miércoles, 22 de agosto de 2012

Éxitos a nuestra medida

Mariela Dabbah da las claves para convertirnos en mujeres “poderosas”. Esta escritora argentina radicada en Nueva York presentó un libro que indaga cómo hicieron muchas mujeres (tanto famosas como desconocidas) para llegar a posiciones estratégicas, y a la vez propone una guía práctica para crear un éxito a la medida de cada una de nosotras. ¡Vamos que se puede! “¿Qué es el éxito para mí? Poder tener el control creativo de mis proyectos. No se trata de seguir creciendo en mi carrera tanto como darle de comer a la necesidad de mi vocación como comunicadora.” CRISTINA SARALEGUI. Cubana, periodista y conductora durante 21 años de El show de Cristina. Que no decaiga. ¿Las cosas no salieron como esperabas? ¿Jamás volvieron a llamarte después de esa entrevista para el trabajo soñado? ¿Te sentís estancada en un puesto que no parece hecho para vos? A no desesperar, porque es un hecho que todas somos capaces de alcanzar el éxito personal. Lo único que se necesita es ir por él. Y lo de “él” no se refiere a salir a buscar un marido con plata. Se trata de trabajar por un sueño, un objetivo, un ideal de vida que muchas veces puede parecer esquivo, pero en realidad no lo es si se lo identifica y se rema en pos de su concreción. “La idea es que puedas pensar en el éxito profesional y personal más como un camino que como un destino. El camino que cada uno se forja para experimentar aquello que lo satisface y obtener en el proceso aquello que desea. Es decir que si este libro te ayuda a descubrir qué quieres para ti profesionalmente, también te ayudará a encontrar la manera de alinear tu deseo con las acciones que deberás llevar a cabo para cumplirlo”, es el mensaje principal de Poder de Mujer (C.A. Press), el nuevo libro de Mariela Dabbah (48), escritora y consultora, sin hijos por decisión propia, nacida en Argentina y radicada desde hace más de veinte años en Estados Unidos –donde colabora con CNN, Univisión y Telemundo, y asesora a empresas como Citigroup, American Express, McDonald’s Corporation– dedicada a bucear en el alma de mujeres (algunas famosas, otras desconocidas) que luchan a diario por su realización personal. ¿El resultado? Una guía de trabajo individual que incluye entrevistas y consejos y que, aunque no tiene intención de brindar soluciones mágicas, aporta herramientas para iniciar el largo y sinuoso camino que supone el éxito. Desde su departamento con vista al río Hudson –un ventanal frente al que suele sentarse a meditar para alinear sus propios proyectos–, la autora explica: “La idea del libro es trascender la autoayuda y proponerte que lo leas en grupo con otras mujeres en las que tengas confianza para que puedan darse mutuamente retroalimentación y se ayuden a ir descubriendo cosas que tal vez cada una no vea de sí misma”. Además de compartir sus propias experiencias, Mariela entrevistó a una docena de mujeres famosas para indagar acerca de sus logros. ¿Por qué decidiste escribir sobre el éxito? Me pareció que era hora de dedicarme al tema, sobre todo porque aún en Estados Unidos, donde las mujeres ya constituyen casi el 50% de la fuerza laboral, siguen sin ocupar cargos de alta jerarquía en forma proporcional. Es un libro que les sirve a las mujeres que recién empiezan, a las que están a mitad de carrera y se sienten estancadas, a las que se tomaron un break para tener familia y regresan al mercado laboral y a aquellas que tienen sus pequeños negocios. Pero además es un libro que les hace bien a los hombres para entender mejor a las mujeres de su vida y criar hijas con buena autoestima. ¿Por qué aclarás que no es un libro de autoayuda? Porque muchas veces cuando uno lee un libro de ese tipo termina decepcionado y hasta deprimido pensando que los consejos no se aplican a uno mismo. Esta es una invitación a explorar mandatos conscientes e inconscientes que hemos mamado desde muy temprano y que probablemente aún sigan afectando nuestra capacidad para salir adelante a nivel laboral. ¿Cuáles son las dudas y miedos más comunes de las mujeres que te consultan? A tener éxito, a decepcionar a sus familias, a no encontrar el balance entre vida personal y profesional, a que ya sea tarde para hacer lo que les gusta… Son algunos de los más comunes. ¿Realmente todas podemos alcanzar el éxito? La propuesta es pensar en el éxito como un camino en vez de como un destino o un objetivo impuesto por otros que hay que alcanzar. De ahí que el éxito (del latín exit, salida) sea encontrar la salida que te resulte más satisfactoria a vos como persona. Claro que eso cambia a medida que uno mismo crece y evoluciona. Es decir que la mejor manera de sostenerlo es estar atenta todo el tiempo, para ir haciendo los ajustes necesarios cuando aquello que hacés deja de satisfacerte. Creá tu éxito *Identificá viejos mandatos que impactan en tu autoestima y derribalos. *Descubrí cuáles son tus sueños y el lugar que ocupa tu carrera y tu vida personal dentro de tus prioridades. *Descubrí qué es el éxito para vos estableciendo objetivos profesionales claros. *Poné esos objetivos por escrito: el lenguaje es clave para focalizarlos. *Ordená mentalmente tu energía, pensamientos, decisiones y acciones. *No dejes que los miedos te bloqueen. *Visualizate claramente en 5 años, con todos los detalles: casa, familia, tipo de actividad laboral, lugar geográfico, por ejemplo. *Meditá, hacé yoga o encontrá alguna otra forma personal de conectarte con vos misma. *Aceptá proyectos que te presenten un desafío. *Si cometés un error admitilo cuanto antes, dejá de lado tu ego y poné todo de tu parte para solucionarlo. *Pedí ayuda o asesoramiento a mentores, patrocinadores, simpatizantes, asesores y coaches. *Expandí tu red de contactos. Una buena herramienta son las redes sociales. *Identificá qué cosas son negociables para vos y cuáles no lo son. *Sé auténtica. Modular los rasgos de tu personalidad está en tus manos. Textos: María Eugenia Sidoti. Ilustraciones: Verónica Palmieri.Para ti

¿Qué quieren de mi?

Pequeñas contradicciones de la vida cotidiana. Educar a nuestros hijos nunca fue sencillo. Sin embargo hoy, las tecnologías, el auge del consumo y la importancia de la mirada del otro parecen complicar aún más la tarea. ¿Los adultos exigimos cosas que ni nosotros podemos cumplir? ¿Son frecuentes los dobles mensajes? Aquí, la palabra de los especialistas que ofrecen un manual de ayuda para salir airosos del desafío. “No es lo mismo un padreque se dé un gusto a que los chicos tengan ese mismo derecho. El ‘igualismo’ no es buen camino. Porque no es lo mismo haber trabajado y darse un gusto a que ellos tengan tododado de antemano.”MARIA ESTHER DE PALMA, presidenta de la Sociedad Argentina de Terapia Familiar. No sé qué quieren los adultos de mí” Renata lo vomitó así, sin más. Fue liberador. Pero ni bien lo puso en palabras, le pasó la angustia a los grandes. A los 11 años, Renata venía de protagonizar un incidente en el colegio relacionado con los vínculos entre pares que desembocó en una reunión muy civilizada entre sus padres, la directora y una psicopedagoga. Conclusión: los directivos, preocupados por la formación de los clásicos grupos de chicas en el aula, habían puesto en manifiesto el deseo de que todas se llevaran bien, que todas fueran amigas. Renata era amiga sólo de unas pocas, con las demás tenía una relación digna del cuerpo de diplomáticos. “¿Por qué quieren que sea amiga de todas? ¡Si con algunas tengo cero onda! Si en la vida uno no es amigo de todo el mundo, no sé qué quieren los adultos de mí”, les retrucó a sus padres, cuando estos volvieron del colegio y se sentaron a charlar con ella. Nunca se imaginaron que esa respuesta dejaría en evidencia las contradicciones que cargamos los adultos. ¿Por qué queremos que los chicos sean amigos de toooodos sus compañeros si nosotros tenemos sólo tres? ¿Por qué pretendemos que no digan malas palabras si nosotros las decimos? ¿Por qué les exigimos a ellos que no vivan pendientes del celular o de Internet cuando, en realidad, nosotros hacemos lo mismo? “En general, los adultos les pedimos cosas a los chicos que ni siquiera nosotros mismos cumplimos. De hecho, si mínimamente reflexionáramos sobre lo que hemos dicho seguramente nos daríamos cuenta de los dobles discursos”, dicen Natalia Manuale y Florencia Rodríguez, creadoras de la consultora en educación Blooming Child. “La vida familiar está llena de estas contradicciones. Algunas obedecen al estrés de los padres. Pero si se continúan podrían afectar a los chicos, haciéndolos sentir inseguros y con baja autoestima”, piensa Claudia Amburgo de Rabinovich, médica psicoanalista especialista en chicos y adolescentes de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA). Aquí, algunas situaciones y cómo las analizan los especialistas. CONEXIONES. Desde hace tiempo los dispositivos tecnológicos e Internet han redefinido el escenario cotidiano. Sin embargo, en muchas familias todavía hay resistencia a que sus hijos estén todo el tiempo conectados a las computadoras o sus celulares inteligentes, aparatos que ellos mismos les han comprado. “Me la pasaba prohibiéndole la computadora y al final tuve que ceder: si la mayoría de las tareas del colegio suponían búsquedas en Internet o hacer trabajos con procesadores de texto”, reconoce atribulada Carola, mamá de una adolescente. Para Laura Jurkowski, directora de re- Conectarse, una institución pionera en el tratamiento de problemáticas asociadas al uso de Internet, este relato se está volviendo cada vez más habitual: “En la consulta, y después de ahondar en el funcionamiento familiar, vemos que los mismos padres que les exigen a sus hijos que apaguen los celulares o las computadoras mantienen prendidos los televisores o sus teléfonos abiertos para chequear mensajes durante la cena”, cuenta Jurkowski, que es psicóloga y especialista en terapia familiar. “Hay una contradicción entre lo que decimos y lo que hacemos frente a los otros. Los padres intentan que sus hijos vayan por el buen camino, pero en lo que a tecnología se refiere no están convencidos de cómo hacerlo. Entonces suelen poner límites poco razonables, como sacarles los celulares, prohi- birles por seis meses el uso de los videojuegos o de Facebook. Y si prohibís, tal vez pierdas la oportunidad de educarlos en el buen uso de la tecnología”, apunta Jurkowski. Para Mariana Maggio, profesora adjunta de Tecnología Educativa de la UBA, esta contradicción es habitual. “Tal vez esto suceda porque hay cierta tendencia por parte de los adultos a considerar como malo todo aquello en lo cual no participamos. Algunas personas, además, tienen con la tecnología cierto prejuicio: se juzga como mala a la computadora, como también se juzgaba como mala a la televisión”, dice Maggio. Según ella –que es autora de Enriquecer la enseñanza (Paidós)–, así como las redes sociales están instaladas culturalmente, hoy es casi impensable estudiar sin computadoras ni conexión a Internet: “Hasta los padres de los chicos de sectores más vulnerables se dan cuenta del valor cultural que tiene estudiar con computadoras y acceder a Internet. No siempre los chicos están perdiendo tiempo si a las 11 de la noche siguen chateando con compañeros: ¡a veces se están pasando apuntes!”. Sin embargo, no todo es color de rosa. Al igual que Jurkowski, Maggio sostiene que hay que poner pautas. “Lo que los adultos tenemos que hacer primero es reconocer que Facebook es hoy un instrumento de socialización y que prohibirlo es poco realista: ¡se conectarán con otro nombre desde un ciber o la casa de un compañero! Es importante admitir que las computadoras tienen un uso cultural y que por las redes, sus foros y lecturas, pasa la educación contemporánea. Teniendo en cuenta que nuestros hijos son diferentes a nosotros, hay que insistir mucho sobre los temas del cuidado personal (evitar dar datos) para luego establecer acuerdos. Aunque a algunos les convenga, está claro que pasarse quince horas frente a la pantalla no es saludable”, asegura Maggio, y pone como ejemplo una hora de videojuegos y una hora de lectura. A los chicos más dispersos habría que proponerles que se desconecten hasta que terminen sus tareas. Pero para lograr todo eso es preciso adoptar otra actitud: “Construir horas de calidad es un desafío para esta generación de padres. Para garantizarlas, tenemos que poder apagar nuestro celular cuando estamos con nuestros hijos. Si tienen Facebook, hay que exigirles que te acepten como amigo. Y eso no supone invasión a la privacidad, ya que Facebook es un lugar público para compartir, como un restaurante. Si se pasan horas y horas twitteando, la clave es aprender de qué se trata. Es que para generar pautas tenemos que convertirnos en usuarios avanzados”. (…) Textos: M. F. Sanguinetti.

Lección de anatomía: 10 mitos de la sexualidad femenina


En el libro “La mujer sexualmente feliz. Del mito a la verdad científica”, de Editorial Granica, el doctor Juan Carlos Kusnetzoff se encarga de negar varias creencias erróneas:
Mito 1: El hombre necesita más sexo que la mujer
No es así. “Biológicamente la mujer está capacitada para vivir con plenitud todas las etapas de la relación sexual (deseos, placer, orgasmo) en forma equivalente, si no similar, al hombre”, aclara el sexólogo.
Mito 2: El himen se rompe al perder la virginidad
Según el especialista, muchos hombres y mujeres lo imaginan como un tabique continuo y cerrado, infranqueable sin violencia. En realidad, es elástico y tiene un orificio que permite, por ejemplo, a las mujeres vírgenes usar tampones. ¿Qué pasa en la “primera vez”? El orificio del himen se agranda.
Mito 3: El punto G es difícil de encontrar
“Casi siempre se constata que la zona es fácil de estimular, en especial, con los dedos del compañero”, alienta Kusnetzoff. ¿Cómo encontrarlo? Deslizar el dedo dentro del conducto vaginal y efectuar una leve presión hacia arriba. Se siente como una pequeña rigurosidad o montañita.
Mito 4: Todo el clítoris está a la vista
Pensar eso es un error. “El clítoris está formado por un tronco y una zona más abultada, el glande, que es lo único visible bajo los labios menores”, detalla el doctor. “La estimulación tanto del tronco como del glande provoca su erección y aumento del volumen”, agrega.
Mito 5: Todo pasa en el mismo orificio
Muchas personas confunden la uretra con la vagina. En realidad, hay dos orificios, “uno que permite la evacuación de la orina (el meato uretral) y otro que comunica la vagina con el exterior (el orificio vaginal o himeneal), por donde se evacua la sangre menstrual, se realiza el parto y penetra el pene en la relación coital”, explica el sexólogo.
Mito 6: El placer pasa por los genitales
El doctor reconoce que el clítoris y los labios menores producen placer al estimularse. Pero hace una aclaración importante: “en la mujer otras partes del cuerpo son erógenas: la cara interna de los muslos, los pezones, la boca, las orejas, el cuello, etc.” No las olvidemos.
Mito 7: Las mujeres con senos pequeños son frías
“Aunque leído así se note que es una tontería, varones y mujeres tendemos a asociar los grandes pechos (y en general la figura voluptuosa) con un temperamento apasionado”, dice el doctor.
Mito 8: Hay penes que no se adaptan a la vagina
“Solo es cierto en casos aberrantes, como hombres mayores con niñas pequeñas. Entre adultos no existe tal incompatibilidad”, aclara Kusnetzoff.
Mito 9: Hay vaginas muy cortas
A veces una molestia durante el coito o durante el examen ginecológico lleva a pensar en una vagina corta o no desarrollada. Pero, en realidad, lo que puede ocurrir es una contracción espasmódica de algún músculo o que se trate de un vaginismo. “De ninguna manera está indicada la cirugía”, alerta el doctor.
Mito 10: Fuimos creadas para reproducir
No es así. “Los genitales poseen, tanto en hombres como en mujeres, la doble función de reproducción y placer sexual”, dice Kusnetzoff. “Los ovarios segregan dos hormonas: los estrógenos y la progesterona, que determinan los caracteres sexuales secundarios femeninos”, agrega el especialista.
Extractos del libro “La mujer sexualmente feliz. Del mito a la verdad científica”, de Juan Carlos Kusnetzoff, Editorial Granica.
¿Creías en estos mitos? ¿Tenés más inquietudes para compartir?