sábado, 25 de febrero de 2012

A veces se puede, otras no

Hace algunas semanas vi un comercial en la televisión en el que un padre se negaba a comprarle un celular a su hijo. Ante esta genial idea, no pude evitar intentar conseguir el nombre y el teléfono de la gente de marketing de la empresa para felicitarla. Lo mismo sucedió cuando vi la campaña "Extralindas, moda a tu medida" de la tienda La Polar, que iba mucho más allá de una mera publicidad, pues colaboraba con un cambio cultural al valorar la belleza clásica de la mujer chilena.

Chile es un país en el que, por lo general, no nos felicitamos por nada. Pareciera ser que nadie hace un esfuerzo por conseguir el teléfono o la dirección de alguien con la sola intención de felicitarlo. Ahora, cuando el motivo tiene que ver con una queja, entonces sí hacemos un esfuerzo por comunicarnos y hacer saber lo que queremos reclamar, pues esto tiene que ver con ejercitar un derecho que nos corresponde.

A veces, aunque se pueda, hay que decir que no. de esa manera se forma el caracter, se desarrolla la tolerancia, se educa la paciencia y se crea la capacidad de agradecer lo que se ha vivido.

Uno de los problemas principales que explican el sobreendeudamiento de los padres en Chile se relaciona con la dificultad de ponerles límites a los hijos y decirles que no frente a muchísimas cosas que realmente no necesitan, pero que de todas maneras quieren, para demostrar algo que no tienen y no son, pero pretenden serlo.

Yo no creo que haya que darles a los hijos todas las posibilidades que podamos, ellos también tienen la obligación de buscarse las suyas por sí solos para poder desarrollar la capacidad de valorar lo que se consigue y se tiene, y ser capaces de agradecer lo que se ha recibido.

Hoy los adultos sienten que dándoles a sus hijos todo lo que desean son mejores padres y ellos, los hijos, los van a querer más, hablar mejor de ellos o evaluarlos de una manera más completa y favorable por su rol. ¡Qué gran error! Ningún hijo se va a acordar cuando ese padre ya no esté que una vez le compró un celular a los nueve años; evidentemente no se acordará porque no lo necesitaba en ese momento de su vida y no era algo trascendental que valía la pena recordar. Pero sí se va a acordar de que ese padre le rascó la cabeza, que hicieron guerra de almohadas o cocinaron juntos; también si le dijo te quiero todos los días y sobre todo, si le exigió lo suficiente para llegar a ser una buena persona.

A veces, aunque se pueda, hay que decir que no. De esa manera se forma el carácter, se desarrolla la tolerancia, se educa la paciencia y se crea la capacidad de agradecer lo que se ha vivido.

Los padres establecemos vínculos de afecto, de confianza y de amistad con nuestros hijos, porque son implicancias que vienen con el simple y gratis hecho de amar. Pero por sobre esta "amistad", nunca debemos olvidar que somos madres y padres, y tenemos la obligación de, a veces, no ser tan permisivos y hasta quizá "jodidos". Y debo aclarar que esto no significa ser malos ni cerrados, sino que sobre todo significa saber poner límites, decir que no cuando sea necesario, establecer horarios y velar porque se cumplan, no preguntarles a nuestros hijos todo y ejercer autoridad para que cumplan los deberes que como hijos e integrantes de la familia deben desarrollar. No todo es color de rosa en la relación entre padres e hijos, no todo está a la misma altura ni depende de las mismas posibilidades. Nuestro trabajo como adultos y padres está justamente en eso, en saber diferenciar que ese enorme amor que un progenitor tiene hacia su hijo es inmenso e incondicional, pero que en esa inmensidad están incluidos también los límites y los justificados "no" dichos a tiempo..
Revista Susana

domingo, 12 de febrero de 2012

Aprendé a ser feliz

¿Basta con pensar “en positivo” para tener la felicidad asegurada? Lamentablemente no. Por que la felicidad no es algo que se puede encontrar por ahí, de manera fácil, sino que es algo que se construye día a día… Y se practica, se ejercita. En esta nota, te contamos qué es, qué valores pone en juego al momento y cómo alcanzarla. Además, tests y ejercicios.
¿Alguna vez te sentaste a pensar qué te haría verdaderamente feliz? ¿Qué te haría sentir completa, alegre, plena? ¿Si tuvieras que hacer una lista propia con cinco cosas que contribuirían a tu felicidad, qué incluirías?

A pesar de lo que seguramente creas, en “Cuaderno de ejercicios para aprender a ser feliz”, Yves Thalmann nos ayuda a derribar algunos mitos que nos acompañan desde siempre. En el libro, el psicólogo nos deja algunas conclusiones sorprendentes:

-La felicidad no depende del bienestar material. No, a pesar de lo que muchos creen, el dinero no trae la felicidad.
-La felicidad no depende del estatus social ni de los títulos universitarios. En síntesis, la inteligencia no nos ayuda a sentirnos más felices.
-La felicidad no depende de la belleza. Las personas a las que consideramos más atractivas no son más felices. El secreto es… ¡Quererse más!

Entonces, ¿qué puede hacer que nos sintamos mejor? La felicidad está más ligada a nuestra forma de ser que a las cosas que tenemos. Esto es lo que nos hace bien.
-Las relaciones sociales. Tener una buena relación de pareja, tener amigos, alimentar relaciones satisfactorias con tu entorno.
-La fe. Compartir una creencia con una comunidad genera bienestar.
-Las actividades. Ya sean de carácter profesional o un hobby, nos estimulas y nos hacen súper bien.

El termómetro de la felicidad: medite
Ahora que sabés un poco más sobre el tema, respondé (con honestidad) estas preguntas. Anotá un número entre 1 (poco) y mucho (7) al lado de cada respuesta.

-De modo general, me considero:

Muy feliz Poco feliz

-En comparación con los demás, me siento:

Más feliz Menos feliz

-Algunas personas parecen felices y capaces de saborear las bondades de la vida. ¿En qué medida se te podría aplicar esta afirmación?

Por completo En absoluto

-Algunas personas, en cambio, parecen desgraciadas, deprimidas y sin vitalidad. ¿En qué medida se te podría aplicar esta afirmación?

Por completo En absoluto

Anotá las cifras obtenidas en tus respuestas, y después calculá el promedio. Normalmente, éste suele oscilar entre 4,5 y 5,5. Un consejo: rehacé el test con frecuencia para comprobar cómo progresa tu felicidad.

Una lección de felicidad
No se enseña, no se aprende en el colegio; no nos llega de manera automática, natural, sino que depende –pura y exclusivamente- de nosotras; no podemos ser felices de un momento a otro, tenemos que construirla con tiempo esfuerzo y paciencia. Es momento de empezar, de cambiar hábitos y actitudes, ¿te animás?

En su libro, Thalmann nos propone, para comenzar, que pensemos positivamente. La felicidad está, por supuesto, ligada a la sensación de ser feliz. Sin embargo, no podemos elegir todo lo que sentimos ya que no podemos optar por tener un determinado temperamento, predisposición o tendencias a sentir emociones definidas. A lo sumo, las actitudes se pueden modular.

Pero la felicidad también es una manera de ver las cosas y, por lo tanto, es el resultado de nuestros pensamientos. Y nosotras podemos elegir -de manera consciente- nuetsra forma de pensar y enfrentarnos a los hechos.

También es importante cambiar nuestra manera de hablar, de expresarnos. Para esto, es fundamental eliminar de nuestro vocabulario las palabras pesimistas y sustituirlas por aquellas que tienen un sentido similar y resultan mucho más optimistas. Intentá reemplazar fracaso por lección; obstáculo por desafío; imposible por poco probable; frustración por aprendizaje; y así, con todos aquellos términos y frases que sientas que afectan tus frases.

Entonces, para empezar a ser felices intentemos pensar de otra manera, tratemos de apreciar el lado más positivo de todo lo que nos ocurre, desarrollemos otra mirada. Antes de sacar una conclusión negativa hagamos el ejercicio de pensar qué otro significado podría tener eso que nos sucede, si podemos aprender algo de ese hecho y si podemos conseguir algún resultado positivo de él.

Fuente: "Cuadernos de ejercicios para aprender a ser feliz", Ives-Alexandre Thalmann, Ed. Terapias Verdes.