño”, explica la psicóloga Mónica Gramajo.Touch & go, relaciones free o amigos con derecho son algunas de las denominaciones que definen a los tipos de pareja actuales. Cada vez son más frecuentes y todas esconden detrás el mismo temor: el miedo al compromiso. Por eso, la psicóloga de Fundación Foro, Mónica Gramajo, explica a Para Ti Online a qué se debe.
“La vida actual se caracteriza por una multiplicidad de estímulos que hace difícil, tanto a los hombres y mujeres, pensar en una pareja estable y en el proyecto de familia tal cual era concebido en otras épocas. Las relaciones de hoy parecieran ser tan efímeras y fugaces como los tiempos que corren”, dice la profesional.

Entre los factores de esta situación se destacan el individualismo y la prioridad a los proyectos e intereses propios. “La sociedad posmoderna resalta estos valores por encima de los demás, lo cual influye en la dinámica de las parejas ya que lo principal no es casarse sino completar el proyecto personal. Hoy vemos la tendencia a contraer matrimonio a edades más avanzadas mientras se disfruta de relaciones free donde ninguno de los dos exige compromiso en cuanto a la exclusividad del vínculo. Pareciera que el amor se ha racionalizado y divorciado de los sentimientos”, explica la especialista.


¿QUIÉN TEME MÁS? Si bien suele señalarse a los hombres como los más proclives a no comprometerse, la psicóloga rompe el mito. “Nosotras trabajamos, somos profesionales, no dependemos económicamente de ellos, y además seguimos ocupando nuestros roles tradicionales. Tenemos más libertad, sabemos lo que queremos y nuestra incorporación al mundo laboral marca un cambio de valores respecto al de nuestras madres y abuelas”. Entonces, el miedo “afecta tanto a hombres y a mujeres por igual y vemos que detrás de éste se encuentran el temor al fracaso, a ser herido emocionalmente, a no ser correspondido y al engaño”, agrega.

Además, la psicóloga explica: “También se esconden creencias rígidas acerca de lo que debe ser un hombre o una mujer, y la idea de que es mejor quedarse donde estamos y no enfrentar nuevas relaciones. Por eso, una persona que teme a comprometerse evita hablar de lo que siente, es celosa, controladora y proyecta en la pareja sus propias inseguridades y conflictos”.


LOS ORÍGENES. ¿De dónde vienen estos miedos? ¿Influye la crianza en los vínculos amorosos? La psicóloga asegura que sí. “Los padres somos el modelo de relación de nuestros hijos y siempre va influir −aunque no sean determinantes− en la elección de la futura pareja”. Es decir que si los padres son una pareja madura, con una buena comunicación a la hora de resolver sus conflictos, el niño va a desarrollar el compromiso y la tolerancia como valores positivos. Como indica Gramajo, “el apego seguro de un hijo con su madre, de quien recibió cariño y contención, va a hacer que éste desarrolle vínculos seguros en su adultez”.


ANIMARSE A QUERER. “El amor no puede quedar por fuera de las profundas modificaciones que plantea el posmodernismo y por eso la pareja estable y tradicional exige una nueva organización para sobrevivir en estos tiempos. Frente a esto, lo importante es aprender a ceder el espacio individual para incluir al nosotros, enfrentando los miedos e inseguridades que nos ayuden a recuperar la confianza”. Ya que, como concluye la profesional, “nunca el ser humano podrá dejar de lado la pasión y la necesidad de amar, somos seres sociales y el amor seguirá siendo el más humano y universal de todos los sentimientos”.


Para Ti
Por Celeste Lattanzio.

martes, 25 de octubre de 2011

Celos (Mi amor, mi enfermedad)

Ser o no ser... “No existe no ser celoso”, asegura Luis Buero, psicólogo social y autor de Los celos en los vínculos cotidianos, un libro que escribió tras cinco años de experiencia en la coordinación de talleres para celosos y celados. ¿Cuál es el límite entre los celos naturales, la debilidad y la patología? El especialista en “celos tóxicos” analiza el problema y propone claves para enfrentarlos y evitar daños en la pareja. Además, con sentido común y en clave de humor, un autotest y un detector de celosos implacables.

El se va a jugar al fútbol, después sale con los amigos, y me deja sola”, “Ella da clases de baile y eso me pone loco”, “Ella empezó a estudiar y tengo miedo de que se enamore de algún compañero”, “Me revienta que mi cuñada lo salude tan efusivamente”, “Es demasiado sociable y ellas se pueden confundir”, “Me molesta que no confíe en mí”.
Estas frases que quizás a muchas nos suenen bastante familiares son sólo algunas de las tantas que resuenan en un taller de reflexión unisex para hombres y mujeres, para celosos y celados. Más precisamente, en las reuniones de “Cuando los celos te carcomen”, convocadas y coordinadas –desde 2005– por Luis Buero, periodista, psicólogo social y counselor que además acaba de publicar Los celos en los vínculos cotidianos (Del Nuevo Extremo), un libro dedicado a describir el origen de los llamados “celos tóxicos” y que intenta aportar algunas herramientas para ayudar a disminuir el nivel de angustia de quienes más los sufren. Pero, ¿de qué hablamos cuando hablamos de celos y, más precisamente, de celos patológicos? Porque ese sentimiento que “revuelve las tripas” cada vez que él habla muy simpáticamente con otra mujer, o cuando ella sale a tomar un café con un amigo de la adolescencia –con quien se reencontró vía Facebook– es algo que toca vivir en una u otra oportunidad, pero no por eso sentimos que tenemos que resolverlo en terapia.

“No existe no ser celoso, lo que sí puede existir es no ser celoso patológico. Los celos de ese tipo se presentan en la pareja como un miedo a ser engañado, a ser abandonado. Y, además, no son justificados, sino imaginarios”, explica Buero, que los describe como celos que van acompañados de intensos sentimientos de inseguridad, autocompasión, hostilidad y depresión. “Y son destructivos para cualquier relación humana”, advierte.


LA OTRA EDAD DE LOS POR QUE… Hay ciertas actitudes que tienen los celosos patológicos que nos permiten distinguirlos fácilmente. “Su angustia se manifiesta en la queja constante, en la demanda excesiva de amor, en la dependencia emocional extrema. Esa queja puede ser ante la dedicación del tiempo del celado a otras actividades que no signifiquen estar con él o ella: algún deporte, estar con los hijos de otro matrimonio, con su madre... El celoso reclama más tiempo, más exclusividad”, detalla y remarca algunas preguntas recurrentes de la vida cotidiana del celoso patológico: “¿Por qué llegaste tan tarde?”, “¿Por qué te perfumaste tanto?”, “¿Por qué mirás con esa cara a las mujeres?”. El coordinador del taller de reflexión “Cuando los celos te carcomen” se ríe al observar que muchas mujeres eligen a su novio porque es muy simpático, pero después se quejan de su carácter y quieren que no sea más simpático… con nadie. En materia de celos, uno de los cócteles explosivos para una relación es el encuentro entre una persona obsesiva y una histérica. “Los sujetos con una estructura subjetiva histérica son personas que con su comportamiento tienden a producir celos en la pareja, porque siempre están tratando de seducir, de llamar la atención, de buscar el deseo de los demás. Cuando se trata de una histérica, ella se pregunta: ¿Qué es ser una mujer? Y, como no existe una respuesta establecida, trata de responder a esa pregunta a través de la mirada masculina. No va a buscar al otro, sólo su deseo, el deseo de ese Gran Otro. Y, si su compañero es un obsesivo, eso a él le resulta muy incómodo, sufre muchísimo”.

Si nos metemos en cuestiones de género, ¿nosotras sufrimos más los celos que los hombres o es al revés? El psicólogo social relativiza las diferencias y afirma que la única distinción puede residir en las reacciones. “Lo que se está viendo mucho últimamente son los casos de violencia de género. El hombre tiende más a la agresividad física, no sólo a la verbal. ‘Si no sos mía, no sos de nadie’, piensan. La mujer, en cambio, si usa la violencia, lo hace como reacción a su exceso de angustia, que se transforma en agresión. Esto tiene que ver, en lo social, con el fuerte machismo que hay en Latinoamérica”.


LA GUERRA DE LOS CELOS. Si nos remontamos cuarenta años atrás, hubo muchos cambios en el rol de la mujer dentro de la sociedad, lo que, indudablemente, influyó en materia de celos. “El cinturón de castidad era de la época medieval. Si lo vemos así, los cambios sociales de las últimas décadas no deberían ser disparadores especiales de las sospechas masculinas. Pero también es cierto que la inserción laboral femenina, los métodos anticonceptivos y la llamada liberación de la mujer (incluyendo su autoabastecimiento económico) contribuyen al pánico de algunos hombres a ser engañados o abandonados”, explica Buero.

Las nuevas tecnologías también dieron pasos de gigante en materia de transformaciones, y se inmiscuyeron en cada resquicio de nuestras vidas, incluso en nuestras relaciones afectivas. Así, teléfonos móviles, casillas de correo electrónico y redes sociales reemplazaron a la técnica de antaño de las “parejas detectives” que revisaban bolsillos y miraban agendas. “Ahora se investigan celulares, la casilla de e-mail y la cuenta de la pareja en Facebook. Sin embargo, hay que pensar que incluso con las nuevas tecnologías se puede burlar al celado, ya que se puede tener otro teléfono celular o una casilla de e-mail desconocida”, afirma el especialista. Lo cierto es que la persona celosa –sea ella o él– se vuelve perseguidora implacable, porque ve a quien está consigo siempre como sospechoso y siente el mundo externo lleno de rivales y, por eso, llega a invadir el mundo privado del otro. Esa es la cuestión... Meternos en la privacidad de la pareja en exceso, convertirnos en policías afectivos full time, es una de las actividades que deberíamos abandonar. “Si el celoso dejara de gastar toda esa energía mental en revisar el mundo privado de su pareja y la usara para realizar cosas por sí mismo –una asignatura pendiente, por ejemplo–, se sentiría mucho mejor, aumentaría su autoestima, y empezaría a recibir una serie de suministros narcisísticos de otras personas y otros ámbitos”, afirma el autor de Los celos en los vínculos cotidianos.

Pero, ¿es la autoestima lo esencial para la recuperación del celoso patológico? A pesar de considerarla importante, Buero cree que lo más importante es que la persona haga una autocrítica definitiva cuando no un tratamiento psicológico, “sobre todo si ve que va pasando por distintas parejas y siempre le pasa lo mismo: pierde por celos”.

En el taller que coordina –al que asisten mujeres y hombres de entre 18 y 80 años– se transmite la idea que no existen garantías de nada y se trabaja sobre conceptos como el desapego y la propia seguridad (“si me engañan o me dejan, no me voy a morir...” es una de las ideas fuerza en este aspecto). De hecho, en su libro, Buero escribe sobre la autorrealización de los celosos como “un paso anterior a la valoración de sí mismos”. Y otra de las claves a tener en cuenta a la hora de combatir los celos excesivos en la pareja son los roles y su necesidad de intercambiarlos. “Existen dos roles en la pareja: el amante y el amado. El amante es el obsesivo que labura por sostener la relación; se acuerda de los aniversarios, se produce más y está atento a todo. El amado, en cambio, es el que recibe y sólo recibe. Si los roles son fijos, resulta muy perjudicial para ambos. Lo ideal sería que las personas fueran conscientes del rol que están desempeñando y que esos roles fuesen intercambiables”. Cuestión de estar atentos sin vigilar demasiado.

Para Ti

Textos: Laura Spiner. Ilustración: Francisco Raúl Alt. Fotos: Claudia Martínez.

Muy cerca de ganar la batalla

Cada año, a más de un millón de mujeres de todo el mundo, de entre 45 y 56 años, se les diagnostica cáncer de mama. Se trata del tipo de cáncer más común entre las mujeres: una de cada diez lo padece, a lo largo de su vida. Sin embargo, la ciencia está cada vez más cerca de torcer el destino de esta verdadera epidemia. Con la revolución de las terapias dirigidas –fármacos que atacan de manera específica–, hasta los cánceres de mama más agresivos están cediendo. Sobrevida. Esa es la palabra clave para todos los enfermos de cáncer y, por supuesto, para las mujeres que sufren cáncer de mama. Porque en este ámbito de la medicina, el térmimo es sinónimo de curación. Y ese fue el mensaje central del último encuentro de la American Society of Clinical Oncology (ASCO), que se llevó a cabo en Atlanta, Estados Unidos. Ahí, con la presencia de 30 mil oncólogos de todo el mundo, se dieron a conocer los últimos avances, desde la genética y la farmacología, que están revolucionando la manera de encarar el cáncer de mama. “Hemos descubierto que hay probablemente entre seis y ocho categorías de cáncer de mama, y cada uno se comporta de forma diferente. Tenemos que acercarnos a cada subcategoría con la mejor terapia”, dijo en Atlanta Dennis J. Slamon, médico de la Universidad de California y uno de los investigadores más renombrados en el área. “Antes, se aceptaba cierto monto de toxicidad a cambio de más beneficios. Eso está cambiando. Hoy, debido al creciente número de sobrevivientes de cáncer de mama (ver recuadro), es cada vez más crítico el desarrollo de terapias efectivas que minimicen los efectos de los tratamientos. El futuro del cáncer de mama está en las terapias dirigidas”, agregó Slamon. Este dato no es menor. El cáncer de mama afecta entre el 8 y el 9 % de las mujeres a lo largo de su vida. Cada año, se diagnostican más de un millón de nuevos casos de este cáncer a nivel global, cifra que lo ubicaría como una verdadera epidemia. Según los cálculos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), este año, a más de un millón de mujeres en todo el mundo se le diagnosticará cáncer de mama, una enfermedad que mata a 400.000 mujeres, entre los 45 y 56 años, una franja en la que aún están muy activas. En nuestro país, de los 104 mil nuevos casos de cáncer, 12 mil son de mama. Pero, a pesar de que es el tipo de cáncer más común entre las mujeres, los avances en cuanto a detección temprana y tratamiento lo han convertido en el tipo de cáncer que más sobrevida tiene. Además del hecho de que según el National Center Institute Office of Cancer Suvivorship el de mama tiene un 22 % de sobrevida comparado con otros tipos de cáncer, hay otro dato más: una mujer con diagnóstico de cáncer de mama tiene –independientemente del estadío en que esté- un 50 % más de posibilidades de curación (es decir, una de cada dos mujerse se curan). “Es un tiempo excitante. Probablemente, estamos muy cerca de una victoria en la lucha contra el cáncer de mama”, reveló el médico alemán Michael Untch, en la Media Fair que el laboratorio Roche organizó también en Atlanta. Los resultados presentados indican que hasta el cáncer más agresivo, el HER2 possitive, un tipo de cáncer de mama de pronóstico negativo y muy difícil de tratar, está hoy siendo jaqueado por las nuevas terapias dirigidas (targeted therapies). Aunque con cautela, Untch, de la Universidad Ludwig-Maximilians, de Munich, se animó a decir que “ver que haya casi un 50 % de reducción en el riesgo de que el cáncer vuelva y, por lo tanto, mayor sobrevida es más que una promesa: es una revolución”. Las terapias combinadas A pesar de que es considerado uno de los cucos más grandes de los últimos tiempos, las investigaciones en este campo de la medicina parecen indicar lo contrario. Es sabido que, el cáncer, es un grupo de enfermedades que causan que las células del cuerpo cambien y crezcan sin control. Para decirlo bien claro: “A diferencia de un virus, que es algo externo, el cáncer es un organismo. Luchar contra él, es como una guerra civil. Es más difícil luchar en una guerra civil, que contra enemigos externos. Porque son parecidos a vos: en el cáncer, la lucha es contra tus mismos genes, que se han vuelto locos”, dice el español José Baselga, jefe del servicio de oncología delHospital Universitario Vall d’Hebron, de Barcelona. Sin embargo, Baselga agrega algo más interesante sobre el cáncer: “A pesar de que crecen agresivamente, las células cancerígenas son más frágiles de lo que se piensa. Se cree que son súper monstruos, pero tienen menos recursos de los que se piensa”, aseguró. “Es posible que sean uno o dos los eventos moleculares que hacen que el cáncer crezca. Tenemos evidencia que indica que, si se ataca a una célula cancerígena en los pasos críticos, se le puede inducir un daño significante. Estamos más cerca de lo que pensamos de tener efectos profundos en cáncer”. Aunque empieza en el tejido mamario, que está hecho de glándulas para la producción de leche, el cáncer de mama no es una sola enfermedad: es, más bien una enfermedad sistémica (esto significa que es posible que las mujeres no mueran finalmente del cáncer de mama original, sino debido a tumores celulares, que surgen a partir del tumor primario). Se lo clasifica como temprano o metastásico y, a su vez, en cuatro estadíos, dependiendo del tamaño y si ha migrado o no a otras partes del cuerpo. Hay, además, varios tipos de cáncer de mama. Un tejido maligno, por ejemplo, suele derivar en un ER, que es un tumor con receptores de estrógeno; o en un HER2 (human epidermal growth factor receptor 2). El HER2 es una proteína, producida por un gen específico, que está relacionado con un tipo particularmente agresivo de cáncer de mama, conocido como HER2 possitive. Este afecta entre un 20 y un 30 % de las mujeres con cáncer de mama, y requiere una especial atención, ya que el tumor del HER2 possitive crece de forma increíblemente rápida. Para algunas mujeres que tienen tumores con expresión HER2 possitive, la esperanza de sobrevida viene de la mano de una droga llamada trastuzumab. Elaborado por Roche, bajo el nombre comercial de Herceptin, este nuevo agente biológico –aprobado en 1998– representa el mayor avance a la hora de extender la vida de las pacientes y prevenir la recurrencia de la enfermedad en aquellas que ya han recibido quimioterapia. “Este agente biológico actúa atacando la superficie de las células. No sólo evita que la proteína se active, sino que provoca un serio daño que lleva a un achicamiento del tumor y, luego, a la destrucción de las células tumorales”, explica Untch. Las extensivas investigaciones que envuelven ensayos clínicos, muestran que trastuzumab, que es el primer anticuerpo monoclonal que actúa en la superficie de la célula, aprobado en tiempo récord por las administraciones europeas, prolonga significativamente la vida en promedio de las pacientes con HER2. ¿Cuánto? “Los resultados del HERA, uno de los mayores estudios internacionales de fase III sobre cáncer de mama, llevados a cabo hasta el momento, revelaron que en las pacientes con diagnóstico temprano de cáncer de mama, el trastuzumab redujo el riesgo de muerte en un 34 %”, dijo Untch. Esta droga, combinada con la quimioterapia y tratamientos hormonales estándar, logró reducir un 50 % los índices de recurrencia (diseasse free survival) del cáncer de mama en estadío temprano, una cifra que Untch califica de “excitante y alentadora. Podemos doblar el número de los sobrevivientes y darles mejor calidad de vida”. El tema es que no todas las pacientes responden al trastuzumab. Aunque no ha sido aprobada todavía, algunas investigaciones aseguran que el lapatinib –una droga que actúa en el interior de la célula, deteniendo la migración y que desarrolla el laboratorio GaxoSmithKline– podría reemplazar al Herceptin. Sin embargo, estudios recientes indican que, la combinación de las dos drogas, lograría un incremento de la efectividad, evitaría la migración del tumor y, finalmente, lograría su desaparición. De hecho, en el mega congreso de Atlanta, se presentó un estudio de fase III que demostró que en combinación con el trastuzumab, el lapatinib otorgaba una “importante y estadísticamente significativa prolongación de la vida, y un detenimiento de la progresión de la enfermedad, a las pacientes con EbB2 possitive”, un tipo de cáncer de mama metastásico y resistente. Lo mismo sucedió con bevacizumab: estudios de fase III demostraron que esta droga, en combinación con el tratamiento estándar, también doblaba las chances de sobrevida. Las llamadas terapias dirigidas, o a la carta, son fármacos que atacan de manera específica a la molécula que es responsable de que una célula sea cancerosa. Están inspiradas en las terapias del HIV. Según explica Baselga, “las terapias del sida mostraron que, armando un cóctel de terapias, se retardaba la aparición del virus. Esa idea se aplicó al cáncer. Si el trastuzumab no funciona a la hora de bloquear el HER2, lo que hacemos es combinarlo con otros inhibidores, y la respuesta es muy superior”. ¿Este es el único approach? No, afirma el español: “Si se produce una resistencia a la primera terapia, hay muchísimas posibilidades de combinación. Si somos lo suficientemente inteligentes, si bloqueamos los pathways, las combinaciones actuarán mejor que la quimioterapia sola. Lo que las terapias moleculares dirigidas hacen es provocar una sinergia”, dijo Baselga. Por ejemplo, en este momento, varios estudios están llevándose a cabo con la combinación de capecitabine (Xeloda, una píldora de Roche) o vinorelbine (Navelbine Oral, de Laboratorio Pierre Fabre) con los tratamientos estándar. A estas terapias moleculares dirigidas, Baselga las engloba dentro de lo que él llama la segunda ola de inhibidores. ¿Habrá una tercera generación? Sí, identificar mejor el perfil genético de las pacientes que responden o no a determinada medicación. El derecho a elegir En el pasado, las terapias para atacar al cáncer eran mutilantes. Las terapias dirigidas de hoy, implican mucho más que a apuntar a targets específicos. “Los nuevos agentes y los nuevos estudios que están viniendo nos dan la oportunidad de estudiar hipótesis que en el pasado considerábamos imposibles. Uno de los más grandes desafíos en la oncología médica, es lograr un cambio cultural”, opina José Baselga. La lista de desafíos futuros podría ser encabezada por la quimioterapia. Para Baselga, “los médicos tienen un problema cultural con ella: son quimiodependientes. Creo que, si bien no terminaremos con ella, la utilizaremos mejor. Será un complemento”. Sin embargo, haber llegado a esta decisión supone otros pasos previos, no menos importantes. Según dos de las más grandes sociedades oncológicas del mundo, la American Society of Clincial Oncology (ASCO) y la European Society for Medical Oncology (ESMO), los pacientes de cáncer deben discutir junto con sus oncólogos sobre cuál es la mejor opción de tratamiento, según sus riesgos y beneficios, el estado y las características biológicas del cáncer y la edad de la paciente. Cada uno de los diez puntos del consenso, que dieron a conocer estas dos sociedades, encierra un derecho que los pacientes deberían apropiarse. El derecho a la información, es uno fundamental. “Ni bien una paciente se entere de que tiene cáncer, lo que tiene que hacer, es solicitarle a su médico que le haga un screening, para saber qué tipo de cáncer de mama tiene”, señaló Untch. Todas las mujeres deberían saber, además, que hoy en día el tratamiento del cáncer merece un enfoque multidisciplinario: “Se necesitan buenos radiólogos, para tener buenas mamografías, buenos cirujanos, para hacer buenas cirugías, buenos patólogos, para hacer buenos tests, buenos oncólogos, para que te den buenos tratamientos, y muchas otras especialidades más. Si esta cadena no se rompe, la paciente sobrevivirá”, puntualizó Untch, en el encuentro que Roche organizó con los periodistas de todo el mundo. Es más: con las terapias dirigidas, tendrán mejor calidad de vida, por más tiempo. “Desafortunadamente, las cifras indican que, una de cada 10 mujeres, tendrá cáncer de mama a lo largo de su vida. Entonces, a cierta edad, muchas tendrán que enfrentar al cáncer. Pero, hoy sabemos qué podemos hacer, algo que no sucedía hace 20 años atrás. Y en 10 años más, estaremos un poco más cerca de la cura. Mientras tanto, hay muchísimas pequeñas revoluciones en las terapias del cáncer que ya lo están cambiando todo”. Texto: Para Ti. M. F. Sanguinetti Fotos: A. Atlántida y Photo Courtesy© ASCO/Todd Buchanan

sábado, 24 de septiembre de 2011

Andropausia y menopausia: tiempo de cambios

A partir de los 45 años, hombres y mujeres experimentan una revolución hormonal. Malhumor, cansancio e insomnio son algunos síntomas. Y el deseo a veces decae. Claves para vivir bien esta etapa. ¿Qué sería de los hombres si por una vez sintieran los dolores de las mujeres? ¿Cómo harían con un trabajo de parto o una cesárea? Difícil de adivinar. Pero la naturaleza es sabia y siempre tiene la última palabra. Hay un momento en que los malestares femeninos y masculinos se encuentran. La menopausia y la andropausia nos cambian la vida por igual. Llegan en un momento clave: los primeros síntomas aparecen a los 45 años y se desencadenan después de los 50. Una etapa en la que la vida baja un cambio: “Los hijos crecieron, algunos comienzan a dejar el hogar y hay más tiempo para pensar en la vejez, la pareja, los logros, los fracasos…”, asegura la psicoanalista Judith Altman, directora de Espacio Redes, una fundación especializada en psicología de familia. En ese momento en el que los universos femenino y masculino se tocan, ellas y ellos comparten algunos síntomas: cambios de humor, cansancio, insomnio y una “revolución hormonal”. En las mujeres baja la progesterona y, en los hombres, la testosterona. Esto se hace sentir en la cama. “La testosterona es la hormona del deseo. Si hay menos, las ganas de tener sexo bajan. Si le sumamos que los problemas prostáticos comienzan a hacerse visibles, la cosa se complica un poco”, asegura Claudio Rosenfeld, coordinador del Capítulo de Medicina Sexual de la Sociedad Argentina de Andrología. En la mayoría de las mujeres el deseo no baja, pero el cambio hormonal provoca algunos problemas físicos, como falta de lubricación vaginal, incontinencia urinaria y cistitis crónica. Eso, sumado a algunos problemas de erección que empiezan a aparecer, componen un cóctel fatal para el placer. Todo tiene solución. Las terapias de pareja, los tratamientos hormonales y las cremas lubricantes pueden hacer milagros, pero es un momento que a veces cuesta pasar. ¿Quién sufre más? Para el ginecólogo Eduardo Depiano, presidente de la Asociación Argentina para el Estudio del Climaterio, la clave está en la manera en que las dos etapas se presentan: “La menopausia es la última menstruación. Un momento puntual que representa un quiebre en la vida de la mujer. La andropausia no es brusca sino que se presenta gradualmente y, por eso, no tiene el mismo impacto”. Rosenfeld coincide: “En los hombres es un proceso de declinación, que puede estar acompañado de la pérdida de masa muscular, desgano, cansancio y falta de energía”. Además de los sofocones, la falta de calcio y los dolores musculares, en las mujeres la falta de menstruación significa el fin de la fertilidad. Aunque no tengan la vitalidad de los 20, los hombres pueden seguir teniendo hijos. Y esa no es una diferencia menor. “Para nuestra sociedad, el final de la reproducción equivale a la vejez. En consecuencia, la menopausia tiene una imagen negativa muy importante. Es irreversible y la mujer sabe desde niña que le va a suceder. Es como una profecía autocumplida, un momento en el que todos los temores se hacen realidad”, explica Gustavo Fos, psicólogo y coordinador del área de depresión de la Escuela Sistémica Argentina. De la menopausia a la depresión hay un paso. Sin embargo, la mayoría no lo da. “La mujer teje una red solidaria inmediata, tiene la capacidad de procesar y hablar. Sus amigas pasan por lo mismo y se contienen mutuamente”, agrega Fos. A ellos no les pasa lo mismo. “El hombre oculta y enmascara -asegura el piscólogo-. Teme al dolor psíquico y espiritual, los amigos varones preguntan poco y suelen ser poco eficientes en la ayuda antes este tipo de cambios. Se sienten más solos que las mujeres”. Y un hombre solo siempre es peligroso... “Ver que están más cerca de la vejez que de la juventud, es un golpe a la virilidad. Por eso, no es casual que en la andropausia muchos hombres rompan con su pareja de toda la vida y empiecen una historia con una chica más joven”, dice Altman. Para la especialista, la andropausia y la menopausia son una prueba de fuego en la pareja: “Hay un montón de preocupaciones de juventud que ya no están: la crianza de los hijos, el desarrollo profesional, los logros económicos. Sólo queda el amor. Los que saben aprovechar ese momento son los que triunfan”. Estos cambios corporales enfrentan a hombres y mujeres a lo que ya no son. La clave siempre es mirar todo lo que podemos ser.
Entremujeres

Superar una muerte

Este tema lo preparé por la gran cantidad de correos electrónicos que he recibido en los últimos años de personas que han perdido familiares, seres queridos y, los han perdido de pronto, algo que no esperaban y por la inmensa cantidad de noticias de muertes trágicas que a diario vemos en los noticieros de nuestro país. Tal vez no todos se debieron a una larga enfermedad sino que sucedieron en un accidente de autos, un robo o una pelea callejera.
Quizás lo mataron en la calle o sufrió un accidente laboral. Muchas personas que tuvieron que atravesar esos momentos no se han podido reponer, tienen muchas preguntas sin respuestas. A lo largo de toda nuestra vida los seres humanos podemos sufrir más de cuarenta pérdidas emocionales; por ejemplo: la muerte de un ser querido, una mudanza inesperada, una graduación, casarse, terminar con una adicción, una enfermedad grave que aparece en la vida, la jubilación, cambios financieros, problemas legales, dejar el hogar, etc.
Todos estos cambios nos provocan pérdidas emocionales, perdemos algo bueno o malo y pasamos a otra situación, buena o mala, pero siempre algo perdemos. Estas pérdidas emocionales a las que nos enfrentamos nos provocan “pena”.
¿Cuántos sintieron pena alguna vez en su vida?
Cada vez que perdés algo, provoca pena y, la pena no ha sido muy bien entendida y tampoco hemos sabido cómo ayudar a esa persona que estaba atravesando por esa situación. Por todo esto, en primer lugar, quiero decirte que tener pena frente a una pérdida, sentir dolor frente a ella, es normal.

“Que nadie te juzgue por sentir pena”
La pena es el resultado de dos sensaciones que se contradicen entre sí. Por ejemplo, el día que falleció mi papá yo tenía diecinueve años y, ese mismo día, a mí me pasó algo extraño que yo me culpaba por sentirlo hasta que entendí que era algo normal. Por un lado decía: “murió, ¡qué bueno! no voy a tener que estar esperando nunca más que él venga”.

Yo me acuerdo que todos los días esperaba que él llegara a casa y que no le hubiera pasado ningún accidente y, cada vez que llegaba, que oía las llaves, porque él entraba a casa, decía: “Gracias, Señor, porque lo trajiste sano”. Entonces, cuando él murió, lo primero que  pasó por mi mente fue: “ahora ya no me voy a tener que preocupar más por eso, porque él ya no está”. Es decir, por un lado sentía alivio y, por el otro lado, tristeza, dolor y angustia; ya que, no iba a poder verlo más, no podría hablar más con él, no iba a poder abrazarlo más, nunca más podría darle un beso o que él me diera un beso a mí… Y estas dos sensaciones, estas dos experiencias que se juntaron en un mismo momento es lo que a veces no entendemos de la pena. Otras de las situaciones en las cuales ambas sensaciones aparecen juntas es frente a un divorcio, ante la pérdida de un matrimonio.

Mujeres que por un lado dicen: “tengo alivio porque ya no voy a pelearme más, no voy a discutir más, no voy a estar más bajo presión” pero, por el otro lado, sienten el dolor y la tristeza de tantos años vividos juntos y la inquietud de qué es lo que vendrá de ahora en adelante para sus vidas. Dos sensaciones que se encuentran bajo una misma situación: alivio y dolor, emociones ambas por las cuales no tenés que sentirte culpable.

“Los seres humanos podemos sentir alivio y dolor a la misma vez, es natural”.

La pena está relacionada con el corazón y no con el cerebro; por eso, cada vez que a una persona que pierde algo, que está sufriendo, le queremos dar explicaciones racionales, no la ayuda en nada lo que le estamos diciendo.

[La pena no pasa por la cabeza, pasa por el corazón, se siente, y no podemos aliviar la pena de nadie tratando de darle respuestas racionales]

El otro puede entender todo claramente, pero la pena sigue estando en el corazón. ¿Saben cuál es el gran problema? Es que estamos muy mal preparados para ayudar a una persona que está pasando por dolor. Por ejemplo: desde chiquito, cuando perdías algo, los más grandes te decían: “No te sientas mal, no llores”. Entonces cuando trataban de consolarte con esa frase, ¿qué pensabas por dentro…?

• Que tenías que reprimir el llanto,
• Que tenías que reprimir la emoción, porque llorar frente a la pérdida estaba mal.


Otra de las frases que nos decían eran:

• “no importa, ya vas a conseguir otra esposa o;
• “se te murió el perrito, la semana que viene te compro otro”.


Es decir, para que la pena desaparezca había que reemplazar lo perdido, sin embargo hacer esto no calma el dolor que se siente ante una pérdida.

Otra de las frases era:

• “el tiempo sana las heridas, el tiempo sana todo”.
Esa es una gran mentira porque el tiempo no sana nada, lo que sana es lo que hagas en ese tiempo, no el tiempo por sí solo. Si vos decidís sentarte a esperar que venga la sanidad, la sanidad no va a venir y el tiempo se va a hacer largo, porque el tiempo no sana heridas sino lo que hagas en ese tiempo de espera es lo que te podrá levantar de una pérdida.

También:

• “sé fuerte para los demás, sé fuerte para tus hijos”.
¿A cuántos les dijeron eso?, “tenés que ser fuerte, vos sos el sostén de la familia…”
Y vos, en ese momento de dolor, no sabés quiénes son los demás, en ese momento existís vos y tu dolor, no podés ser fuerte para nadie. A la persona que está pasando por un momento de dolor no le sirve que le digan eso.

Otras frases como:

• “mantenete ocupado, se te va a pasar, te vas a olvidar”.
Mantenerse ocupado tampoco soluciona el dolor. Uno puede estar ocupado todo el día, pero al llegar la noche, llega con ella el vacío. Es entonces cuando el dolor y la tristeza vuelven a tu vida, porque no estás sanando tus emociones llenándote de tareas, sino apenas tapándolas.

[La ocupación no es mala, es buena pero es simplemente una distracción. Ella no tiene el poder de sanar la pena que nos ocasiona una pérdida]

Frente a una pérdida, muchas veces, nos dicen: • “Yo sé lo que estás sintiendo en este momento porque a mi me pasó exactamente lo mismo”, sin embargo esto no es así. Por ejemplo, si la pérdida que estás atravesando es la muerte de tu mamá, tu dolor va a ser único y distinto porque la relación que tenías con ella era única. Tal vez tu relación con tu mamá era mala o era buena y, la relación de quien te habló con su mamá era de indiferencia, por eso, es que no podemos sentir lo mismo. “No podemos saber lo que se siente porque toda relación es única”

Y también es seguro que nos encontremos con personas que, para consolarnos, nos quieran cambiar el tema de conversación, no querrán hablar de la muerte ni mencionar esa palabra.

Usarán sinónimos como ser:

• “se fue”,
•“partió”, no pueden decir “se murió”, no pueden hablar de la muerte, entonces, cambian de tema sin darse cuenta que vos le estás diciendo: “estoy destrozada, no doy más, siento que me estoy muriendo y que no tengo fuerzas”. Pero la persona que intenta consolarte, te dice: “no te preocupes, él está con el Señor, él ya no sufre más”.


A vos, en ese momento, esas palabras no te sirven, vos no querés perder el contacto físico con ese ser que ha fallecido, vos estás hablando de lo que te está pasando, de tu sufrimiento, de tu dolor, sabés que él está bien, que ya está en paz, que no tiene más dolor. Pero uno está hablando de su sufrimiento, de estar triste, de extrañarlo. Uno es el que está mal.

¿Cuántos de nosotros hemos dichos frases como éstas alguna vez? Seguramente todos y, como no sabemos qué hacer frente a la pérdida, decimos estas palabras naturalmente. Es por eso que ninguna de estas frases nos ayuda. Aunque ellas brotan naturalmente dado que crecimos escuchándolas, decirlas no ayuda a la persona que está atravesando este sufrimiento. En medio del dolor también nos encontraremos con aquellos que filosofan y sueltan frases hechas, como:

• vos estás vivo y hay que seguir viviendo,
• estás en medio del baile y hay que bailar,
• todo en esta vida tiene un final,
• tuvo una vida buena,
• vivió lo que tenía que vivir, encontrarás a alguien más,
• da gracias que lo tuviste unos cuantos años con vos.


Lo que nos pasa comúnmente es que al encontrarnos con una persona que ha sufrido una pérdida, comenzamos a darle grandes sermones y discursos, sin darnos cuenta de que todas esas frases juntas no ayudan. La persona que ha tenido una pérdida,  no necesita ni frases ni sermones, sólo necesita poder expresar todo su dolor y que alguien solamente escuche. Querido lector, quiero decirte que la recuperación del dolor de una pérdida, en parte se da cuando esa persona puede ser escuchada. Aprendamos a escuchar al que sufre. No sermonees al que ha sufrido una pérdida, ¡escuchalo!

Ahora veamos cómo nos recuperamos de una pérdida, cualquiera que sea.

• En primer lugar, tengo que saber que la muerte es inevitable.
Tenés que saber que morir es inevitable, todos nos vamos a morir. Dice la Biblia en Eclesiastés 3:2: ”todo tiene su tiempo, tiempo para nacer, y tiempo para morir”. Tu tiempo para nacer ya fue, y ahora, en algún determinado momento vendrá el tiempo para morir. Es natural, la muerte nos va a ocurrir a todos, más allá de que la muerte siempre sorprende, especialmente si es trágica, si sucedió de repente.

Siempre la muerte nos provoca enojo. Al morir un ser querido, sentimos que una parte de nuestra vida tampoco está más. Estabas actuando un libreto de la vida, tenías todo armado de una manera y,  de pronto te hacen actuar otro libreto, con un personaje menos en la historia. La adaptación es muy grande y allí es donde empezás a tomar conciencia. Los que hemos perdido a un ser querido, sabemos que la sensación es que no vamos a poder soportar la vida sin esa persona. ¿A cuántos les pasó eso…? O te sentís adormecido cuando te lo dicen, como que no  podés entenderlo, “¿esto me está pasando a mí?” “¿A mí se me murió esa persona?” “¿Me viene a tocar esto a mí?”.

Sentís como una parálisis. Aparecen cambios emocionales, como si te hubieras quedado sin fuerzas, sin energía, pensando que ya no podrás o no tendrás más agallas para hacerle frente a la vida. Esas son las sensaciones que aparecen, pero quiero decirte que tenés que tener bien en claro que la muerte es inevitable, suceda como suceda, ya sea de pronto, o por un accidente, por una enfermedad larga, de alguna manera u otra, todos vamos a morir. • En segundo lugar no tengo que actuar como si no hubiese pasado nada.

Hay muchas personas que dicen: “tengo que recuperarme rápido porque si no, pierdo un montón de gente”. “La gente no querrá estar conmigo si estoy llorando, no me van a aceptar, qué van a decir, no puedo cargar con este dolor tanto tiempo”.

Sin embargo, tenés que darle permiso para ese dolor. Yo no puedo decirte cuánto durará porque cada persona es diferente, cada relación es única, cada emoción es distinta; por lo tanto, no puedo decirte por cuánto tiempo estarás de duelo, pero éste mismo tendrá que ver con que puedas estar sano totalmente, no con el apuro de los demás, porque los demás siempre te van a apremiar, porque no querrán verte en esa situación.

Los otros querrán verte bien para ellos para no tener que cargar con tu pena, con tu angustia, y con esas situaciones que tampoco pueden explicar o pueden resolver. Hay muchos que viven como si ya todo hubiese pasado pero, en realidad, el dolor va por dentro. Analicemos también más de las estrategias que usamos las mujeres. Pensar en la persona que se murió en términos absolutamente positivos, eso se llama“divinizar”, “idealizar” a la persona que murió.

Decimos:

• “era bueno”,
• “era preciosa”,
• “nunca cometió un error”,
• “nunca tuvo una pelea”,
• “era un santo”,
•“era una santa”.


Esto nunca va a ayudar a recuperarte, porque las relaciones no son totalmente positivas o totalmente negativas. Toda relación interpersonal tiene sus altos y sus bajos, tiene sus cosas buenas y sus cosas no tan buenas. Hay personas que dicen: “no hablés mal de los muertos”, y el tema es que no hay que hablar mal ni de los muertos ni de los vivos. Tampoco podés hablar todo bien, porque te estás mintiendo y miren qué interesante porque cuando una mujer diviniza a la persona que murió, se siente culpable, porque dice:

• “él era un santo,
• “era buenísimo, yo era la villana de la película, por eso él se murió antes, porque no me aguantaba más”.


Tampoco envilezcas a la persona que es lo contrario a divinizar:

• “era malo”,
•“un desastre”,
•“menos mal que se fue”, hacer esto también es negativo.

En toda relación siempre hay intercambios positivos y negativos y, para poder recuperarte de una pérdida, tenés que ser honesto con vos mismo. No hay nada mejor que ser honesto con uno mismo en todas las relaciones interpersonales.
En una oportunidad, mientras estaba grabando unos de mis programas de televisión, comencé a hablar sobre la mentira y explicaba que hay mujeres que les encanta vivir en medio de ella, prefieren la mentira a conocer la verdad sin saber que lo único que te puede hacer libre en la vida, es conocer la verdad. Y a los días siguientes de haber estado hablando sobre este tema recibí cientos de correos de mujeres que contaban sus historias de haber pasado años viviendo sumergidas en mentiras de su pareja, y de la profunda tristeza y depresión que les causaba el vivir tapando y negando la realidad en la que vivían.

• Saber que la muerte es algo que nos va a pasar a todos es una verdad. No divinicemos ni demonicemos a la persona que murió.
• Saber que tenía cosas buenas y cosas malas, que hubo momentos en que te hirió, que hubo momentos en que te hizo feliz y la pasaste bien y, también, momentos en los que vos le diste mucha felicidad, y momentos en que con vos no lo pasó muy bien. Esto pasa en todas las relaciones interpersonales.

En tercer lugar me debo preguntar:
¿qué me hubiese gustado que fuera diferente? No tengo más a esa persona, murió. Entonces: ¿en qué me hubiese gustado que esa relación fuera diferente?
El núcleo del dolor de la pérdida es lo que dejé pendiente con esa persona, lo que no llegué a decir, lo que retuve y no le di, lo que no pude expresarle mientras estuvo con vida…

¿Qué quedó pendiente?
¿Qué cosas no le dije?
¿Qué cosas no hice?
¿Qué cosas le grité?
¿Qué cosas me hicieron enojar  y
nunca se lo pude decir?

Muchas veces pasamos todo el día con una determinada persona o compartimos nuestra vida con ella y sin embargo no nos hacemos el momento y el tiempo para decirle y expresarle todo lo que sentimos: lo bueno y lo malo. Por eso, el núcleo del dolor es lo que quedó pendiente.

…Lo que me quedó pendiente, lo que quedó sin solucionar, sin hablar y por sobre todas las cosas, aquellas expectativas que no pudieron hacerse realidad: ver a tu hijo crecido, casado, feliz; haberle podido decir a tu pareja todo lo que sentías por él; ver a tu padres disfrutando de una vejez sana. Es por eso que, cuando una de esas personas se va, el escenario se mueve, cambia y nuestras expectativas empiezan a morirse.

Cuando nuestro mundo está armado y nuestros sueños giran alrededor de esa estructura, el día en el que sufrimos una pérdida, sentimos que ellos también comienzan a desmoronarse.

Decimos:
• “yo contaba con el sueldo de él”,
• “mi hijo siempre me ayudaba”,
• “yo contaba con que si él estaba, yo podría salir a trabajar”. Pero ahora frente a la pérdida, sentimos que nuestras expectativas también están muertas.

No sólo se muere el ser querido sino también las expectativas que se van con él.

Otra de las cosas que quedan pendientes es aprender a perdonar, perdonar el por qué se fue, como así también aprender a pedir perdón, para lo cual les recomiendo hacer ciertas declaraciones emocionales muy importantes.

¿Cuáles son estas declaraciones emocionales importantes?
…”Te amé siempre”. “Sentí que fuiste egoísta conmigo”. “Te extraño mucho”. “Nunca te voy a olvidar”. “Gracias por el tiempo que estuvimos juntos”.
Y poder así decir: “te odiaba, te odié toda mi vida, me arruinaste la vida”. Poder decirlo para así sacar de adentro nuestro todas esas emociones que si siguen permaneciendo allí terminan enfermándonos. Es por eso que es tan necesario pronunciar esas declaraciones, esas palabras que quedaron pendientes, que no dijimos, ese “gracias” que tal vez no le pudiste decir porque se fue y no tuviste tiempo, o porque tal vez cuando quisiste hacerlo, ya no te escuchaba, o no encontraste la oportunidad, o no te atreviste por temor a lo que pudiera responderte.

Quizás te preguntes: ¿cómo hago ahora que ya se fue?
…Buscá a alguien, una mujer o un varón que represente a esa persona, que te ayude en ese momento y decile: “mirá quiero decirte algunas cosas que no son para vos, en realidad son para la persona que se fue, pero necesito sacarlas de adentro mío; necesito contarte esto que me está pasando, ¿me permitís…?”

Siempre habrá gente puesta por Dios en nuestro camino que nos ayudará a recuperarnos.
Tal vez a un hijo nunca le dijiste que estabas orgulloso de él y aún podés hacerlo. Se lo podés decir ahora, porque siempre el dolor más profundo es lo que quedó pendiente y éste no puede quedar guardado porque de permanecer dentro tuyo te traerá culpa y la culpa te enferma, te ata y no te permite seguir avanzando, por eso, hay que soltarlo.

¿Para qué tenemos que soltarlo…?
Para estar en paz con tu pasado y poder empezar así a mirar otra vez hacia delante.
Mientras estés atado al dolor, mientras haya cosas pendientes, seguirás encadenado a tu pasado, y no podrás mirar hacia delante, hacia afuera.

¿Cuántas personas hay que aún siguen guardando las pertenencias (ropa, objetos, etc) de la persona que ha muerto?
Está bien tenerlas hasta el tiempo que tengas que tenerlas, pero habrá un determinado momento en donde tenés que empezar a deshacerte de ellas para poder mirar afuera. Tal vez hoy digas: “tengo todo esto, y separo algo, esto lo quiero dar, esto lo voy a guardar porque no lo puedo dar todavía…”
El hecho es que tus emociones no te ayudan a darlo.

Quizás puedas darlo la semana próxima y, lo que antes no podías dar, ahora podés hacerlo…
Lo volvés a dividir y decís: “esto sí  puedo darlo, esto voy a darlo la semana que viene y esto lo guardo” y, de a poquito comenzar así a desprenderte de aquellas cosas que aún te siguen atando al pasado.

Por eso, aprendé a respetarte y a darte tus propios tiempos, nunca lo hagas rápido.

¿Y para qué necesitas tener paz con el pasado…? No es sólo para ir al futuro, para extenderte hacia lo que tenés delante. Necesitás estar en paz con el pasado para saber que la muerte de ese ser querido no es un “ataque personal”. Nadie quiere castigarte con esta muerte. ¿Escuchaste en algún velatorio las frases que la persona que queda viva le dice al muerto…?

• ¿Por qué me hiciste esto?,
• ¿Por qué te fuiste?,
• ¿Por qué me abandonaste?,
• ¿Por qué me dejaste sola?,
• ¿Por qué en este momento?,
• ¿Por qué lo hiciste?,
• ¿Por qué me castigaste con esto?


Sin embargo, tenemos que saber que la muerte no es un castigo; la muerte nos llegará a todos en algún momento.

Muchas personas dicen: “yo espero morirme antes que...”, “yo no quiero ver la muerte de un ser querido”, “yo quiero morirme antes”, pero seguramente, esa persona que murió tal vez dijo lo mismo que vos: “Quiero morirme antes porque no quiero verte morir”. Es por eso que necesitamos saber que la muerte es un hecho universal y natural.

No es un castigo que te hizo la persona que murió, nadie vino a golpearte, ni a matarte, ni a destruirte con esa muerte. La muerte simplemente es el final de la existencia terrenal y a todos nos va a pasar. Yo creo que recordar a un ser querido tiene que transformarse no en un tormento sino en una caricia. Recordar a ese ser querido, con las cosas buenas y malas que tuvo, no tiene que ser un tormento de dolor, de angustia.

Tiene que llegar un tiempo, cuando ya fuiste  consolado  porque hiciste las cosas necesarias y te diste el tiempo para que así sea y, entonces el recuerdo será simplemente una caricia. El autor de “El Principito” dijo: “y cuando te haya consolado te sentirás contenta de haberme conocido”.

Por último, quiero decirte que tenés que recordar que delante de Dios podés expresar todas las emociones. La muerte trae con ella muchas emociones negativas: bronca, angustia, rabia, dolor, falta de fe. Todas ellas podés expresarlas delante de Dios.
Dios no se va a enojar, no sos menos cristiano porque lo expreses. No sos una persona de poca fe porque expreses que estás enojado con Dios, no sos mala persona por expresar la bronca, por verbalizar y decir: “¡Dios, por qué me hiciste esto!” Por sentir que no querés hablar más con Él; lo mejor es que le puedas decir a Dios todo lo que estás sintiendo.
Eso no es falta de fe. En esos momentos es cuando tu fe es expuesta dado que al hacerlo le estás hablando a Dios, creés que Dios existe y que Él fue parte de todo esto. En esa situación, es donde se ve tu fe. Quiero decirte que no tengas problema en soltar todo lo que estás sintiendo porque Él está viendo todo, y Él te promete que hará algo más para tu vida.

Quiero contarte una historia…

Había dos hombres desilusionados que iban caminando hacia la casa de un discípulo del Señor Jesús, y dice que estaban tristes porque Jesús estaba muerto y, con Él muerto, habían perdido las expectativas.
Ellos decían: “Jesús es el que va a venir a salvarnos, a poner un gobierno de justicia “ y, de pronto, Jesús se muere.
Era el tercer día de la muerte de Jesús y ellos iban caminando, cabizbajos, con los ojos velados, porque la muerte lo primero que hace es velarte los ojos, y no podés ver nada más que tu dolor, el dolor te ciega.
¿Cuántos se sintieron cegados alguna vez por el dolor?, pero dice que Jesús caminó al lado de ellos. Dicen: “nosotros abrigábamos una esperanza, nosotros esperábamos”.

¿Cuántas cosas esperabas que se lograran en tu vida y, de pronto, la muerte vino a tu casa y vos dijiste?:

• “me siento traicionado, yo no esperaba vivir esta pérdida”,
• “yo no esperaba vivir este dolor”,
• “yo me casé para toda la vida, no me casé para que mi pareja se muriera, y ahora me siento abandonado…”.
• “Yo no parí hijos para que se murieran antes que yo”. Y sentís que los sueños se te mueren, que todo terminó y que ya no podés esperar nada más, porque todo terminó, y con esa muerte se arruinó la historia de tu vida.

Así les pasó a estos discípulos, pero Jesús caminaba al lado de ellos.

Ellos decían: “Nunca más vamos a sonreír, nunca más tendremos esperanza, nunca más seremos felices como lo éramos cuando lo escuchábamos a Jesús”.
Tal vez, vos pensaste eso:

• “Nunca más mi vida será igual”,
• “Nunca más voy a poder tener la felicidad que compartía con mi hija”,
• “Con ese hijo”, “con esa mamá”, “con ese papá”, • “con esa abuela”, “con ese esposo”, nunca más, porque ahora no los tengo…


Los discípulos también estaban agotados, preferían olvidarse de todo, pero Jesús estaba caminando al lado de ellos; porque aunque pierdas la esperanza y te enojes, Jesús siempre está al lado tuyo, aún en ese momento de ceguera, aún cuando te da mucha rabia y tenés ganas de decirle: “te odio, Dios”. Aún cuando tenés ganas de blasfemar, Jesús va a caminar al lado tuyo. Al principio, Él no te va a hablar, simplemente te va a escuchar, porque sabe que necesitás soltar todas esas emociones negativas, y cuando vos le entregues esos sueños destrozados, el Señor hará dos cosas:

1. Me va a dar una razón para seguir adelante.
Tal vez estás pensando que la vida sin esa persona no tiene sentido, pero el Señor va a caminar al lado tuyo para volver a darte una razón para que sigas adelante, conquistando los sueños que Él te dio.

2. Le va a dar forma nueva a mi sueño, porque  el sueño vos lo habías pensado con esa persona, pero el Señor dice: “aunque él/ ella no esté, yo voy a dar forma nueva a tu sueño. Si no se da de esta manera, se va a dar de otra. Pero lo que te prometí y la expectativa que tenías de vida y lo que querías lograr, va a volver a resucitar en tu vida porque yo le voy a dar una forma nueva”.

Jesús estará contigo donde quiera que vayas.

Jesús está al lado tuyo y te ha escuchado todo este tiempo. Él no está enojado, sabe que lo tuviste en cuenta, de la fe que hay dentro tuyo.
Dios no se enoja, Dios sabe de tu dolor, Dios sabe porque lo ha experimentado, lo ha sentido y porque Él sabe cómo consolarte, nos ha enviado al Espíritu Santo que es nuestro consolador.

Declará palabras de amor, soltá esa frase que te quedó pendiente, no sientas culpa. Dios te mostrará un escenario nuevo.
Dios te va a mostrar que las cosas se pueden hacer de una manera distinta, que la esperanza que tenías no se perdió, que no se terminó,  no se deshizo. Lo que estabas esperando vendrá, y aún más de lo que te imaginabas, porque cuando Dios hace algo, lo hace mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos.
 
alejandrastamateas

domingo, 11 de septiembre de 2011

Chau abstinencia: cómo salir de una racha sin sexo

Por Esther Perel Una receta infalible para quedar atrapados en una relación sin sexo es discutir hasta el hartazgo por qué el sexo constituye un problema y de quién es la culpa. Hablar acerca de por qué no hay sexo no hace que la gente quiera tener sexo. El deseo no surge de discutir la falta de deseo ni de analizar por qué no nos excitamos. Pero esto es exactamente lo que están haciendo Mora y Daniel en mi consultorio. Mora dice: "Daniel nunca quiere hablar de sexo". Yo respondo: "Mora, si querés sacar el tema, por favor hacelo. Si necesitás saber que él está implicado en el asunto, pedile que participe". Daniel acepta participar, y Mora prosigue: "El problema es que nunca tenemos sexo y él nunca quiere hablar del tema". Yo aclaro que quizás el problema sea que una vez que la discusión se satura con eso de que "el problema es que..." y "nunca, pero nunca", eso garantiza otra noche sin sexo. Demos vuelta la situación: "Si pudieran tener sexo, ¿cómo sería?", les pregunto. Mora empieza: "Estaría integrado en nuestra relación, sería frecuente, divertido, íntimo, exclusivo". Después le pregunto a Daniel. Él también hace hincapié en la frecuencia, el carácter lúdico y la exclusividad. Con una simple pregunta, han logrado establecer un principio de acuerdo. Se produce un cambio de mentalidad inmediato. Claramente, las asociaciones positivas llevan a otras asociaciones positivas. "¿Se les ocurre alguna experiencia que haya reunido estas cualidades sexuales tan maravillosas?", sigo. Daniel acepta empezar. No tarda mucho en recordar un momento especial al principio de la relación. Mora se había tomado un avión para ir a verlo, y él estaba esperándola ansiosamente en el aeropuerto. "Estabas hermosa, tenías una sonrisa radiante y yo sentí una fuerte emoción. Quería agarrarte ahí mismo y hacerte el amor." Recuerda lo íntimo de la unión. Le sugiero a Mora que cierre los ojos mientras escucha el relato de Daniel. Sé que mientras él habla, ella está viendo lo que él cuenta en su cabeza. Y él también. De hecho, no sólo están recordándolo, sino reviviéndolo. Cuando Daniel termina, Mora tiene los ojos llorosos: "No sabía que todavía te acordabas de eso. Éramos tan unidos". Al compartir estas experiencias, Mora y Daniel evocan su deseo y su pérdida. Se resexualizan el uno al otro, individualmente y como pareja. Mora habla de un viaje que hicieron juntos a Uruguay. Estaban en la playa, Daniel la acariciaba con ternura, ella se sentía completamente libre y segura, contenta de entregarse a él. Ese día, ella tuvo su primer orgasmo. Veo en los ojos cerrados y en las expresiones de Daniel que él también está reviviendo con ella ese momento. Cuando los dos regresan al presente, se han conmovido y sus sentidos se han despertado. El deseo ha reemplazado la culpabilidad y las frustraciones. Se están volviendo a conectar con las personas que alguna vez fueron el uno para el otro. Rememorar sus experiencias sexuales positivas es fundamental para abrir la posibilidad de una relación sexual renovada. Si están viviendo un impasse sexual, en vez de discutir el problema, cuéntense el uno al otro sus deseos, sus momentos ideales, y hagan una lista de todas las cualidades que les gustaría que tuviera una relación sexual satisfactoria. Inmediatamente, se van a dar cuenta de que están mucho más cerca de lo que creían. Así, las historias ideales del pasado los llevarán a nuevas experiencias en el presente. OhLala

Divorciarse a los 30

Capitalizá la historia de amor que se termina y no entres en pánico; acá, una guía para (re)considerar los recursos propios y que en el fin de la pareja no se te vaya todo... erminar una relación siempre implica un tsunami interior. Es una crisis, un cambio, y en las encrucijadas así, los replanteos llegan en catarata. Las amistades, el trabajo, hasta el estilo para vestir, tambalean. ¿Perdí mis mejores años? ¿Podré volver a formar una pareja? ¿Cómo va a ser mi vida después de esta ruptura? En la edad en que la mayoría de mis amigas empezaron a pensar en ser madres, ¡yo estoy haciendo borrón y cuenta nueva! Con la edad sumamos experiencia, pero también exigencias. Y aunque es cierto que no es lo mismo una mujer de 25 divorciada que una de 32, también es cierto que las mujeres a los 30 no son las mismas que eran a los 20. El cambio ayuda a crecer y a reconocerse, pero el divorcio es un duelo y hay que darse tiempo para pensar. ¿Cómo atravesar el momento? Los papeles, el principio del fin El momento de la firma moviliza. Volvés a verlo, se materializa la idea del fin del matrimonio y muchas veces arremete la duda: ¿me habré equivocado? Pero todo lo que firmes ahí define el futuro de tus próximos años. Entonces: mantenete despierta para que el tsunami emocional no te reste lucidez. Qué hacer: por suerte, hay profesionales que te aconsejan y tienen experiencia. Es importante que te asesores y, si el divorcio no se realiza en buenos términos, que un tercero intervenga. Que el impulso de terminar con todo rápido no te haga firmar cosas de las que después puedas arrepentirte. Tomate tu tiempo y dejate acompañar por los que saben. Probá tus fuerzas Quedarte sola en casa, ¿no te da la sensación de sábado por la mañana; de que hay tiempo para hacer lo que querés? La separación debería poder pensarse así. Qué te gusta, quién sos, qué buscás. Ahora podés empezar de nuevo (pero con experiencia). Las cosas tal como las conocías cambiaron. Esto aterra al principio, pero es seductor si se lo mira con optimismo. Qué hacer: para avanzar, a veces hay que retroceder unos pasos. Ésta puede ser la excusa para tomar envión. Reconocé tus recursos y retomá esos proyectos que tenías archivados: un viaje o esa carrera que no empezabas por falta de tiempo o de voluntad. Reacomodate, pero no te exijas cambiar todo de golpe. Las amigas suelen insistir en salir para conocer a alguien, pero tenés que tratar de escucharte en lo que querés y necesitás. ¡No te sacaste un cero! Al principio, el divorcio siempre huele a fracaso. Le das vueltas como una loca a la idea tormentosa de que fallaste, sos culpable, game over. Qué hacer: si lo pensás bien, te vas a dar cuenta de que no es así. Lo que alguna vez elegiste, lo elegiste porque coincidía con lo que te gustaba. Esa persona, esa historia, ese proyecto, alguna vez te convencieron de que te iban a hacer feliz. Por eso es que en una ruptura no hay culpables. Ninguna empresa debería ser emprendida sin el recordatorio de que los procesos son dinámicos. Lo que en un momento encastraba perfecto puede bifurcarse. No te hundas en la culpa, que sólo consigue hacerte sufrir y paralizarte. Bendita experiencia En la elección de pareja, con frecuencia, no aprendemos del error. Al contrario: insistimos y, bajo el disfraz de lo distinto, volvemos a elegir lo mismo. Entonces, frente a una crisis así, surgen los replanteos. Qué hacer: tomá conciencia de que existe algo que te lleva a realizar elecciones que no resultan y a encontrar la desilusión, cuando estabas convencida de querer salir de viaje a la felicidad. ¿Cómo hacer para que la próxima vez sea distinta? Atravesando la crisis con reflexión. Si te dejaron, la separación va a tener que ver con "aceptar"; y si decidiste dejar, la experiencia tiene el sentido de "rectificar", de modificar lo que venía siendo, para que la próxima vez sea mejor. Cuando hay hijos Es importante la diferencia entre un divorcio sin y con hijos. La "pareja afectiva" se puede disolver. Pero la "pareja parental" no se disuelve nunca. Qué hacer: el divorcio con hijos va a exigir una madurez especial. Lo que podrían ser reacciones normales en el primer caso (descarga, corte de la comunicación, indiferencia) es algo que en el segundo vas a intentar que no ocurra para no malograr un vínculo que continúa: tenés con el otro algo en común, y de por vida. La relación con tus hijos, a su vez, se puede reescribir. Después del divorcio, es probable que las cosas que cambien en tu vida repercutan en ellos. Tratá de dejarlos fuera de tu terremoto interno para que también con ellos puedas cambiar lo que no estaba funcionando. Pero ¡yo quería ser madre! Si no tuviste hijos, la situación es otra. Los 30 suelen conectarnos con la maternidad. Por deseo propio o por contexto. Lo cierto es que la presión, las ganas, la exigencia de tener hijos, comienzan a soplar la nuca. Los 30 son LA década. Todavía sos joven, pero la conciencia del reloj biológico titila. Qué hacer: la separación puede conectarte con la incertidumbre... ¿Tendré tiempo de volver a enamorarme, volver a ser elegida, volver a tener una relación comprometida que desee hijos? Con esta decisión, ¿no me estaré alejando de la maternidad? La verdad es que no se sabe, pero también es cierto que terminando una relación que no iba, das la posibilidad de que se genere una situación mejor para ser madre. Eso supone cierta dosis de valentía, tener confianza en vos y, por qué no, un poco en el destino. OhLala

miércoles, 24 de agosto de 2011

Mamá full time

Cerca del 50% de las madres se replantean su vuelta al trabajo después del embarazo. Según un informe del Observatorio de la Maternidad, casi la mitad de las mujeres convertidas en madres deciden rever su situación laboral. Algunas optan por no volver a sus puestos de trabajo, otras por cambiar de tareas. Claro que muchas no tienen la posibilidad económica de hacerlo y entonces la vuelta se convierte en un motivo de angustia. ¿Cómo manejarlo? Experiencias maternales y la palabra de los especialistas.

“Si bien la mujer explora el gratificante gusto del desarrollo profesional e independencia económica, al encontrarse con el nacimiento del primer hijo descubre el amor materno y las demandas de cuidado de la cría, que se contraponen con variables del mundo laboral". LIC. FABIANA PORRACÍN, psicóloga y antropóloga de la UBA.Desde que quedé embarazada, una pregunta revolotea mi mente, mis entrañas y mi billetera. ¿En qué momento, después de ser madre, voy a volver a trabajar? La respuesta, claro, no es sencilla y depende de factores varios, pero cada persona que me cruzo (eso incluye familiares, amigos, la vecina de abajo, los taxistas y la cajera del súper), ensaya alguna teoría al respecto. “Volvé lo más rápido que puedas o no vas a volver más. ¿Después de tanto sacrificio pensás resignar tu carrera?”, sentencian algunos, y otros, por el contrario, arengan: “¡Extendé la licencia al máximo! Es tiempo valioso para tu bebé; después crece y chau. Es más: si podés, tomate un año sabático”.
¡Qué estrés! Antes yo sólo debía decidir cosas superfluas y ahora me vienen con que después del parto se me juega la vida, el trabajo y, fundamentalmente, mi ingreso a la categoría de las “buenas” o “malas” madres. Mientras tanto, la cuenta regresiva ya comenzó, el parto está cerca y me encuentro convertida en un manojo de nervios, inflado e inexperto.

Pero, según un informe del Observatorio de la Maternidad, no estoy sola en esto: muchas mujeres atraviesan las mismas dudas después de tener un hijo y cerca del 50 por ciento de ellas no vuelve a sus puestos de trabajo por razones varias, como por ejemplo la precariedad laboral, el hecho de no saber con quién dejar al bebé, o bien porque se quiere disfrutar de la experiencia a pleno. De acuerdo al trabajo del OM, participa del mercado laboral el 79,2% de las mujeres sin hijos, el 64,7% de las que tienen 1 o 2 hijos, el 58,1% con 3 o 4 y el 45,3% con más de 4.

“Si bien la mujer explora el gratificante gusto del desarrollo profesional e independencia económica, al encontrarse con el nacimiento del primer hijo descubre el amor materno y las demandas de cuidado de la cría, que se contraponen con variables del mundo laboral: un clima altamente competitivo, de extensas jornadas que en muchos casos requieren viajes y una invasión de la vida personal a manos de la comunicación digital, factores que no son compatibles con el tiempo, la calidad y el clima de cuidados que requieren al menos los dos primeros años del bebé. El crecimiento económico que beneficia a grandes sectores posibilita que pueda, en algunos casos, sostenerse un hogar con un solo ingreso, factor decisivo para que la mamá pueda quedarse en casa –explica la licenciada Fabiana Porracín, psicóloga y antropóloga de la UBA, quien reconoce la tendencia–. ¿Por qué cuesta volver? Porque al vivenciar nuevamente el mundo de lo íntimo, con tiempos naturales que no son los del ‘vértigo Blackberry’, se redescubren contactos más amenos a nuestra naturaleza y ese choque genera mucha resistencia, llevando a replantearse no retomar la actividad laboral o cambiar de rumbo profesional”.

¿EXTENDER O NO LA LICENCIA? ¡Esa es la cuestión! Determinar el mejor momento para volver (o no), no parece ser tarea fácil. La legislación argentina establece que en los trabajos con relación de dependencia, la licencia por maternidad es de 90 días y comienza a regir desde 45 días antes y hasta 45 después del parto (el período también se puede dividir en 30 y 60), lapso durante el cual la mujer percibirá su salario. Además, existe la opción de demorar hasta seis meses más el regreso, pero en este caso ya sin goce de sueldo.

El doctor Mario Sebastiani, obstetra del Servicio de Obstetricia e integrante del Comité de Bioética del Hospital Italiano de Buenos Aires, considera: “Dentro de una casa, la mujer tiene una multiplicidad de roles: es organizadora, pareja y además tiene sus propias tareas, que incluyen trabajo, intelecto y cuidado personal, además de vida social. Ahora le agregamos un hijo, que le demandará, al principio, el 90 por ciento de su tiempo, a pesar de que se suele mencionar nuestra ayuda como hombres. Pero la lactancia (casi 10 puestas al pecho por día por un total de 400 minutos), el aseo, el cuidado de otro hijo si lo hubiere y las cosas de la casa son su prioridad. A esto le sumamos que a los dos meses debe volver a trabajar, lo que implica haber resuelto quién cuidará del bebé, más un trabajo de siete horas (con dos de viaje) y la casa. Claramente, no es fácil volver a trabajar –explica y considera que, por esa razón, lograr una logística hogareña es fundamental–. Hay que buscar las ayudas necesarias: en la pareja, en la familia, en los sistemas de cuidado. Los hijos son muy bonitos, pero el trabajo es un bien por demás preciado en el mundo actual: es escaso, da autonomía económica (los hombres que mantienen detentan un poder sobre las mujeres) y mejora la intelectualidad y la sociabilidad”.

En su último libro, Lo que nadie te contó del embarazo y del posparto (Paidós), el médico dedica un capítulo a hablar enteramente del tema y propone algunas claves: “Hay toda una sociedad juzgando tu actitud frente al trabajo. Tratá de no permitir que la elección sea maternidad o libertad. No escuches las calificaciones que con enorme simpleza tildan a las madres como heroínas, buenas, mediocres o malas”, escribe Sebastiani.

CUANDO VOLVER. Luciana Salas (40) no volvió más, aunque su idea era reintegrarse a los seis meses de licencia. Hoy su hija mayor tiene 6 años, el mismo tiempo que hace que ella ya no ejerce como ejecutiva de ventas, su profesión “AM”, es decir, Antes de la Maternidad.

“Tenía un trabajo de muchas horas en una empresa de marketing, que no me cerraba. Después de tener a Malena me fui quedando en casa y me acomodé a esa rutina. A los dos años tuve a Juana y entonces ya no me daba la cabeza para buscar un nuevo trabajo y menos para volver al anterior. Pero ahora que las nenas están más grandes me gustaría empezar de nuevo, aunque también siento un poco de vértigo. Mi idea es lanzar un emprendimiento propio”, cuenta. Por el contrario, María Emilia Fernández (28) jura que le hubiera encantado prolongar su licencia, pero no tuvo la opción económica de hacerlo. Su hijo Valentín tiene 8 meses y va a la guardería. “Volví a trabajar enseguida porque mi marido y yo somos empleados y tenemos que pagar el alquiler. Debo confesar que me costó dejar a mi hijo. Las primeras dos semanas se lo entregaba a la maestra y me largaba a llorar. Fue tremendo”, declara y asegura que todavía siente una mezcla de culpa y angustia cada vez que piensa en que no pudo amamantar a su bebé todo lo que hubiera querido.

Belén Márquez (35), en cambio, le quita dramatismo a su regreso precoz: “Me reintegré a los 60 días porque quise. Podría haberme tomado más tiempo, pero la cabeza ya me estaba jugando en contra. Me enloquecía sentir que mi única misión en la vida era dar la teta, cambiar pañales e ir a la plaza. ¡Por algo estudié e hice una carrera! –destaca y asegura que tomó la decisión de volver al estudio de abogados en el que trabaja jornada completa por el bien de su hijo Mateo, que acaba de cumplir 3 años–. ¿De qué le hubiera servido a él que yo me quedara a cuidarlo y postergara una profesión que me hace sentir plena?”, se cuestiona Belén.

Mariana Vázquez, directora de Recursos Humanos & Calidad de la consultora de RRHH Adecco, destaca que en ese marco no es casual que las mujeres posterguen la llegada de los hijos. “Tememos la pérdida de una independencia por la cual luchamos, aunque tenemos claro que a cierta edad ya no lo podemos dilatar. Luego de la llegada del bebé, las prioridades de antes quedan en segundo lugar y la vuelta al trabajo requiere de una organización especial. Lamentablemente, el mercado laboral actual no está del todo maduro para dar lugar al desarrollo de mujeres profesionales con hijos. Es muy difícil conciliar vida profesional y maternal, y en pos de eso, se trata de trabajar en la sensibilización del top level corporativo para conciliar estos aspectos. Algunas empresas están implementando ‘teletrabajo’ o ‘flex time’ para aquellas madres que, por la función que desempeñan, pueden trabajar fuera de la oficina. Pero muchas otras continúan en el modelo de liderazgo basado en el ‘ver para creer’. Como directora de Recursos Humanos, es un tema que me preocupa, ya que entiendo tanto las necesidades de las madres como las de las empresas. De todos modos, hay que tener en cuenta que al principio cuesta volver, pero pasado un período de tiempo todo fluye nuevamente”.

A la hora de proporcionar algunas claves para encarar el “operativo retorno”, los especialistas coinciden: cada mujer devenida en madre deberá hacer su experiencia, en base a los tiempos, las sensaciones y necesidades económicas de cada una. “Al correrse del mercado laboral el regreso es más difícil. De todas maneras, la clave está en encontrar el propio equilibrio, aunque eso a veces lleve a buscar nuevos horizontes”, reflexiona Mariana Vázquez y Fabiana Porracín agrega: “Algunas mamás necesitan trabajarlo terapéuticamente, ya que el monto de angustia es intenso y paralizante. Hay que comprender que no se puede todo y que, para ganar, hay que saber perder. La mamá debe elaborar que es mejor madre en tanto ella se sienta satisfecha y realizada como persona. La maternidad y los hijos no lo son todo y tampoco lo es la carrera. Por eso, hay que aprender a ponerles límites tanto a los chicos como al trabajo”.

Por su parte, el doctor Mario Sebastiani aconseja no perder de vista que antes de la llegada del hijo había una vida: la propia. Y que recuperarla será necesario en algún momento. or eso si bien al cierre de esta edición la decisión de cuándo y cómo volver aún no había sido tomada por quien les escribe (y a quien, dadas las circunstancias, no leerán por un tiempo), debo reconocer que antes de zambullirme en la licencia logré pasar algo en limpio: a esta altura no me queda más opción que vivir el día a día. En unos meses les cuento cómo me fue en ese intento.

Para Ti
Textos MARIA EUGENIA SIDOTI.

Pareja: las preguntas más comunes relacionadas al sexo

Por la Lic. Diana M. Resnicoff

Todas las parejas coinciden en algunos puntos y no en otros, y esto también se ve en lo referente a sus encuentros sexuales. Estos, van más allá de las conductas tradicionales coitales y pueden involucrar a terceros, sexo manual, oral o anal, juegos sadomasoquistas y variantes que algunas parejas se permiten y otras, no. Creo que lo importante en cada pareja es acordar sobre lo que cada uno permite, en cuanto a conductas y fantasías sexuales.

¿Hay una frecuencia normal para las relaciones sexuales?

En la sexualidad, todos los rendimientos son buenos cuando uno está bien con la otra persona. No hay un “promedio” o “canon”. Hay parejas que son muy felices teniendo un encuentro sexual cada quince días, y otras lo hacen tres veces por semana. Lo que hay que hacer es consensuar.

¿Qué pasa cuando las frecuencias con las que cada uno quiere tener relaciones sexuales son diferentes?

Esto es lo que generalmente ocurre, y lo veo en la consulta. En la mayoría de los casos, es el hombre quien reclama una mayor frecuencia y la mujer lo desea, pero no con la misma periodicidad: a él le cuesta entender que ella no está rechazando la relación sexual en general, sino solo en ese momento. La frecuencia sexual marca una pauta de encuentro, cuando ambos han aprendido a negociar y tomar decisiones que contemplen las necesidades de ambos. No se trata de centralizar el problema en torno al número de relaciones que se tienen por semana, sino de lo que esas relaciones significan en términos de placer y satisfacción. La responsabilidad es obviamente de ambos, y representa el esfuerzo que cada uno hace por satisfacer las demandas y deseos de la pareja.

¿Disminuye el deseo con los años de convivencia?

Los primeros tiempos en las relaciones de pareja, suelen ser siempre recordados por la pasión de los encuentros sexuales. Una pareja que empieza a conocerse brinda todas las sorpresas del descubrimiento reciproco. La curiosidad no solo por el cuerpo sino también por la personalidad y las particularidades del otro, produce una fascinación única. Pero una de las características del sexo a medida que avanza el matrimonio, es que existe menos preocupación por la cantidad y se atiende más a la calidad. El problema es que muchas parejas ven este cambio como si algo anduviera mal, cuando la disminución de la cantidad es parte de un proceso normal.

¿La menopausia significa el fin de la actividad sexual para la mujer?

De ninguna manera. Si bien en algunos casos pueden aparecer dificultades, éstas pueden solucionarse con el tratamiento adecuado. La mujer que así lo desea tiene la posibilidad de seguir disfrutando del sexo hasta el final de su vida. Sin embargo, para las mujeres que nunca han disfrutado demasiado o para las cuales el sexo ha sido una carga, la menopausia es una buena excusa para dar por terminadas las relaciones sexuales. Aunque a muchas de ellas no les interesa modificar esta situación porque se sienten bien así, frecuentemente la expectativa de cambio está puesta en la satisfacción o requerimiento de la pareja. En las mujeres que han tenido una vida sexual satisfactoria y placentera es más difícil que surjan problemas. Cuando ésto ocurre suelen consultar en forma rápida.

¿Qué modalidades sexuales practican en realidad las parejas?

Hay una mayoría de parejas que realiza juegos sexuales manuales y orales, y, en menor medida, anales.

¿Qué valor tienen las fantasías sexuales en pareja?

Muchas veces, retroalimentan la sexualidad. En muchas parejas, a medida que pasa el tiempo, lo que era novedad ya no lo es y si se le agregan las rutinas del trabajo, los niños, las deudas, no hay romanticismo ni pasión sexual que resistan tanta presión y tanta familiaridad. Es ahí donde la aparición y el mantenimiento de las fantasías pueden ser una interesante manera de recuperar el erotismo. La fantasía sexual sirve, a veces, como el más penetrante de los afrodisíacos, desencadenando en nuestras cabezas el deseo sexual. Las escenas fantaseadas, si bien solo son excursiones de la mente, ayudan a encontrar excitación, aventura, autoconfianza y placer. De esa manera se recrean escenas que pasaron y armamos otras con cosas que deseamos pero no hacemos por no atrevernos o porque nos asustan; o porque simplemente queremos que permanezcan como fantasías. Alguna gente las tiene más desarrolladas y otros no.

¿Es bueno compartir las fantasías o es mejor guardárselas para uno?

Es más habitual que queramos mantener las fantasías en nuestra imaginación a que busquemos hacerlas realidad. Sin embargo, algunas parejas deciden hacer realidad algunas fantasías que comparten. En estos casos, es muy importante que se tenga en cuenta que jamás será lo mismo lo fantaseado a lo vivido. Otro punto muy importante es que una vez llevadas a la realidad, la fantasía suele perder su carga erótica, su magia.

¿Cuáles son las preferencias sexuales mas “conflictivas” en la pareja?

Los hombres suelen tener mayor preferencia por las relaciones anales. Y las mujeres no comparten esta preferencia. Al parecer, como la mucosa anal es mucho más ceñida que la de la vagina, para el que penetra, la sensación es más intensa y excitante. Además, tiene un sentido adjudicado desde la mitología machista, de sometimiento, por la postura y el hecho de estar en posición superior. En cambio, a la mayor parte de las mujeres, la relación anal no les produce placer. El varón llega fácilmente al orgasmo porque el conducto anal es más estrecho. Pero ellas tienen que ser estimuladas con la mano o autoestimularse, para alcanzar un orgasmo.

¿Cuáles son las preferencias de las mujeres?

Una gran mayoría de mujeres alcanza su orgasmo por estimulación, oral o manual, de su clítoris, haciéndolo por si misma o con su pareja. En cuanto a la penetración, suelen sentir mayor placer al estar ellas en posición superior encima del varón: ello se debe a que su clítoris roza sobre el hueso púbico masculino, lo cual resulta sumamente estimulante.

¿Qué pasa con el sexo oral?

Muchas mujeres alcanzan su orgasmo mediante sexo oral. Algunos varones sienten rechazo por los genitales femeninos o por los fluidos y piensan que son para penetrar y no para besar; algunas mujeres también suelen tener reticencias a hacer sexo oral al varón. El rechazo puede ser con una persona, por falta de higiene o por una aversión a los fluidos corporales que se da más allá de una pareja en particular. Si alguno de los dos rechaza esta práctica, es importante hablar y explicarle al otro que no es un rechazo a la persona, sino al acto en sí.

¿Las relaciones sin penetración son incompletas?

No, cualquier modalidad de relación sexual es completa si satisface a ambos. Muchas personas tienen la creencia de que todo encuentro sexual debe acabar con la penetración vaginal. Sin embargo, la sexualidad es mucho más abarcativa como para limitarla únicamente al coito. Son numerosas y variadas las formas de dar y recibir placer: los juegos, la masturbación, las palabras, las caricias, los besos, los juguetes y los masajes eróticos son algunas de las posibilidades de vivir una experiencia sexual que puede o no culminar en penetración.

Por supuesto que existen muchas otras preguntas que las parejas se hacen y, en la consulta, me hacen. Lo importante es saber que así como la pareja hablara sobre sus hijos, sobre el dinero, reviste la misma importancia hablar sobre su sexualidad. Seguramente llegaran a negociar pero cuando cada uno haya sido capaz de exponer sus necesidades y preferencias.

Lic. Diana M. Resnicoff
Psicóloga clínica. Sexóloga clínica.
Minutouno

miércoles, 17 de agosto de 2011

No confundas sexo con amor

Allí donde los medios de comunicación ven liberación femenina, los posmodernos reproches de las mujeres parecen hablar de otra cosa. Se quejan de que ya no hay hombres, que solo quieren sexo y que huyen del compromiso afectivo.

Angustia ante el llamado que no llega, angustia al descubrir que no fue más que amor de una noche, y angustia anticipatoria también, ante la posibilidad de que la experiencia se vuelva a repetir sin haberla elegido (de ahí la búsqueda de muchas mujeres de un catálogo de indicios que les permita reconocer rápidamente al amante express).

El sexo por temor

Pareciera que el sexo casual es para algunas mujeres una suerte de peaje obligado en vista a aumentar sus chances para una relación. Es que, según explican, no siempre llegan a él por elección y deseo genuinos sino porque piensan que si no tienen sexo de inmediato el hombre que acaban de conocer —potencial pareja— se irá con otra.

Esta postura nace de la creencia de que el "mercado" amoroso está tan difícil y competitivo que no deja lugar a este tipo de elecciones… Cuando la verdad es que si ya partís del presupuesto de que no tenés opción, la realidad terminará dándote la razón. Las creencias pueden ser mucho más limitantes que la realidad misma.

Mujeres de hoy

El sexo como fin en sí mismo no parece ser lo más común, pero no quiere decir que no exista. Por supuesto que hay mujeres que cuando tienen sexo simplemente tienen sexo y no se quedan esperando, secretamente, a que el hombre las vuelva a llamar.

Luego tenemos a aquellas mujeres en las que el sexo funciona como una barrera que impide acceder a la verdadera intimidad. Es un modo de recibir afecto sin tener que vérselas con los riesgos que conlleva abrirse a una relación. Ellas también se quejan de que los hombres no se quieren comprometer, pero la queja debe leerse como una proyección de su propio temor al compromiso.

Tips para alejar la angustia

No tiene sentido que las mujeres sigamos dilapidando energías en culpar al príncipe que no fue por haberse llevado consigo el reino que nunca nos prometió.

Tampoco es que ellos premediten sus "abandonos". Como bien señaló uno de los hombres que entrevisté, “la atracción inicial no es garantía de una buena relación posterior (entendiendo la palabra relación en sentido amplio, no solo sexual)… Y eso no es miedo al compromiso”.

No se trata entonces de jugar según las reglas de los hombres ni de pretender imponer las nuestras, sino de pactar las reglas con las que queremos jugar, de modo que no salgamos ni heridas ni angustiadas. Porque después que se lo aceptó, no se puede reclamar lo desventajoso del trato.

Teniendo presente que ser deseada no es ser amada y no pidiéndole al sexo más de lo que el sexo puede darte, te abrís a la posibilidad de elegir verdaderamente.

Ocupate, entonces, de decidir en función de lo que realmente sentís y despreocupate de qué es lo que decidirán los hombres a partir de ello. Verás que por fin has encontrado la auténtica liberación sexual.

Extractos del libro de Nanci Martin, "Las mujeres NO siempre tenemos razón", de Ediciones B. La autora es psicóloga y promotora del bienestar femenino y el mejoramiento de los vínculos amorosos.
Entre Mujeres