jueves, 22 de marzo de 2012

Pilar Sordo: ¿Qué es la felicidad?

"Seguramente, muchos de ustedes tienen la concepción de que la felicidad está hecha solo de momentos y que, por lo tanto, cuando estos momentos llegan, hay que disfrutarlos porque se acaban".

"La gente que supone esto tiene legítimamente asociado en su cabeza el concepto relacionado con la alegría, ya que asumen que solo se es feliz cuando uno está contento".

"La felicidad no tiene nada que ver con la alegría. Uno puede ser feliz permanentemente en la medida en que le encuentre razón o sentido a lo que hace. Lo que uno no puede es estar contento todo el tiempo".

"Al preguntar cuáles son las condiciones que se necesitan para ser feliz hoy, aparecieron tres: La primera es que ser feliz es una decisión. Esto parece indicar que la felicidad no dependería de las cosas que nos pasan, sino más bien de la actitud con la cual enfrentamos lo que nos ocurre. La felicidad para muchos es algo que se anhela, que se busca, sin tener en cuenta que, como decía John Lennon, `es justo lo que ocurre mientras uno está haciendo otros planes´".

"Parece que no es suficiente estar vivos, tener afectos, algunos trabajo, para poder justificar o explicar que solo por eso y con eso somos felices; siempre estamos esperando que ocurra algo especial para poder conectarnos con esa sensación o esa decisión".

"La segunda condición es que nadie puede ser feliz, si no es agradecido. No solo con la evidente ventaja que tiene el dar constantemente las gracias por todo lo que nos ocurre, sino también al nivel de percepción que una persona debe tener para ver lo cotidiano con una postura de reverencia, de asombro, de aprendizaje y de gratitud permanente".

"Vinimos a estar tierra por tres razones: a aprender a amar lo que más podamos; a intentar dejar una huella para ser recordados por algo bueno cuando ya no estemos; y a ser felices, que no es un derecho, sino una obligación. Estas razones deberían ser el centro de nuestro agradecimiento diario. Tienen que ver con agradecer lo simple, lo cotidiano".

"La tercera condición, clave para poder llevar todo esto a la práctica, es que tenemos la obligación de trabajar para centrarnos en lo que tenemos y no en lo que nos falta. Las personas que tienen la capacidad de centrarse en lo que viven y tienen experimentan mayores sensaciones de bienestar, de placer y de agradecimiento que los que no lo hacen".

"`No es más feliz el que más tiene, sino el que menos necesita´. Este concepto de necesidad involucra todos los aspectos del ser humano, ya que no tiene que ver solamente con lo económico o material, sino más bien con la percepción que se tenga de ello".

"Este concepto devuelve el trabajo al propio ser humano y le permite hacerse cargo de su vida y de los resultados que ha conseguido en ella gracias al buen o mal uso de estas palabras: fuerza de voluntad". 

entremujeres

Extractos del libro "Bienvenido dolor" de Editorial Planeta. Es el último título de Pilar Sordo, reconocida psicóloga chilena especializada en temas femeninos, de pareja y de sexualidad adolescente.

miércoles, 14 de marzo de 2012

MALAS RELACIONES FAMILIARES

Cuando no sentís el apoyo de tus padres, es complicado asumirlo. Uno tiene el ideal de padres o el que ve de las amigas, tv, etc.: los que te apoyan, retienen, aconsejan, ayudan e incentivan tus decisiones; pero no siempre son los padres que te tocaron.
En mi caso, mi padre ausente por decirlo de alguna manera; padres divorciados donde el patriarca no se “borro” como otros casos, pero nunca aporto dinero ni amor y en la actualidad (casada y con hijos) no ve a sus nietos (mis hijos). Me llama si, cada tanto…. para pedirme algo.
Una madre que hizo lo mejor que puedo, siempre estuvo muy presente, atenta a todo lo que me pasaba pero con la lástima, la culpa, la victimización, el drama…el te estoy ayudando y con mucho sacrificio….mirá lo que hago por vos!
Mi hermana y yo somos testigos de su desgracia, ella es la única que la pasó mal, ella se divorció y la lucho sola (pese a que mi hna. con 18 años ganaba y mantenía la casa junto a ella dejando sus estudios, más la ayuda de mis abuelos y tíos). Ella se volvió a casar con un autoritario que no le daba un $ y manejaba “nuestra casa” a su antojo, pero lo hizo por nosotras, para que tengamos un mejor pasar, aunque no entiendo muy bien porque con mi hermana decidimos irnos cuando yo empecé a ganar más plata con mi trabajo. No sé porque recuerdo que mi hna. Ponía el 80% de su sueldo y yo el 50% pero no teníamos derecho de sentirnos en nuestra casa y el reclamo por “comer”, gastar “luz, agua, tel.” era constante.
Acaso tengo tanta imaginación? Una realidad totalmente distinta vivida en el mismo momento.
Hoy me encuentro con que le di para cuidar a mi hijo a cambio de mi “tranquilidad” por $500 más $80 de ómnibus (argentinos), porque consideraba que si bien no están mal económicamente, es un laburo, una responsabilidad y pese a que sea su nieto es justo pagar, ayudando a mi economía no poner una niñera que me cobre más.
Pero empezaron mis peleas, no le parece bien el monto, y se queja…se queja…. continuamente con mi hermana (q me cuenta a mi luego) que se lleva la comida a casa (cuando desde que me lo está cuidando todos los domingos voy al súper a comprar: carne, pollo, pastas y verduras para que no me saque el cuero si la heladera está vacía. Pero como ella quiere que el marido no se cocine y venga a almorzar a mi casa todos los mediodías, trae esa porción, aunque obviamente siempre es más, o menos…xq si hace milanesas lleva la carne (el pan, los huevos y condimentos son de mi casa) que OJO!!! A mi no me importa en lo más mínimo, pero si me enoja, me entristece que mi propia mamá diga que le pago poco, q me abuso, que trae la comida, que me plancha, lava etc….cuando es MENTIRA! Jamás me abusaría, compro la comida y tengo una chica que limpia y el resto lo hago yo (o hacía cuando no me lo cuidaba)….jamás le pedí q toque un piso…lo hace porque como el nene duerme… se aburrirá, no lo sé, y luego como todo lo q hizo en su vida, te lo echa en cara, cuando vos no le pediste que haga nada. Yo debo agradecerle el haberme tenido.
Sin ir más lejos se ofendió porque dice q no la saludé para el día de la mujer. Y ella a mi? Tengo 32 años, madre de un hijo y otra bebé en camino, no soy mujer? Pero noooo…..las obligaciones son hacia ella. Le debo la vida…no les parece demasiado?
En mi 7mo mes de embarazo, esto me hace bastante mal, sin contar que sufro de hace unos años trastorno de ansiedad (TAG) con ataques de pánico.
No quiero repetir la historia de la “queja” pero para darles mi panorama, laburo 8 hs, estudio una carrera universitaria desde los 18 años, donde quiero recibirme; soy mamá, mujer casada y esperando otro en camino. Por lo cual ante mi vida agitada como tantas otras busco PAZ! TRANQUILIDAD! EQUILIBRIO!
Desearía tanto encontrarlo en mi familia de origen…
Hablando con mi psicóloga me sugirió que debo cambiar yo, 1ro separar del cuidado de mis hijos a mi madre, ya que me estresa y no ayuda a mi estado y 2do tomarlo con humor. La mala onda y queja continua de la mala vida que “tiene”, “tuvo” y “tendrá” mi madre vista desde su óptica jamás voy a modificarla, entonces la onda no es ir al choque con mi madre, sino cada pálida que me cuenta o cada queja que me hace (xq aunque no lo cuide más siempre va a existir la llamada con malas noticias o lo mal que está) tomarla con humor, ser buenamente irónica.
Debido a mi fuerte carácter, la idea no es ser malamente irónica, pero tampoco decirle todo que si como mi hermana y no pelear para que mi madre crea que está todo bien y que tenga razón, la idea es ante una frase desafortunada, responderle algo buena onda que la deje en evidencia que lo que está diciendo no suma nada, al contrario…resta.
Por ejemplo, ante un…”no sabes lo que pasó?”….una respuesta como: “que buena noticia me vas a dar”? aunque no se de cuenta las 1ras veces, va a quedar en evidencia y a las 5ta vez…se dará cuenta…
No sé si funcionará, pero tengo que probarlo.
Después de algunos años de terapia me he dado cuenta que todos los problemas los tengo que resolver sola, cambiando yo. No puedo cambiar a mi papá, a mi mamá, a mi marido. No…no, hay que moverse uno y buscar la felicidad solita, sin echarle la culpa al otro. A veces lo que más nos duele viene del otro, pero el tema es que esa persona no va a cambiar, entonces uno sigue esperando el milagro, el cambio…y mientras tanto pasa el tiempo…te deprimís, sufrís, te frustras…hasta te podés enfermar. Y jamás va a existir un cambio hasta que VOS no intentes cambiar.
Duele, duele mucho saber que la otra persona no es el modelo que tenés en tu cabeza, duele mucho decir NO, HASTA ACA, ADIOS. Pero cuán importante es ser egoísta a veces, romper con el modelo de la “gran” familia, el “gran” noviazgo/matrimonio si no te hace feliz…y buscar ser feliz.

AMOR ETERNO

Por Eduardo Chaktoura
Especial para RevistaOHLALA.com


En las últimas estadísticas conocidas sobre "estado civil" en la Argentina surgió que cayeron en un 5% los casamientos y que aumentaron considerablemente los divorcios. Mientras que en la década del 90 había 87 divorcios por día, llegaron a ser 172 los registrados diariamente entre 2001 y 2010. Según datos recientes , el amor parecería no durar más de un promedio de 6 años: "el 54% de las parejas que se divorciaron durante 2010 llevaban menos de diez años juntos; el 34%, menos de seis".

Si bien no hay números concretos sobre la realidad de la convivencia sin papeles , un "formato del amor" de notable crecimiento en las últimas décadas, los testimonios y casos conocidos se suman a las estadísticas ya conocidas.

¿Por qué el amor de pareja dura, promedio, no más de seis años? ¿Es real esto de la comezón del séptimo año?

Si bien están quienes creen que éste suele ser el tiempo promedio del estado natural de enamoramiento; que a los 6 o 7 años hay cuestiones que dejan de "sentirse" y en nada se parecen al estado de "los primeros tiempos"; nada haría suponer que están escritas o "garantizadas" las fechas de vencimiento. Lo que sí existen son claros indicadores de por qué hoy solemos estar menos tiempo en pareja que décadas atrás.

Podríamos decir, ante todo, que cambió el estado de "conciencia" sobre el sentido de realidad de los vínculos, del "para qué" y "por qué estamos juntos" .

Tiempo atrás no había demasiados cuestionamientos o se resistía en la insatisfacción. Con el correr de las décadas han ido perdiendo fuerza los mandatos del "ser y estar casado y procrear".

Sin embargo, gran parte de los matrimonios de hoy, de entre 30 y 40 años, fracasan porque persisten en la idea de lo que "esperan" sus familias y el resto de la sociedad. Muchos proyectos familiares fracasan en el primer intento porque nacen del mandato y no del sentimiento. Unos cuantos cumplen con el objetivo en las segundas o terceras vueltas.

Parece que el amor ya no es lo que era; ¿o somos nosotros que andamos perdidos, desconectados, entre tan ansiedad y urgencia?

El amor como sentimiento, como deseo, como emoción, es el mismo amor de siempre. El estado más positivo y deseado por excelencia mantiene intacta su esencia primaria y original.

El "amor de pareja", de hecho, es para todos la forma de vincularnos que más nos ocupa y preocupa. Aunque a algunos les parezca "retrógrado" entenderlo desde lo que dice la antropología del amor, persiste en la humanidad, y poco parece que cambiará, esta biología salvaje y natural de "seducirnos, encontrarnos y reproducirnos, para preservar la especie, asegurarse la continuidad genética, trascender y sentirnos realizados con nuestra condición de género".

Dicho de otra manera -pese a las estadísticas de esta última década-, por regla general, hombres y mujeres seguimos deseando, conscientes o no, estar en pareja, casarnos y tener hijos. El matrimonio, la paternidad y el progreso económico siguen siendo los indicadores más contundentes del paso confirmado a la vida adulta. De hecho, llegados los 40, el encuentro amoroso y la idea de la descendencia se convierten en uno de los asuntos urgentes a resolver o remediar.

Si bien la empresa del matrimonio pareciera desjerarquizarse, sorprende ver como, sobre todo entre los 35 y 45, a poco de haberse separado, muchos persisten con la idea de estar en pareja, incluso de casarse, para volver a intentar el proyecto de familia.

¿Por amor?, ¿por temor a la soledad?, ¿para evitar los duelos?, ¿para repartir los gastos?, ¿para demostrar que el anterior fue un error y no un fracaso?, ¿para cumplir con lo que se espera?...

Lo nuestro se... ¿acabó?

¿Por qué crece el número de divorcios si, en definitiva, todo lo que buscamos es amor? Porque, continuando con algunos de los datos que ya hemos anticipado, nuevos vientos y corrientes parecen modificar las aguas en las que nadamos y "remamos" a diario.

No es que el amor ya no es de novela, no es que el amor ya no da rating; sólo que es época de otros formatos, otros lenguajes, otros "tiempos".

Vivimos en una cultura menos tolerante; "sin tiempo", siquiera, para detenernos a ver qué nos pasa, cómo podemos resignificar o fortalecer el compromiso. Si bien el amor es "de a dos", el acelere y el exitismo individual puede convertirnos en personas egoístas; en seres que corren como si todo fuera una cinta de gimnasio. De una manera u otro, sin darnos cuenta, alimentamos este estilo de vida "descartable".

Precisamente, esta modernidad de urgencias, hiperexigencias, consumo y "resultados rápidos y exitosos", parece habernos hecho creer que se puede sacar el amor del freezer y mantenerlo, "revivirlo o calentarlo" con un simple golpe de microondas.

Este nuevo "lenguaje", es el que ha sustituido muchos "te quiero" por "yo quiero".

De hecho, el escenario económico-social-cultural de esta época infla el "temor al fracaso" de muchos de los adultos jóvenes de hoy que prefieren "estar solos que mal acompañados".

Hacemos lo que podemos. Cada pareja configura el vínculo como quiere (o crea conveniente y posible) para estar lo más juntos o a la distancia necesaria para tolerarse, comprenderse, acompañarse y continuar.

Tal vez, para comenzar con este tiempo necesario de reflexión, convenga entender que, más allá del formato elegido o posible, la "filiación" es "un motivo que se caracteriza por el interés en establecer, mantener o restaurar una relación afectiva positiva..."

Hay un primer tiempo para la pasión; que dura los mismos meses que se mantengan encendidas las primeras hormonas del deseo frenético. Viene luego un tiempo para la intimidad; esto de confiar y compartir con el otro algunos de nuestros secretos y misterios más íntimos o personales. Pero lo que da garantías de futuro es, pasado los primeros años de relación, el hecho de comprometernos a sostener este interés por estar juntos, sabiendo que la relación vive sufriendo cambios con el correr de los años.

El vínculo se modifica porque cada uno de nosotros no es el mismo de hace un tiempo atrás. Todo avanza (o retrocede). Todos evolucionamos o nos pasan cosas distintas a las que acabamos de vivir juntos, como pareja, o en nuestra vida íntima o personal. No siempre es fácil acomodar las nuevas ideas y sentimientos de cada quien a lo ya conocido o a las costumbres de la pareja (en la próxima oportunidad hablamos de la saludable teoría del "triángulo amoroso").

Sólo quienes se animan a la mejor experiencia que nos da la vida, logran saber cuánto dura (o puede durar) el amor. El deseo, la expectativa razonable (más allá de "lo ideal"), así como el compromiso sensible y responsable son quienes ajustan los tiempos. La cultura del momento propone y cada quien dispone.

Hay quienes aún pueden dar testimonio de que es posible el amor para toda la vida.

El autor es psicólogo y periodista; autor de "30/40, La gran oportunidad" (Paidos)