martes, 19 de agosto de 2008

La cultura del éxito: ¿Qué fracasa cuando se "fracasa"?


En muchas oportunidades miramos y valoramos a las personas que nos rodean según el éxito que pudieron haber logrado o no en determinada actividad, o “en la vida”.

Desde esta concepción arraigada en la cultura actual, el éxito estaría asociado con el resultado de una actividad o logro específico y no con el proceso y desarrollo del mismo.

Esta idea se fue instalando en nuestro medio, en todo los lugares posibles, incluidos los hogares, jardines maternales, las escuelas y las terapias.

Aparecen los ideales como metas a llegar, independientemente del costo afectivo y físico que implican.

Ideal de delgadez, catalogado como un valor, ideal de inteligencia, ideal de éxito como triunfo.

Y consecuentemente aparecen, por ejemplo, patologías de la alimentación asociadas, como la anorexia y la bulimia, que son maneras que tienen las personas de rebelarse y someterse a la vez a ese patrón cultural inalcanzable.

Por lo tanto, lo que por lo general sucede es que cuando se falla o no se logra algo puntual se produce un sentimiento de frustración, tristeza que invade todos los órdenes de la vida sin poder discriminar que es sólo eso, un error, una equivocación, un tropezón, un pequeño retroceso para tomar impulso y no una caída al vacío irreversible.

Fracasar según el diccionario etimológico de la lengua castellana de Joan Corominas, dice que es “frustrarse, tener resultado adverso. Y curiosamente también significa “destrozar, hacer trizas”, y “naufragar”.

Es para pensar la palabra desde su origen. ¿Cuanto sentido apocalíptico no? Como un designio que no puede cambiar.

El fracaso escolar no escapa a estas posibles sensaciones de naufragio, y a veces es una forma de protesta frente estos ideales inalcanzables por imposibles, y en especial frente al “ideal familiar”.

¿Qué fracasa por ejemplo, cuando se fracasa en la escuela? ¿A quién se está defraudando? ¿Está en juego el amor o el des-amor de los padres en esta situación?

Algunos chicos con dificultades en la construcción de su autoestima y sentimiento de sí, responden a este ideal familiar o patrón social, y al “éxito” que se espera de ellos, mostrando dificultades en el aprendizaje por la imposibilidad de responder totalmente a las expectativas que recaen sobre ellos. Como consecuencia, no se pueden conectar con las que sí son sus propias posibilidades, por ser éstas diferentes a las del resto del grupo; en definitiva, no se conectan con su deseo de aprender.
Inhiben y anulan su capacidad de adquirir conocimientos y su propio saber, así como en algunas ocasiones forman algún síntoma que “muestra” que no pueden con tamaña exigencia.

Un niño o adulto que fracasa en su escolaridad o en los tiempos “perfectos y adecuados para llegar a hacer o lograr algo” muchas veces siente que fracasa en la vida; que ser un niño o adulto con problemas es ser un mal hijo, o mal padre o mal hombre.
Pienso que es necesario ser cuidadosos por la tendencia actual que hay de privilegiar los espacios de productividad por sobre los espacios creativos, de comunicación, y los espacios de pensamiento.

Y así poder desarmar el mito, de que felicidad y éxito en la vida van siempre de la mano.

¡Hasta la próxima!

Lic. Alejandra Libenson
Psicopedagoga, PsicólogaAutora del libro Criando hijos, Creando PersonasEspecialista en crianza, vínculos familiares pareja y fertilidad
www.alejandralibenson.com.ar