lunes, 30 de marzo de 2009

La envidia produce dolor y tiñe de verde a quien la siente

Quien siente envidia suele avergonzarse e intentar disimularlo. Pero, aunque se esfuerce por padecer en silencio, las más de las veces su propio cuerpo lo delata: el rencor lo hace retorcerse tanto como cuando es sometido a un dolor físico, e incluso su cerebro puede teñirse de verde.

Y es que la envidia se sube a la cabeza. Así, lo comprobó un equipo de neurólogos del Instituto Nacional de Ciencias Radiológicas de Inage-Ku, en Japón, que identificó que ese intenso sentimiento activa los mismos circuitos neuronales del dolor.

Con máquinas de resonancia magnética funcional para observar el cerebro en acción y un guion repleto de drama para que el centenar de participantes en el experimento sintieran envidia, los investigadores se dedicaron más de dos años a la tarea.

“El deseo de tener lo que otros tienen estimula la corteza cingulada anterior dorsal del cerebro, es decir, la misma región que se activa cuando se padece dolor físico”, afirmó Hidehiko Takahashi, autor principal del estudio publicado en la revista Science .

Según Takahashi, cuanto mayor es el arrebato de envidia, más intenso es el flujo sanguíneo en esa región neuronal. Por eso, aunque el envidioso intente controlarse, no consigue evitar que su cuerpo se contraiga o su ceño se frunza.

Además, la resonancia magnética mostró que, cuando la sangre se acumula en esa zona cerebral, el órgano se torna verdoso.

“La asociación entre dolor y envidia estaba ya en la sabiduría popular, pero hasta ahora no tenía una explicación científica”, manifestó el experto.

Y ¿por qué a mí no? Al intentar inducir a la envidia a quienes eran objeto de investigación, los científicos comprobaron lo que, hace siglos, sostienen los filósofos.

“Los alfareros envidian a los alfareros”, escribió Aristóteles hace 2.300 años, y los neurólogos japoneses también consiguieron una mayor respuesta cerebral cuando los objetos de investigación se comparaban con personas de su misma condición.

“Más que cuando se piensa en los bienes o la belleza de los ricos y famosos, la envidia se dispara cuando una persona se compara con aquellos a quienes considera sus iguales –del mismo sexo, edad, clase social y currículum vitae–”, explicó Takahashi.

Por otro lado, la investigación, en la que también participaron psiquiatras, documentó que las personas sometidas a este estudio, cuando se les pedía verbalizar su rencor, lo hacían en dos direcciones: “mientras que la mitad se identificaba con la frase ‘Yo quiero tener lo mismo que tiene aquel’; los demás sintetizaban su sentimiento con la expresión ‘Yo no quiero que aquel tenga más que yo’”.

Para los científicos, esas expresiones sugieren que la envidia cumple un profundo rol social: sirve de acicate para superarse y ayuda a no derrochar lo que ya se ha conseguido.

El placer de ver fracasar. No todo es dolor en la mente de los envidiosos. Con la máquina de resonancia magnética se evidenció que solo imaginar a la persona envidiada cayendo en desgracia hace sentir un placer semejante al de comer un chocolate o mantener una relación sexual.

“Así como la envidia es dolorosa, ver fracasar a otros genera una descarga de dopamina que activa los centros del placer del cuerpo estriado del cerebro”, señaló Takahashi, quien recordó el refrán: “Las desgracias de los otros saben a miel”.

Finalmente, la investigación descubrió que la magnitud del dolor generado por la envidia tiene una correlación neurológica con la intensidad del placer de “ver” al otro fracasar

“La envidia funciona, entonces, de forma similar a los sistemas cerebrales que procesan necesidades, y que hacen que, cuanto más hambriento o sediento esté uno, más placentero será comer o beber”, dijo Takahashi, que manifestó su disposición a seguir investigando las respuestas neuronales de otros sentimientos.


lunes, 23 de marzo de 2009

Recién nacidos: 20 consejos infalibles

Con la llegada a casa aparecen las dudas de primeriza. Para que todo salga bárbaro y tanto mamá como bebé disfruten de las primeras semanas juntos, te damos algunos consejos básicos y que no fallan.
Asesoró: Dra. Verónica I. Sabio Paz, neonatóloga del Servicio de Neonatología del Departamento de Pediatría del Hospital Alemán, M.N. 95.484.

Darle el pecho

1Que sea a libre demanda, tanto la frecuencia de tomas como la duración de cada una. Es decir que hay que ofrecerles teta cada vez que lloren. Pero, ¡atención!: en los primeros días de vida los bebés no deberían pasar largos períodos de ayuno. Por eso, durante la primera semana o hasta que recuperen el peso de nacimiento, si pasaron más de cuatro horas desde la última toma y no reclaman el pecho espontáneamente, habrá que despertarlos y estimularlos para que se alimenten.

2El alimento ideal es siempre el pecho materno. Hay que recordar que la producción de leche no es inmediata: los primeros días posparto puede parecer poca la cantidad de leche o de calostro. Pero, a medida que pasan los días, la producción va aumentando progresivamente. ¡A no desanimarse! y seguir poniendo al bebé al pecho ya que la succión es el principal estímulo para la bajada de la leche. Para incrementar las chances de que la lactancia sea exitosa, habrá que evitar las interferencias (mamaderas, chupetes y leches artificiales).

3En relación a cómo hay que sostenerlo para alimentarlo, la clave está en que la mamá esté cómoda, con la espalda bien apoyada sobre algún respaldo o algo que funcione como tal. Una posición que le permita sentirse relajada ayuda a evitar tensiones y cansancio. Esto favorece la producción de leche y disminuye las lesiones en el pezón. También el bebé debería estar cómodo y seguro. Esto se logra colocándolo “panza con panza”: el abdomen del bebé debe estar en contacto con el de su mamá y la cabeza, nuca y espalda del bebé deben estar en línea recta, sostenida por el brazo de su mamá. Así debería ser siempre, tanto si se lo amamanta sentada, como acostada o en posición invertida.

4La única manera de saber si está comiendo adecuadamente es con los controles de peso que hará el pediatra. Si no descendió exageradamente de peso durante la primera semana de vida o viene aumentando bien, significa que la cantidad de leche es suficiente. Hay bebés que durante los primeros días de vida lloran con frecuencia y es importante saber que no siempre es por hambre. Además, los recién nacidos presentan un reflejo de succión por el cual al acercarles a la boca cualquier objeto (mano, pezón, chupete) lo succionan por reflejo, no necesariamente porque tengan hambre.

Crear un ambiente

5Lo ideal es mantener la mayor calma y tranquilidad posible, evitando los ruidos y sin demasiadas visitas. Sí habrá que seguir con las tareas cotidianas de la casa, para ayudar al bebé a diferenciar el día y la noche.

Abrigo, ¿de más o de menos?

6Habrá que procurar que no pase frío pero tampoco calor. Es cierto que durante los primeros días sus pies o manos pueden estar más fríos que el resto del cuerpo. ¡A no preocuparse! Es normal y se revierte colocándole medias. Pero hay que tener cuidado con la tendencia a abrigarlo de más, sobre todo en esta época del año. Un buen parámetro es ponerle una prenda más de la que usa un adulto: si está de manga corta, al bebé vestirlo de manga larga; si está de manga larga, agregarle un saquito. Otra manera de saberlo y hasta sentirse segura en este sentido: se le puede tomar la temperatura. La ideal es cercana a los 36,5 grados centígrados. Si está por debajo de esta cifra, se le agrega alguna prenda y si está por encima de 37 grados centígrados, se le quita algo de ropa.

Dulces sueños

7A la hora de dormir es necesario acostarlo boca arriba o de costado y taparlo sólo de las axilas hacia abajo, quedando los bracitos libres. Para dormir también es importante que no esté sobreabrigado. Es preferible abrigarlos con su ropita y no taparlos con mantas pesadas. Durante los primeros meses se recomienda que duerman en el cuarto de sus papás y hay que procurar que el ambiente esté libre de humo.

Higiene del cordón

8No hay que tenerle miedo a manipular esta zona y hay que animarse a hacerlo correctamente. No duele ni arde, aunque el bebé puede llorar por la sensación desagradable de sentir frío en la panza. Generalmente la parte superior del cordón ya está seca (dura y oscura) al momento del alta sanatorial. Para limpiar la base del cordón, que todavía está húmeda y amarillenta y que está en contacto con la piel, habrá que usar una gasa estéril y alcohol. Este procedimiento puede hacerse con cada cambio de pañal o por lo menos de cuatro a seis veces por día. Si una vez que el cordón se cae, entre el quinto día y las dos semanas, la base queda húmeda, es conveniente seguir realizando la higiene hasta que la zona quede totalmente seca.

Tiempo de un baño

9Para bañar al bebé por primera vez en casa se recomienda esperar a que se produzca la caída del cordón y que la base del ombligo esté bien seca, generalmente entre el primer y el segundo día después de que se cayó. ¿Lo más importante?: Controlar la temperatura del agua, que idealmente debería estar alrededor de los 37 grados. Puede medirse con un termómetro de agua o tocándola con la cara interna del antebrazo. Durante el baño hay que evitar las corrientes de aire del ambiente.

10Al bebé hay que sostenerlo siempre con una mano, aunque se esté usando un flotador, adaptador, etc. La forma más segura de agarrarlo es desde la nuca, con una mano en forma de C. La otra quedará libre para higienizarlo. En el agua hay que sumergirlo lentamente, primero por los pies, después las piernas, hasta dejarlo apoyado o sentadito sobre la base. Si esto se hace progresivamente, el bebé no se va a asustar y el baño va a ser súper placentero.

11A nivel productos bastará con un jabón neutro o de glicerina, sin perfume, que puede venir en forma de pan o ser líquido. No es necesario usar shampoo; con el mismo jabón se puede limpiar la cabecita. Lo que importa es enjuagarlo bien.

Cambio de pañal

12Para los primeros meses habrá que evitar las toallitas húmedas, dado que en su mayoría tienen mucho perfume y pueden irritar la piel del bebé. Se puede higienizar la zona sólo con agua y algodón o una esponja suave u otra buena opción es algodón y óleo calcáreo, ya que éste deja una película grasa que cumple de barrera de protección. Si la piel está sana, será suficiente y no harán falta cremas adicionales.

13Es normal que durante los primeros días de vida del bebé aparezcan en el pañal manchas color naranja o rojizo. ¡A no asustarse! Responden a la eliminación de uratos en la orina y no son para preocuparse. Con respecto a la caca, es probable que en los primeros días se elimine el meconio que son deposiciones negruzcas y pegajosas y que con el correr de los días se vuelvan más liquidas, verdosas y finalmente amarillentas.

14Además del color también es habitual un cambio en la frecuencia. Al principio pueden producirse entre una y ocho deposiciones al día, generalmente después de comer y luego la frecuencia disminuye paulatinamente, con el correr de los días. En bebés que se alimentan con leche de fórmula, la frecuencia suele ser menor y la consistencia mayor. Y no hay que preocuparse si hace caca cada tres o cuatro días.

Salidas a pasear

15Durante los primeros meses de vida los bebés deberían quedarse en casa y salir lo menos posible. Se sugiere que las primeras salidas, más allá de los controles médicos, sean a la casa de algún familiar o persona cercana que pueda ofrecer un ambiente tranquilo, con algún espacio íntimo donde se pueda alimentar al bebé sin tanta interferencia. Se desaconsejan los lugares cerrados, poco ventilados y muy concurridos como shoppings, supermercados, etc.

Traslados

16Desde su primer viaje –es decir, desde que sale del hospital y va hasta su casa– el bebé tiene que viajar en su sillita para auto. A esta edad tiene que colocarse en el asiento trasero, preferentemente en el medio y orientada mirando hacia atrás.

El sol y sus rayos

17Hasta que tengan un año y sobretodo en verano hay que evitar que los bebés estén expuestos al sol directamente, sea la hora que sea. Se debería tener en cuenta que también el reflejo solar sobre el agua o la arena, por ejemplo, puede lastimarle la piel. Durante los primeros seis meses no se les debería poner cremas o protectores solares.

Hipo y estornudos

18Suelen ser reflejos normales de los recién nacidos. Muchos tienen hipo incluso desde que estaban en la panza. Que tengan estornudos no significa que estén con frío o resfriados.

Temblores de RN

19Y es normal que ante un ruido fuerte o cambio de posición, presenten una especie de temblores que son comunes. Cuando estos últimos se dan en los brazos o piernas y sobre todo si se dan cuando se está moviendo, no deberían ser motivo de preocupación, siempre y cuando sean esporádicos y no duren mucho.

Casos de ictericia

20Muchos recién nacidos se ponen algo amarillos durante los primeros días de vida. Esto se debe a que aumenta el nivel de bilirrubina en sangre y comienza a acumularse en la piel. Generalmente es algo fisiológico y transitorio que se va con los días. Sin embargo, a pesar de que es frecuente, al notar que se pone amarillo hay que consultar al pediatra o en alguna guardia –sin dejar pasar demasiado tiempo– ya que si bien en la mayoría de los casos se resuelve espontáneamente, debe chequearse que los valores no sean demasiado altos.
Fuenta para ti mama
por Ana van Gelderen / producción: Florencia Mellino / fotos: Nicolás Mellino / agradecemos a Antique Nouveau, Mimo & Co, a Faustino y a Lechu


Sexo, cuando hay hijos en casa

Los chicos marcan un antes y un después en la sexualidad de la pareja. Reflexiones en pos de la intimidad y de reconciliar el erotismo con la domesticidad.
Asesoró: Lic. Silvana Naddeo, psicóloga, jefa del Servicio de SaludMental del Hospital Materno Infantil “Ramón Sardá”, M.N. 6.448

El día está llegando a su fin y te sentís agotada. Estás feliz, pero con pocas energías. Ansías que llegue el momento en que, por fin, vos y tu marido puedan recostarse tranquilos y hacerse unos mimos, sin que estén los chicos dando vuelta. Porque con el nacimiento de los hijos y más aún cuando crecen, se modifica la vida cotidiana de cualquier pareja, incluidos sus hábitos sexuales. “Con la llegada de los hijos hay aspectos de la pareja que cambiarán necesariamente. Sus integrantes tendrán que aprender que ya no son dos, y que las formas, lugares y tiempos de la pareja, pueden cambiar. Pero “cambio” no significa “ausencia”, sino, “modificación” en la manera de vivir la sexualidad”, explica la Lic. Silvana Naddeo, psicóloga, jefa del Servicio de Salud Mental del Hospital Materno Infantil “Ramón Sardá”.

La frecuencia es lo de menos

Antes, cualquier momento y lugar era bueno para vincularse desde lo sexual. Ahora, las tareas y responsabilidades aumentaron junto con el cansancio, y si los chicos no son tan chicos, siempre está la posibilidad de que irrumpan en el momento menos esperado. La licenciada explica que en toda pareja pueden existir períodos de menor frecuencia sexual. Y que esto no implica que la vida sexual no sea plena. “La frecuencia no es un marcador del placer, como sí en cambio, la entrega, el sentir la unión y el deseo de compartir ese momento. La posible disminución de la líbido y el erotismo, que la madre y el padre pueden experimentar frente a la nueva situación, no significa, necesariamente, que haya ausencia de mimos, caricias, abrazos y besos. Lo que daña y aleja es la indiferencia, la falta de contacto, de miradas... Sexualidad no quiere decir siempre genitalidad. Es todas las maneras de estar junto a la persona amada”, aclara la Lic. Naddeo. La especialista recalca que, aunque las frecuencias de la pareja claramente disminuyan, el aprendizaje consiste en redistribuir los tiempos y no dejar de hacer las actividades que acostumbraban: desde salir con amigos, ir al cine, disponer un tiempo para el diálogo, como disfrutar de su intimidad y alimentar la pasión.

Respetar los espacios

Los hijos llegan a una familia que tiene determinada forma de vida. Para que la adaptación de todos los integrantes sea feliz y tranquila habrá que respetar los espacios y necesidades, tanto del bebé –sus horas de sueño, horarios de comida, un ambiente tranquilo– como los de la mamá y el papá. “Una pareja disfrutará de su sexualidad cuando siente que cuenta con un tiempo y un espacio que les perteneció cuando todavía no estaban los hijos. Se trata de volver a la primera cita, donde uno se preparaba para el encuentro”, afirma la Lic. Naddeo. Por tales motivos, y para que el chico también sienta que tiene su lugar, es fundamental que, aún siendo bebés, los hijos duerman en un cuarto diferente al de sus padres. Caso contrario, los adultos pueden generar la fantasía que los chicos pueden escuchar o ver algún acto de su intimidad. Para que la pareja disfrute de un momento de pasión, tienen que estar seguros de que están solos, sin la presencia de terceros. “La cama de los padres es, como su nombre lo indica, para la pareja. Así como el nene deberá tener su lugar para comer, jugar, etc. No hace bien a ninguno de los tres el dormir en una misma cama”, sostiene la Lic. Naddeo.

¡Mamita!

La maternidad está fuertemente atravesada por mandatos sociales. Algunas veces el concepto de madre está asociado a un ser sacralizado, absorbido por completo por su nuevo rol. Al incorporar esta idea desde chicas, muchas mujeres terminan por emparentar maternidad con sacrificio, y no se permiten disfrutar. “Como opuesto a este posicionamiento, la mujer de hoy vive otra realidad. Debe continuar manteniendo económicamente su hogar junto a su pareja, seguir con los estudios y, además, necesita sentirse sensual, dinámica. Sólo con el bebé desempeñará el rol de ‘madre’, pero en todas las otras situaciones seguirá desarrollándose como antes de que naciera su hijo”, expresa la Lic. Naddeo.

Alimentar la pasión

Seguramente, la presencia de los hijos en la casa marque un antes y un después en la sexualidad de la pareja. Sin embargo, la licenciada asegura que el disfrute de una vida amorosa plena dependerá, en gran medida, de los permisos que se den el hombre y la mujer para seguir siendo una pareja y no sólo padres, como única función compartida. Y concluye diciendo que es necesario que luego de transitar un período de adaptación a las nuevas rutinas, los padres deberían retomar su intimidad y su seducción. Para ello hay que comprender que al deseo hay que invitarlo y una buena manera de hacerlo es preservando los espacios propios de la pareja.
Fuente para ti mama por Sol Nussbaum / fotos: Luis Rosendo Pruducciones Fotográficas - Getty Images.

miércoles, 18 de marzo de 2009

Volver a trabajar

Se te terminó la licencia por maternidad y muchas sensaciones entran en juego ante tu inminente reinserción laboral. Lo que tenés que saber para lograr un equilibrio entre tu doble rol de mamá y profesional.
Asesoró: Lic. Andrés Añón, psicólogo del Centro de Salud Nº 11 del Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, perteneciente al Hospital Ramos Mejía, M.N. 21.277.


Durante varios meses tu vida fue una sucesión de pañales, chupetes y poco descanso. Ahora es momento de volver a trabajar, aunque te parezca que el tiempo pasó volando y que tu bebé es demasiado chiquito para dejarlo. “Los miedos más frecuentes de una mamá ante la reinserción laboral, después de la licencia por parto, están relacionados con el cuidado de su hijo, pero también con su propio rol como mujer, además del de madre”, explica el Lic. Andrés Añón, psicólogo del Centro de Salud Nº 11 del Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, perteneciente al Hospital Ramos Mejía.

Al ruedo
El especialista señala que el aspecto físico también juega un papel importante en las emociones de la reciente mamá: “Su imagen corporal puede generarle inseguridades porque ha cambiado. Además, deberá enfrentarse a un doble rol”. Una mamá no ha dejado de ser mujer. En su cuerpo, que todavía está reacomodándose después de dar a luz y que ha cambiado, se expresan las cuestiones vinculadas a la femineidad. “En muchas aparece el dolor por la separación con su hijo. A veces culpa o ansiedad por cómo afrontar nuevamente compromisos y expectativas laborales que no siempre acompañan la vida familiar”, amplía el especialista. “La contención que reciba va a depender de los lazos familiares y de la capacidad de diálogo, para hacer este momento más participativo y encontrar mayor colaboración y comprensión”, continúa.

Definiendo prioridades
Algo que puede aliviar la presión y la angustia de la vuelta a la vorágine laboral es anticiparse y elaborarlo internamente antes de que se concrete la reinserción. El psicólogo anticipa que no siempre es posible prepararse emocionalmente, pero que se puede planificar cómo va a ser la vida, de qué manera se complementarán la maternidad con el trabajo. “Tanto trabajar como ser mamá son cuestiones relacionadas a los deseos que se quieren satisfacer. Para lograrlo se pueden encontrar diversos caminos”, plantea Añón, que reflexiona sobre el aumento de la participación femenina en el mercado laboral. “Las mujeres se están insertando cada vez más en el mundo profesional para obtener un estilo de vida independiente o para ayudar en los gastos del hogar. La mayoría debe compatibilizar el trabajo con las labores domésticas, tales como lavar, cocinar o ir al supermercado. El problema se presenta cuando las exigencias las desbordan. Ahí es cuando deberían detenerse y decidir qué es importante y qué no. Deberían entender que con todo no se puede”, señala el licenciado.

El lugar del bebé
Con respecto a cuándo es el momento de volver a trabajar, el especialista recomienda que sea entre los tres y seis meses del bebé, dependiendo de cuán exigente sea el trabajo para la mamá y cuánto esfuerzo le implique. A la vez, indica que no es únicamente el estado anímico de la mamá el que debe cuidarse. También el bebé se verá afectado con este cambio de situación, y es preciso prestarle atención. “Es importante para la madre, pero sobre todo para el niño, que la maternidad no sea vivida como un obstáculo para la vida laboral. El chico percibe los sentimientos de su mamá, y debemos tener claro que este vínculo es básico en la estructuración de lo que luego será su personalidad”, apunta el psicólogo. El especialista advierte que esa sensación de que el chico “estorba” a su madre en su desarrollo profesional podría traducirse como el lugar que sienta que vino a ocupar en la vida de sus padres y que en ellos está la responsabilidad de guiarlos en este sentido.

Las mejores condiciones
Para volver a trabajar con tranquilidad, evitando la culpa y sin miedo a que al bebé le pase algo, hay cuestiones que pueden contribuir. “En primer lugar, tiene que existir plena confianza en la persona que se quedará cuidando al chico, o bien en la guardería. La mamá tiene que saber que estará seguro y cuidado mientras ella esté trabajando. Eso facilita las cosas, así como la participación e integración del padre”, plantea el Lic. Añón. En esta situación, la pareja cumple una doble función: por un lado brinda apoyo en lo relacionado con lo económico y el sostenimiento del hogar. Pero, además, debería ser un facilitador en la transición que atraviesa su esposa para convertirse en mamá, sobre todo durante los primeros días del bebé. Según el licenciado, el papá puede ayudar a la mamá a sostenerse en esta tarea, difícil y maravillosa a la vez, en la que ambos se han embarcado. De todas maneras, no todas las situaciones son iguales, ni siempre es posible crear las condiciones necesarias para que la mamá sea contenida al atravesar esta primera separación de su hijo. “Inciden cuestiones psicológicas de cada uno, vinculadas a la propia historia y la del grupo familiar. Los recursos psíquicos con los que la mamá cuenta le permiten tener una variedad de posibles reacciones frente a las diversas situaciones que se puedan presentar”, declara Añón, y señala que siempre es mejor que la mamá esté acompañada. “Un esposo contribuye para que la mamá siga sintiéndose mujer… deseada, no sólo madre. Por su parte, la familia extendida puede colaborar con los padres trasmitiendo también su experiencia”, concluye el psicólogo.

Mejor calidad que cantidad
Al volver a trabajar las mujeres se enfrentan con diversas emociones y sentimientos que movilizan. Es probable que el primer impulso sea dejar el trabajo, por no poder soportar estar lejos del bebé, aunque sólo sean unas horas. “Sin embargo, volver a trabajar también puede constituir un alivio a la presión que ejerce el recién nacido, que demanda y exige amor, cuidados y atención. Pero muchas veces, incide la culpa de tener otros intereses que no estén ligados al bebé”, afirma el psicólogo. En una era en la que las urgencias y exigencias van en aumento, así como la complejidad del mundo en el que vivimos, también cambian los vínculos. Según analiza Añón, además de las presiones económicas, entran en juego la identidad y la búsqueda de la realización personal. Luego sí tranquiliza en cuanto a cómo se ven afectados los chicos: “Se adaptan a los cambios que las madres aceptan y asimilan como parte de la vida, en el contexto que nos toca vivir. Importa el tiempo que se le dedica a la crianza, pero suma más la calidad del mismo y brindarlo sin sentimientos de culpabilidad. Los padres, y la familia en general, constituyen el sostén del niño en sus primeros pasos en la vida, sin que esto implique renunciar al resto de las actividades de la vida”. Porque en la realización del sueño de la maternidad, no necesariamente tienen que quedar perdidos otros sueños.
fuente: para ti mama por Clotilde Nebbia / fotos: Archivo Atlántida.


domingo, 8 de marzo de 2009

Una de cada tres es víctima de violencia

Se trata de una realidad que atraviesa todas las clases sociales y trasciende los muros del hogar. Es más probable que una mujer de entre 15 y 48 años padezca alguna forma de violencia que cáncer.

Una de cada tres mujeres es víctima de abusos en el mundo. Y es más probable que una mujer de entre 15 y 48 años padezca alguna forma de violencia que cáncer, alerta la oficial de enlace del Fondo de Población de Naciones Unidas (UNFPA), Eleonor Faur.

¿Qué pasaría si otro grupo social sufriera una víctima fatal cada tres días, como ocurre por ejemplo en Argentina?

Según consigna este sábado la agencia DPA, la violencia contra la mujer es una realidad que atraviesa todas las clases sociales y trasciende los muros del hogar, mientras intenta dejar de ser invisible a la mirada de la sociedad y sus gobernantes.

Además enfrenta el riesgo de que se profundice con la crisis internacional, si ésta multiplica los problemas financieros hogareños, de las organizaciones que impulsan campañas de concientización y de los Estados que destinan fondos a sus organismos y a la Justicia para actuar frente a este flagelo.

"La discriminación y la violencia contra la mujer es una forma flagrante de violación de los derechos humanos", advierte la senadora argentina María Cristina Perceval.

"Es un problema de la sociedad y una responsabilidad del Estado, es un problema de la relación del poder y de la democratización de la democracia", sostiene la legisladora, autora de varios proyectos en defensa de los derechos de niños, adolescentes y mujeres.

La funcionaria del UNFPA destaca que "al ser tratado como un problema de derechos humanos, a la vez que obliga a los Estados a generar políticas, empodera a las mujeres víctimas a no ser objetos discrecionales de las políticas sino sujetos de poder reclamar por su derecho a vivir una vida sin violencia".

Sin embargo, más del 50 por ciento de las mujeres que sufren violencia no lo denuncia, según las estadísticas de la Organización Panamericana de la Salud (OPS).

Y cuando sí acuden a denunciar, suelen ser revictimizadas por la Justicia, la policía y el sistema de salud, que padecen en gran parte de la región poca capacitación para abordar esta problemática.

El riesgo que implica una Justicia ineficaz puede agravar la situación de las víctimas, porque podrían ser objeto de una represalia de sus compañeros, afirma por su parte la directora de la Fundación para el Estudio y la Investigación de la Mujer, Mabel Bianco.

En Nicaragua, por ejemplo, la corrupción del sistema judicial permite que violadores y asesinos de mujeres salgan libres antes de cumplir sus condenas, por lo que las mujeres temen cada vez más denunciar abusos.

En realidad debería hablarse de las violencias contra las mujeres, en plural, porque poseen múltiples facetas, entre ellas violencia física, psicológica, sexual, económica, patrimonial, simbólica, institucional y laboral. Y se las suele abordar como un problema exclusivamente psicológico, cuando en realidad deberían tenerse muy en cuenta los condicionamientos sociales, económicos e ideológicos.

Las violencias contra las mujeres alcanzan mayor visibilidad pública cuando ya no hay vuelta atrás, cuando ocurren los femicidios, pero es una realidad diaria que afecta a millones de personas.

Una encuesta realizada en México en 2006 reveló que el 67 por ciento de las mujeres mayores de 15 años había sufrido algún tipo de violencia. En Ecuador, el 37 por ciento de las mujeres declaró que vive en permanente situación de violencia.

No obstante, en toda América Latina los esfuerzos de los Estados y sus parlamentos por visibilizar la problemática de la mujer y revertir la situación se multiplican.

Se han aprobado leyes contra la violencia a la mujer y la familia en Ecuador, Colombia, Venezuela, México y Panamá. En Argentina está en tratamiento legislativo.

Según el secretario general de las Naciones Unidas, Ban Ki-moon, la violencia contra la mujer es "un ataque contra todos nosotros, contra los cimientos de nuestra civilización". "Ellas son las que tejen la fábrica de nuestras sociedades".

El cambio debe ser profundo porque en muchos países "las violencias aparecen en todos los sectores y legitimadas por la adscripción al hecho biológico y cultural de ser mujer", señala la senadora argentina.

La causa subyacente de las violencias contra las mujeres es la discriminación. De allí proviene la desigualdad en el trabajo, el avasallamiento del derecho de la mujer a su libertad sexual y reproductiva, la feminización de la pobreza.

Para Perceval, "nada es tan triste como el silencio de las víctimas, nada es tan triste como el silencio del Estado y de la sociedad frente a las víctimas, y de las víctimas frente a sí mismas".


FELIZ DIA MUJERES!!!!

Ir a la peluquería, al ginecólogo, al supermercado, encargarse de la casa, de los hijos, ser buena profesional y mejor amante. La lista, tan agotadora como incompleta.

Por una vez, empecemos por el final. Con el objetivo de que todos lo lean (y de evitar suspicacias acerca de la no existencia de un Día del Hombre) esta nota empezará por la conclusión.

Lo cierto es que el Día de la Mujer no se festeja, se conmemora. Se trata ni más ni menos que el recuerdo de la lucha de la mujer por su participación, en pie de igualdad con el hombre, en la sociedad y en su desarrollo íntegro como persona. Es fiesta nacional en algunos países y es conmemorada por Naciones Unidas.

Mientras -según cifras de Amnistía Internacional- al menos 1 de cada 3 mujeres sea golpeada, u obligada a mantener relaciones sexuales o sufrido otra clase de abusos (por lo general, de parte de un familiar o conocido); o mientras 2 millones de personas sean víctimas de trata cada año, en su mayoría mujeres y niñas; o mientras el salario de las mujeres sea 30% menor al de los hombres ante igual tarea, deberá haber Día de la Mujer. Y será bueno que nunca se dejen de hablar de estos temas.

Con el Día de la Mujer como excusa, Infobae.com se propuso corroborar, o no, eso de que al llamado sexo débil todo le cuesta el doble.

Con ese fin, y con hombres que en pleno siglo XXI aún consideran que hay ámbitos propios, vedados para el sexo femenino, este sitio consultó a profesionales de diferentes ámbitos.

La licenciada Cristina Castillo, psicoanalista de Pareja y Familia del Centro Dos, aseguró que las diferencias entre hombres y mujeres "no son mejores ni peores, son diferencias".

Ella consideró que "la mujer tiene la capacidad de hacer muchas cosas a la vez". Tras recrear la escena de un grupo de amigas hablando de varios temas a la vez sin concluir ninguno y asegurar que los hombres no están aptos para eso, remarcó que "esto no es porque la mujer sea más fuerte, sino porque es detallista y quiere estar en todo. Y eso no está ni mal ni bien, es así".

Con ella coincidió la licenciada Beatriz Goldberg, quien habló de una "capacidad intuitiva intelectual" de la mujer, en el sentido de que "puede hacer varias cosas simultáneas; el hombre suele tener un pensamiento más lógico y lineal, mientras que la mujer puede hablar con una amiga, cuidar la comida que está en el horno y calmar al hijo que llora".

Esta capacidad para hacer varias cosas a la vez parecería ajustarse también a lo puntualmente estético. "Los hombres suelen tener menos complicaciones si tienen un rollito o les aparece una cana", dijo Castillo, pese a reconocer que cada vez más se ocupan de su belleza. De la vereda de enfrente, una mujer no soporta verse con canas, le gusta (o le imponen) ir al gimnasio dos o tres veces por semana, debe salir a la calle depilada.

Sin ir más lejos, a la hora de ir a una fiesta -opinó Goldberg- "él se afeita, se pone un traje y ya, mientras que la mujer debe maquillarse, ir a la peluquería, pensar que la ropa no sea la misma del evento anterior...".

Pese a la cualidad de hacer varias cosas a la vez y pretender "estar en todo" que describió Castillo, también reconoció que "las mujeres cada vez cocinan menos; los hombres 'tomaron' la cocina" y cada vez más se encargan del almuerzo o la cena, según sus obligaciones le permitan.

La profesional consideró que "la casa está un poco relegada por la mujer" y aseguró que "la mujer que trabaja tiene alguien que la ayude con las tareas; la que no tiene empleada se reparte con el marido". Y agregó: "Difícilmente la mujer que trabaja afuera de la casa soporte una relación en la que no tenga empleada ni marido que la ayude".

En tanto, Goldberg opinó que "pese a que la crianza de los hijos es compartida hay cosas básicas que están más a cargo de la mujer". Para ella, por ejemplo, "si el hijo está enfermo es más probable que la mujer se quede en la casa; el hombre hace el favor, a la mujer le corresponde".

Respecto a los hijos, Castillo opinó que cuando una mujer decide ser madre "hay cosas que por un tiempo relega". "Eso le pasa no sólo a la mujer; siempre que se elige algo a otra cosa se le dice que no", remarcó.

El trabajo, un mundo aparte
"Creo que la mujer está excluida; no ocupa el espacio que debería tener pese al importante rol que jugó frente a la desocupación de sus parejas en plena crisis de 2001 haciendo las veces de jefas de familia". La opinión es de un hombre, el abogado especialista en Derecho del Trabajo, Vicente Garófalo.

Para él, las mujeres son un porcentaje importante del mercado laboral "que debería tomar el rol que le corresponde".

"Hay mejores o peores trabajadores sin importar el género", subrayó Garófalo, para quien los varones deberían dejar de ser machistas y las mujeres "ocupar el espacio que corresponde sin esperar que se lo den".

En ese sentido, el letrado remarcó que se trata de una "discapacidad de las mujeres" no ocupar el lugar que les corresponde en la sociedad.

"Ellas deben animarse a recorrer el camino que les corresponde y nosotros desandar los tiempos de machismo", concluyó Garófalo.

En la misma línea habló la licenciada Castillo, para quien a las mujeres "les cuesta más estar en lugares de poder; es mal vista que sea bella e inteligente".

"Hoy la mujer se está falizando; se corre del lugar de mujer y eso descoloca al hombre", aseguró Goldberg, para quien "si además de lavar los platos cambia la rueda del auto, se corre del lugar de mujer". "Tenemos que sentirnos orgullosas de ser mujer y dejarnos cobijar porque si dejamos acéfalo ese lugar aparece la insatisfacción", dijo.

Asimismo, la mujer "se sobrepasa de responsabilidades cuando compite con el hombre, cuando no lo acepta como diferente", subrayó Castillo, y finalizó: "El posicionamiento hombre-mujer es diferente; una cosa es igualdad de derechos y otra la posición de lo femenino y masculino, que son distintas y está bien que sea así".

La maternidad
Sin lugar a dudas una "función" que sólo puede ser desarrollada por la mujer es la de ser mamá. A veces acompañada por un hombre, a veces no, lo cierto es que la "tarea" es única e intransferible.

Así, sin temor de ser tildado de "machista", el doctor Ernesto Beruti, jefe de Obstetricia del Hospital Austral, aseguró: "Tras 25 años de dedicarme a la obstetricia las cosas cambiaron; hay mujeres que le dan más importancia a su carrera profesional, que se dedican a cualquier actividad y la desarrollan con tanta capacidad como los hombres, pero aun así estoy convencido de que la mujer nació para ser madre, después puede hacer todo lo otro".

Para él, si una mujer no es madre "tiene una asignatura pendiente". Y, juegos de palabras al margen, dice que lo dice con conocimiento de causa, luego de ver mujeres que no podían quedar embarazadas y "después de tener hijos cambian totalmente".

"Una mujer con hijos tiene una razón muy fuerte para vivir y la felicidad que da ese ser que llega a su vida no la da nada ni nadie", aseguró el profesional, para quien "lo más importante son los afectos, la familia" a pesar de que haya voces encontradas -para él- la familia "sigue siendo una de las cosas más importantes al menos para la mujer argentina".

Respecto al rol del padre en el embarazo y parto, Beruti contó que "hay mujeres que quieren al marido 'pegado' todo el tiempo; otras que se enojan porque las contracciones les duelen a ella y no a él".

"Lo cierto es que el hombre es poco lo que puede hacer; el papel del varón si bien tiene que ser de una total compañía no es más que eso", dijo el obstetra, quien informó que hace 20 años el padre no entraba a la sala de parto, hasta que con el tiempo se aceptó, y hoy es normal.

Pese a que no sea más que de "compañía" la función del padre, para Beruti "eso no implica que no deban involucrarse".

fuente: infobae Valeria Chavez vchavez@nfobae.com