martes, 5 de agosto de 2008

Cuando el sexo falla


En los últimos años, las consultas por problemas sexuales aumentaron significativamente. “Hoy la gente se anima a consultar más, y creo que eso tiene que ver con que hay mayor información sobre sexualidad”, asegura Adrián Helien, psiquiatra y sexólogo del sector de Disfunciones Sexuales del Hospital Durand y editor de la página web tusexologo.com.ar. Señala que “la mayor consulta es la masculina, aunque la demanda femenina está en aumento. En relación, la consulta es de 8 hombres cada 2 mujeres. Lo que se está dando es que antes la mujer venía al consultorio acompañada por su pareja; hoy, muchas vienen solas”. Sin embargo, Beatriz Literat, médica ginecóloga especialista en sexología y disfunciones sexuales, coordinadora general del Departamento de Disfunciones Sexuales de Halitus Instituto Médico, disiente: a su consultorio llegan casi a la par tanto hombres como mujeres. Pero la especialista concuerda con Helien cuando afirma que “ahora se consulta un 100 % más que unos diez años atrás. Antes, solamente se conocían en los hombres la disfunción eréctil y la eyaculación precoz, pero ahora consultan por falta de deseo y dolor, algo relacionado con las mujeres solamente. También refieren eyaculación retardada o ausente cada vez en mayor porcentaje, ya que muchas veces este trastorno está relacionado con altos niveles de estrés. Por su parte, las mujeres consultan mucho por vaginismo”. El doctor Juan Carlos Kusnetzoff, director del programa de sexología clínica del Hospital de Clínicas José de San Martín, director del curso de posgrado de sexología clínica y sobre educación en sexualidad humana de la Universidad de Buenos Aires, miembro permanente de la Academia Internacional de Sexología Médica, agrega: “Estas disfunciones sexuales traen a la pareja una serie de conflictos y surge la pregunta: a quién consultar”. Al respecto, Helien hace hincapié en la importancia de consultar a tiempo: “Se está ante una disfunción cuando ésta persiste en el tiempo y la persona intenta solucionarla por sí sola y no lo consigue. Por lo tanto, es un problema que debe ser tratado con un especialista”. Abordadas a tiempo y con el profesional indicado, Literat asegura que “se solucionan más del 85 % de los casos”. ¿Cuándo hablamos de disfunción? Aquí, algunas de las situaciones más frecuentes.
‘“No estoy conforme con mi cuerpo”. La mujer está disconforme con su cuerpo y no se siente cómoda en su desnudez frente al otro. Este es un claro ejemplo de cómo un conflicto personal, relacionado con la baja autoestima y a veces con la imagen distorsionada de una misma, repercute en la relación de pareja.“En este mundo de triunfadores, quien no cumple con los estándares de belleza y o corporales es separado de la comunidad de personas atraíbles sexualmente”, opina el doctor León Roberto Gindín, profesor titular de sexualidad y salud de la Universidad Abierta Interamericana, autor de La nueva sexualidad del varón, La nueva sexualidad de la mujer y E.P. (eyaculación precoz). “La sexualidad funciona bien cuando uno está bien consigo mismo porque entra en juego el ver, el verse y el ser mirado. Si yo me veo gorda, él me va a ver gorda, por lo tanto, no quiero tener relaciones con él. En definitiva, la persona se niega a disfrutar”, enfatiza María Gabriela Pedrotti, psicoanalista docente de Centro Dos y supervisora de parejas. En este sentido, no se puede encuadrar esta situación dentro de un problema sexual sino personal. Perla Marsano, experta en psiconeuroendocrinología, sexóloga clínica y psicogerontóloga, coincide: “Más que tratar este problema desde lo sexual, es importante enfocarlo en el plano de la personalidad. Y es importante que la pareja esté enterada de qué se trata para que no lo viva como un rechazo hacia él”. Literat asegura que este problema se ve mucho en el consultorio, en mujeres de todas las edades y también en hombres. “Hay una baja tolerancia a las imperfecciones naturales –agrega Pedrotti–. En principio, esta persona tendría que preguntarse qué le pasa y hablar con su pareja para no perjudicar el vínculo. Si de esta manera no se puede resolver, es conveniente hacer la consulta con un profesional”.
Impotencia o disfunción eréctil. Es la incapacidad para lograr o mantener la erección. Los especialistas coinciden en que afecta al 40 % de los hombres. Puede estar asociada a razones orgánicas como diabetes, hipertensión, colesterol elevado y sobrepeso, pero en la mayoría de los casos se debe a cuestiones emocionales y no remite a una sola causa. “Es muy frecuente que el uso prolongado de algunos medicamentos provoque disfunción erectiva, como por ejemplo la mayoría de los antihipertensivos, diuréticos y psicofármacos mayores”, sostiene Gindín. Marsano señala: “Si una persona tiene tendencia a la depresión, cualquier pérdida que experimente se verá reflejada en lo sexual”. Pedrotti agrega: “Muchas veces la impotencia aparece porque el hombre se siente disminuido frente a su mujer. Es importante descifrar qué mensaje se esconde detrás de este síntoma. El hombre tiene que preguntarse qué le pasa y qué quiere”. Kusnetzoff dice: “Este cuadro es fácilmente reversible, pero hay una desidia por parte de los profesionales al no ocuparse de los problemas contextuales, que son muchos y requieren tiempo, para averiguarlos y darles solución. Creen en la farmacología, en la pastilla, pero ésta falla si no se tienen en cuenta las cuestiones de fondo como el estrés o la ansiedad”. Hay muchos estudios diagnósticos para establecer con precisión las causas de este problema, sean orgánicas o psicológicas. “Los estudios son doppler de arterias peneanas, monitor de tumescencia peneana nocturna, test de drogas vasoactivas, estudios hormonales, etc. –explica Gindín–. Los tratamientos pueden ser medicamentosos o funcionales: la aparición del sildenafil (N. de la R.: nombre de la droga del Viagra) permitió enfrentar este problema con mayor facilidad. De cualquier manera, debería ser indicado con adecuadas medidas médicas para corregir los trastornos orgánicos o medidas psicoterapéuticas para corregir posibles desajustes de pareja”.
Anorgasmia. “Se llama así a la imposibilidad de conseguir la respuesta orgásmica luego de un período de estimulación adecuado”, define Gindín. Y Kusnetzoff asegura que “es la consulta femenina más frecuente”. Sus causas pueden estar relacionadas con el funcionamiento de los nervios y arterias que van al clítoris y a la pelvis (una ecografía permite ver el funcionamiento de la estructuras vasculares). También puede deberse a la disfunción eréctil o eyaculatoria de la pareja, o a una inadecuada técnica sexual. “Se cree que la mujer no puede gozar porque su pareja no es un buen amante. Pero en realidad no tiene que ver con esto, sino con que ella no está en condiciones de sentir placer. Cuando la mujer no se autoriza a gozar, ese hecho está relacionado con la culpa y con la dificultad de encontrarse con lo femenino”, explica Pedrotti. “Muchas veces influye una mala educación sexual. Entonces, el especialista le enseña a la mujer a estimular la zona con los ejercicios de Kegel: se tensan los músculos de la vagina y se relajan; es un entrenamiento que la mujer puede realizar en distintos momentos del día, sentada o parada”, aclara Marsano. Y si se trata de una fobia, “se indica un tratamiento de desensibilización progresiva y medicamentos”, concluye Literat.
Eyaculación precoz. Sucede cuando la eyaculación se precipita, sin control. Entre el 15 y el 20 % de los hombres puede padecerla, y es una de las causas por las cuales más se consulta. El 50 % sufrió este trastorno alguna vez en su vida. Muchas veces interviene la falta de aprendizaje. Esta problemática “puede estar relacionada con el temor a sostener demasiado la escena de ser el hombre. Puede darse el caso de que con determinada mujer sea precoz, cuando en otras relaciones el trastorno no aparece. Es necesario hacer la consulta con un psicoanalista”, recomienda Pedrotti. “Es un problema funcional y de aprendizaje, y requiere colaboración de la pareja para su tratamiento. Incluye la ansiedad por el ‘rendimiento’ sexual; muchos hombres se creen mejores si su compañera tiene varios orgasmos. Pocas sesiones de terapia sexual en pareja habitualmente resuelven bien este problema. También hay medicamentos que ayudan a que este proceso de aprendizaje se vea facilitado”, asegura Gindín. Marsano aclara: “Una mala iniciación sexual o la ansiedad influyen negativamente. Se corrige con ejercicios a través de los cuales se le enseña al hombre a frenar la eyaculación”. Según Literat, “su tratamiento está en relación directa con su causa. Si las razones son el estrés y la ansiedad, se le indicarán medicamentos inhibidores de las serotoninas, los cuales provocan la demora eyaculatoria, por ejemplo”.
Falta de intimidad. Habitualmente, los sistemas de vida actual no facilitan que las parejas se puedan encontrar todas las veces que lo desean. “Los hijos, los trabajos, la familia y el estrés determinan que el encuentro sexual se postergue. Generalmente, uno de los dos miembros de la pareja asume el problema y ‘pega el grito’ de queja. A veces, las terapias sistémicas o cognitivo-conductuales de pareja ayudan a enfrentar este problema muy bien. Se trabaja con ‘tareas para el hogar’”, comenta Gindín. “Es necesario hacerse tiempo y armar la escena para disfrutar de la sexualidad”, recomienda Pedrotti. Marsano coincide: “El sexo necesita un contexto adecuado: hay que buscarse el tiempo y el lugar. El primer mandamiento para tener una familia sana es lograr la distribución equitativa del tiempo en todos los planos, y el tiempo que se le dedica a la pareja también vale”. Hay que recordar que la sexualidad no es algo trivial, insiste Literat: “Es tan importante como programar el día para tener una buena calidad de sueño o para darles una buena crianza a los hijos. La sexualidad no sólo es para el placer, sino que actúa como fortalecedor del sistema inmune y para mejorar la autoestima. Una buena sexualidad mejorará la calidad de vida y la salud”.
Vaginismo. Se da cuando la mujer, de manera inconsciente, contrae los músculos de su vagina y no permite la penetración. “En Capital Federal hay un 2 % de mujeres que sufre este problema, que se puede resolver en seis consultas, con medicamentes antifóbicos y ayudando a la paciente a conocer su propio cuerpo para que pierda el miedo”, asegura Literat. Y agrega que “cuando hablamos de una fobia, a veces necesitamos la colaboración de un psicólogo”.
Ausencia de deseo. Puede ocurrirles a los dos o a un solo integrante de la pareja. La falta de deseo es una de las causas de consulta más frecuentes en las mujeres y hombres. Se calcula que el 60 % de las parejas que van a terapia consulta por esta razón. Muchas veces inciden el estrés, la depresión y el cansancio; aunque también influyen la baja autoestima, la falta de intimidad, una imagen corporal pobre y enfermedades como el hipotiroidismo, la diabetes y la insuficiencia hepática o renal. Literat agrega: “A veces se produce por falta de andrógenos, tanto en la mujer como en el hombre. Pero con una medicación adecuada, puede superarse”. Si la causa no fuera ésta, el deseo se puede trabajar y recuperar. “Es importante sincerarse con la pareja y hablar del tema para saber qué está pasando. Porque si la pareja funciona, cuando uno tiene ganas contagia su deseo al otro”, explica Pedrotti. Marsano advierte: “Cuando esto ocurre, no hay que esperar: hay que consultar al especialista para poder mantener el vínculo de la pareja sano”.
Dolor durante el coito. “Muchas veces el dolor durante el coito es síntoma de rechazo. Por eso, cuando aparece, es importante tratarlo y estudiar los factores personales y vinculares”, aconseja Marsano. Pero también puede haber causas orgánicas, por lo cual, cuando aparece este problema, “se utilizan ecografías simples y transvaginales para diagnosticar patologías uterinas o abdominales que causan dispareunia o dolor en la penetración”, comenta Literat. [ Texto Daniela Fajardo Fotos A. Atlántida