martes, 25 de octubre de 2011

Celos (Mi amor, mi enfermedad)

Ser o no ser... “No existe no ser celoso”, asegura Luis Buero, psicólogo social y autor de Los celos en los vínculos cotidianos, un libro que escribió tras cinco años de experiencia en la coordinación de talleres para celosos y celados. ¿Cuál es el límite entre los celos naturales, la debilidad y la patología? El especialista en “celos tóxicos” analiza el problema y propone claves para enfrentarlos y evitar daños en la pareja. Además, con sentido común y en clave de humor, un autotest y un detector de celosos implacables.

El se va a jugar al fútbol, después sale con los amigos, y me deja sola”, “Ella da clases de baile y eso me pone loco”, “Ella empezó a estudiar y tengo miedo de que se enamore de algún compañero”, “Me revienta que mi cuñada lo salude tan efusivamente”, “Es demasiado sociable y ellas se pueden confundir”, “Me molesta que no confíe en mí”.
Estas frases que quizás a muchas nos suenen bastante familiares son sólo algunas de las tantas que resuenan en un taller de reflexión unisex para hombres y mujeres, para celosos y celados. Más precisamente, en las reuniones de “Cuando los celos te carcomen”, convocadas y coordinadas –desde 2005– por Luis Buero, periodista, psicólogo social y counselor que además acaba de publicar Los celos en los vínculos cotidianos (Del Nuevo Extremo), un libro dedicado a describir el origen de los llamados “celos tóxicos” y que intenta aportar algunas herramientas para ayudar a disminuir el nivel de angustia de quienes más los sufren. Pero, ¿de qué hablamos cuando hablamos de celos y, más precisamente, de celos patológicos? Porque ese sentimiento que “revuelve las tripas” cada vez que él habla muy simpáticamente con otra mujer, o cuando ella sale a tomar un café con un amigo de la adolescencia –con quien se reencontró vía Facebook– es algo que toca vivir en una u otra oportunidad, pero no por eso sentimos que tenemos que resolverlo en terapia.

“No existe no ser celoso, lo que sí puede existir es no ser celoso patológico. Los celos de ese tipo se presentan en la pareja como un miedo a ser engañado, a ser abandonado. Y, además, no son justificados, sino imaginarios”, explica Buero, que los describe como celos que van acompañados de intensos sentimientos de inseguridad, autocompasión, hostilidad y depresión. “Y son destructivos para cualquier relación humana”, advierte.


LA OTRA EDAD DE LOS POR QUE… Hay ciertas actitudes que tienen los celosos patológicos que nos permiten distinguirlos fácilmente. “Su angustia se manifiesta en la queja constante, en la demanda excesiva de amor, en la dependencia emocional extrema. Esa queja puede ser ante la dedicación del tiempo del celado a otras actividades que no signifiquen estar con él o ella: algún deporte, estar con los hijos de otro matrimonio, con su madre... El celoso reclama más tiempo, más exclusividad”, detalla y remarca algunas preguntas recurrentes de la vida cotidiana del celoso patológico: “¿Por qué llegaste tan tarde?”, “¿Por qué te perfumaste tanto?”, “¿Por qué mirás con esa cara a las mujeres?”. El coordinador del taller de reflexión “Cuando los celos te carcomen” se ríe al observar que muchas mujeres eligen a su novio porque es muy simpático, pero después se quejan de su carácter y quieren que no sea más simpático… con nadie. En materia de celos, uno de los cócteles explosivos para una relación es el encuentro entre una persona obsesiva y una histérica. “Los sujetos con una estructura subjetiva histérica son personas que con su comportamiento tienden a producir celos en la pareja, porque siempre están tratando de seducir, de llamar la atención, de buscar el deseo de los demás. Cuando se trata de una histérica, ella se pregunta: ¿Qué es ser una mujer? Y, como no existe una respuesta establecida, trata de responder a esa pregunta a través de la mirada masculina. No va a buscar al otro, sólo su deseo, el deseo de ese Gran Otro. Y, si su compañero es un obsesivo, eso a él le resulta muy incómodo, sufre muchísimo”.

Si nos metemos en cuestiones de género, ¿nosotras sufrimos más los celos que los hombres o es al revés? El psicólogo social relativiza las diferencias y afirma que la única distinción puede residir en las reacciones. “Lo que se está viendo mucho últimamente son los casos de violencia de género. El hombre tiende más a la agresividad física, no sólo a la verbal. ‘Si no sos mía, no sos de nadie’, piensan. La mujer, en cambio, si usa la violencia, lo hace como reacción a su exceso de angustia, que se transforma en agresión. Esto tiene que ver, en lo social, con el fuerte machismo que hay en Latinoamérica”.


LA GUERRA DE LOS CELOS. Si nos remontamos cuarenta años atrás, hubo muchos cambios en el rol de la mujer dentro de la sociedad, lo que, indudablemente, influyó en materia de celos. “El cinturón de castidad era de la época medieval. Si lo vemos así, los cambios sociales de las últimas décadas no deberían ser disparadores especiales de las sospechas masculinas. Pero también es cierto que la inserción laboral femenina, los métodos anticonceptivos y la llamada liberación de la mujer (incluyendo su autoabastecimiento económico) contribuyen al pánico de algunos hombres a ser engañados o abandonados”, explica Buero.

Las nuevas tecnologías también dieron pasos de gigante en materia de transformaciones, y se inmiscuyeron en cada resquicio de nuestras vidas, incluso en nuestras relaciones afectivas. Así, teléfonos móviles, casillas de correo electrónico y redes sociales reemplazaron a la técnica de antaño de las “parejas detectives” que revisaban bolsillos y miraban agendas. “Ahora se investigan celulares, la casilla de e-mail y la cuenta de la pareja en Facebook. Sin embargo, hay que pensar que incluso con las nuevas tecnologías se puede burlar al celado, ya que se puede tener otro teléfono celular o una casilla de e-mail desconocida”, afirma el especialista. Lo cierto es que la persona celosa –sea ella o él– se vuelve perseguidora implacable, porque ve a quien está consigo siempre como sospechoso y siente el mundo externo lleno de rivales y, por eso, llega a invadir el mundo privado del otro. Esa es la cuestión... Meternos en la privacidad de la pareja en exceso, convertirnos en policías afectivos full time, es una de las actividades que deberíamos abandonar. “Si el celoso dejara de gastar toda esa energía mental en revisar el mundo privado de su pareja y la usara para realizar cosas por sí mismo –una asignatura pendiente, por ejemplo–, se sentiría mucho mejor, aumentaría su autoestima, y empezaría a recibir una serie de suministros narcisísticos de otras personas y otros ámbitos”, afirma el autor de Los celos en los vínculos cotidianos.

Pero, ¿es la autoestima lo esencial para la recuperación del celoso patológico? A pesar de considerarla importante, Buero cree que lo más importante es que la persona haga una autocrítica definitiva cuando no un tratamiento psicológico, “sobre todo si ve que va pasando por distintas parejas y siempre le pasa lo mismo: pierde por celos”.

En el taller que coordina –al que asisten mujeres y hombres de entre 18 y 80 años– se transmite la idea que no existen garantías de nada y se trabaja sobre conceptos como el desapego y la propia seguridad (“si me engañan o me dejan, no me voy a morir...” es una de las ideas fuerza en este aspecto). De hecho, en su libro, Buero escribe sobre la autorrealización de los celosos como “un paso anterior a la valoración de sí mismos”. Y otra de las claves a tener en cuenta a la hora de combatir los celos excesivos en la pareja son los roles y su necesidad de intercambiarlos. “Existen dos roles en la pareja: el amante y el amado. El amante es el obsesivo que labura por sostener la relación; se acuerda de los aniversarios, se produce más y está atento a todo. El amado, en cambio, es el que recibe y sólo recibe. Si los roles son fijos, resulta muy perjudicial para ambos. Lo ideal sería que las personas fueran conscientes del rol que están desempeñando y que esos roles fuesen intercambiables”. Cuestión de estar atentos sin vigilar demasiado.

Para Ti

Textos: Laura Spiner. Ilustración: Francisco Raúl Alt. Fotos: Claudia Martínez.

Muy cerca de ganar la batalla

Cada año, a más de un millón de mujeres de todo el mundo, de entre 45 y 56 años, se les diagnostica cáncer de mama. Se trata del tipo de cáncer más común entre las mujeres: una de cada diez lo padece, a lo largo de su vida. Sin embargo, la ciencia está cada vez más cerca de torcer el destino de esta verdadera epidemia. Con la revolución de las terapias dirigidas –fármacos que atacan de manera específica–, hasta los cánceres de mama más agresivos están cediendo. Sobrevida. Esa es la palabra clave para todos los enfermos de cáncer y, por supuesto, para las mujeres que sufren cáncer de mama. Porque en este ámbito de la medicina, el térmimo es sinónimo de curación. Y ese fue el mensaje central del último encuentro de la American Society of Clinical Oncology (ASCO), que se llevó a cabo en Atlanta, Estados Unidos. Ahí, con la presencia de 30 mil oncólogos de todo el mundo, se dieron a conocer los últimos avances, desde la genética y la farmacología, que están revolucionando la manera de encarar el cáncer de mama. “Hemos descubierto que hay probablemente entre seis y ocho categorías de cáncer de mama, y cada uno se comporta de forma diferente. Tenemos que acercarnos a cada subcategoría con la mejor terapia”, dijo en Atlanta Dennis J. Slamon, médico de la Universidad de California y uno de los investigadores más renombrados en el área. “Antes, se aceptaba cierto monto de toxicidad a cambio de más beneficios. Eso está cambiando. Hoy, debido al creciente número de sobrevivientes de cáncer de mama (ver recuadro), es cada vez más crítico el desarrollo de terapias efectivas que minimicen los efectos de los tratamientos. El futuro del cáncer de mama está en las terapias dirigidas”, agregó Slamon. Este dato no es menor. El cáncer de mama afecta entre el 8 y el 9 % de las mujeres a lo largo de su vida. Cada año, se diagnostican más de un millón de nuevos casos de este cáncer a nivel global, cifra que lo ubicaría como una verdadera epidemia. Según los cálculos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), este año, a más de un millón de mujeres en todo el mundo se le diagnosticará cáncer de mama, una enfermedad que mata a 400.000 mujeres, entre los 45 y 56 años, una franja en la que aún están muy activas. En nuestro país, de los 104 mil nuevos casos de cáncer, 12 mil son de mama. Pero, a pesar de que es el tipo de cáncer más común entre las mujeres, los avances en cuanto a detección temprana y tratamiento lo han convertido en el tipo de cáncer que más sobrevida tiene. Además del hecho de que según el National Center Institute Office of Cancer Suvivorship el de mama tiene un 22 % de sobrevida comparado con otros tipos de cáncer, hay otro dato más: una mujer con diagnóstico de cáncer de mama tiene –independientemente del estadío en que esté- un 50 % más de posibilidades de curación (es decir, una de cada dos mujerse se curan). “Es un tiempo excitante. Probablemente, estamos muy cerca de una victoria en la lucha contra el cáncer de mama”, reveló el médico alemán Michael Untch, en la Media Fair que el laboratorio Roche organizó también en Atlanta. Los resultados presentados indican que hasta el cáncer más agresivo, el HER2 possitive, un tipo de cáncer de mama de pronóstico negativo y muy difícil de tratar, está hoy siendo jaqueado por las nuevas terapias dirigidas (targeted therapies). Aunque con cautela, Untch, de la Universidad Ludwig-Maximilians, de Munich, se animó a decir que “ver que haya casi un 50 % de reducción en el riesgo de que el cáncer vuelva y, por lo tanto, mayor sobrevida es más que una promesa: es una revolución”. Las terapias combinadas A pesar de que es considerado uno de los cucos más grandes de los últimos tiempos, las investigaciones en este campo de la medicina parecen indicar lo contrario. Es sabido que, el cáncer, es un grupo de enfermedades que causan que las células del cuerpo cambien y crezcan sin control. Para decirlo bien claro: “A diferencia de un virus, que es algo externo, el cáncer es un organismo. Luchar contra él, es como una guerra civil. Es más difícil luchar en una guerra civil, que contra enemigos externos. Porque son parecidos a vos: en el cáncer, la lucha es contra tus mismos genes, que se han vuelto locos”, dice el español José Baselga, jefe del servicio de oncología delHospital Universitario Vall d’Hebron, de Barcelona. Sin embargo, Baselga agrega algo más interesante sobre el cáncer: “A pesar de que crecen agresivamente, las células cancerígenas son más frágiles de lo que se piensa. Se cree que son súper monstruos, pero tienen menos recursos de los que se piensa”, aseguró. “Es posible que sean uno o dos los eventos moleculares que hacen que el cáncer crezca. Tenemos evidencia que indica que, si se ataca a una célula cancerígena en los pasos críticos, se le puede inducir un daño significante. Estamos más cerca de lo que pensamos de tener efectos profundos en cáncer”. Aunque empieza en el tejido mamario, que está hecho de glándulas para la producción de leche, el cáncer de mama no es una sola enfermedad: es, más bien una enfermedad sistémica (esto significa que es posible que las mujeres no mueran finalmente del cáncer de mama original, sino debido a tumores celulares, que surgen a partir del tumor primario). Se lo clasifica como temprano o metastásico y, a su vez, en cuatro estadíos, dependiendo del tamaño y si ha migrado o no a otras partes del cuerpo. Hay, además, varios tipos de cáncer de mama. Un tejido maligno, por ejemplo, suele derivar en un ER, que es un tumor con receptores de estrógeno; o en un HER2 (human epidermal growth factor receptor 2). El HER2 es una proteína, producida por un gen específico, que está relacionado con un tipo particularmente agresivo de cáncer de mama, conocido como HER2 possitive. Este afecta entre un 20 y un 30 % de las mujeres con cáncer de mama, y requiere una especial atención, ya que el tumor del HER2 possitive crece de forma increíblemente rápida. Para algunas mujeres que tienen tumores con expresión HER2 possitive, la esperanza de sobrevida viene de la mano de una droga llamada trastuzumab. Elaborado por Roche, bajo el nombre comercial de Herceptin, este nuevo agente biológico –aprobado en 1998– representa el mayor avance a la hora de extender la vida de las pacientes y prevenir la recurrencia de la enfermedad en aquellas que ya han recibido quimioterapia. “Este agente biológico actúa atacando la superficie de las células. No sólo evita que la proteína se active, sino que provoca un serio daño que lleva a un achicamiento del tumor y, luego, a la destrucción de las células tumorales”, explica Untch. Las extensivas investigaciones que envuelven ensayos clínicos, muestran que trastuzumab, que es el primer anticuerpo monoclonal que actúa en la superficie de la célula, aprobado en tiempo récord por las administraciones europeas, prolonga significativamente la vida en promedio de las pacientes con HER2. ¿Cuánto? “Los resultados del HERA, uno de los mayores estudios internacionales de fase III sobre cáncer de mama, llevados a cabo hasta el momento, revelaron que en las pacientes con diagnóstico temprano de cáncer de mama, el trastuzumab redujo el riesgo de muerte en un 34 %”, dijo Untch. Esta droga, combinada con la quimioterapia y tratamientos hormonales estándar, logró reducir un 50 % los índices de recurrencia (diseasse free survival) del cáncer de mama en estadío temprano, una cifra que Untch califica de “excitante y alentadora. Podemos doblar el número de los sobrevivientes y darles mejor calidad de vida”. El tema es que no todas las pacientes responden al trastuzumab. Aunque no ha sido aprobada todavía, algunas investigaciones aseguran que el lapatinib –una droga que actúa en el interior de la célula, deteniendo la migración y que desarrolla el laboratorio GaxoSmithKline– podría reemplazar al Herceptin. Sin embargo, estudios recientes indican que, la combinación de las dos drogas, lograría un incremento de la efectividad, evitaría la migración del tumor y, finalmente, lograría su desaparición. De hecho, en el mega congreso de Atlanta, se presentó un estudio de fase III que demostró que en combinación con el trastuzumab, el lapatinib otorgaba una “importante y estadísticamente significativa prolongación de la vida, y un detenimiento de la progresión de la enfermedad, a las pacientes con EbB2 possitive”, un tipo de cáncer de mama metastásico y resistente. Lo mismo sucedió con bevacizumab: estudios de fase III demostraron que esta droga, en combinación con el tratamiento estándar, también doblaba las chances de sobrevida. Las llamadas terapias dirigidas, o a la carta, son fármacos que atacan de manera específica a la molécula que es responsable de que una célula sea cancerosa. Están inspiradas en las terapias del HIV. Según explica Baselga, “las terapias del sida mostraron que, armando un cóctel de terapias, se retardaba la aparición del virus. Esa idea se aplicó al cáncer. Si el trastuzumab no funciona a la hora de bloquear el HER2, lo que hacemos es combinarlo con otros inhibidores, y la respuesta es muy superior”. ¿Este es el único approach? No, afirma el español: “Si se produce una resistencia a la primera terapia, hay muchísimas posibilidades de combinación. Si somos lo suficientemente inteligentes, si bloqueamos los pathways, las combinaciones actuarán mejor que la quimioterapia sola. Lo que las terapias moleculares dirigidas hacen es provocar una sinergia”, dijo Baselga. Por ejemplo, en este momento, varios estudios están llevándose a cabo con la combinación de capecitabine (Xeloda, una píldora de Roche) o vinorelbine (Navelbine Oral, de Laboratorio Pierre Fabre) con los tratamientos estándar. A estas terapias moleculares dirigidas, Baselga las engloba dentro de lo que él llama la segunda ola de inhibidores. ¿Habrá una tercera generación? Sí, identificar mejor el perfil genético de las pacientes que responden o no a determinada medicación. El derecho a elegir En el pasado, las terapias para atacar al cáncer eran mutilantes. Las terapias dirigidas de hoy, implican mucho más que a apuntar a targets específicos. “Los nuevos agentes y los nuevos estudios que están viniendo nos dan la oportunidad de estudiar hipótesis que en el pasado considerábamos imposibles. Uno de los más grandes desafíos en la oncología médica, es lograr un cambio cultural”, opina José Baselga. La lista de desafíos futuros podría ser encabezada por la quimioterapia. Para Baselga, “los médicos tienen un problema cultural con ella: son quimiodependientes. Creo que, si bien no terminaremos con ella, la utilizaremos mejor. Será un complemento”. Sin embargo, haber llegado a esta decisión supone otros pasos previos, no menos importantes. Según dos de las más grandes sociedades oncológicas del mundo, la American Society of Clincial Oncology (ASCO) y la European Society for Medical Oncology (ESMO), los pacientes de cáncer deben discutir junto con sus oncólogos sobre cuál es la mejor opción de tratamiento, según sus riesgos y beneficios, el estado y las características biológicas del cáncer y la edad de la paciente. Cada uno de los diez puntos del consenso, que dieron a conocer estas dos sociedades, encierra un derecho que los pacientes deberían apropiarse. El derecho a la información, es uno fundamental. “Ni bien una paciente se entere de que tiene cáncer, lo que tiene que hacer, es solicitarle a su médico que le haga un screening, para saber qué tipo de cáncer de mama tiene”, señaló Untch. Todas las mujeres deberían saber, además, que hoy en día el tratamiento del cáncer merece un enfoque multidisciplinario: “Se necesitan buenos radiólogos, para tener buenas mamografías, buenos cirujanos, para hacer buenas cirugías, buenos patólogos, para hacer buenos tests, buenos oncólogos, para que te den buenos tratamientos, y muchas otras especialidades más. Si esta cadena no se rompe, la paciente sobrevivirá”, puntualizó Untch, en el encuentro que Roche organizó con los periodistas de todo el mundo. Es más: con las terapias dirigidas, tendrán mejor calidad de vida, por más tiempo. “Desafortunadamente, las cifras indican que, una de cada 10 mujeres, tendrá cáncer de mama a lo largo de su vida. Entonces, a cierta edad, muchas tendrán que enfrentar al cáncer. Pero, hoy sabemos qué podemos hacer, algo que no sucedía hace 20 años atrás. Y en 10 años más, estaremos un poco más cerca de la cura. Mientras tanto, hay muchísimas pequeñas revoluciones en las terapias del cáncer que ya lo están cambiando todo”. Texto: Para Ti. M. F. Sanguinetti Fotos: A. Atlántida y Photo Courtesy© ASCO/Todd Buchanan