martes, 8 de julio de 2008

SE ACERCAN LOS 30

Dilemas que te parten la cabeza:¿Perdono a mis padres?

Todos los hijos, en algún momento de nuestra vida, "morimos" para nuestros padres. Dicho de un modo menos terrible, llega una edad en la que dejamos de ser lo que ellos querían que fuéramos, para transformarnos en lo que queremos ser nosotros. Frente a esto, hay padres que lo toleran, y otros que no. Y es esa diferencia, esa forma en que la vida nos va distanciando de los ideales ajenos, la que genera problemas y rencores. Todas tenemos una cuenta pendiente, una pelea atragantada en la boca del estómago. Pero los 30 son un punto de inflexión: lo que no se resuelve en esta década, quedará en la vida familiar como un tabú. La forma de acercarte y conversar es muy personal, pero pensá esto: si lográs limar las diferencias con tus padres, te va a resultar más fácil construir un camino propio, y –eventualmente– transformarte en madre de hijos que, si todo sale como corresponde, crecerán y también tendrán cosas para reprocharte.

Dilemas que te parten la cabeza: ¿tengo o no tengo hijos?

Cuando se trata de armar una familia, la llegada de los 30 es vista por todas como un ingreso en el “área chica”: es momento de “definir”, por sí o por no, qué vas a hacer con la maternidad. Si no querés un embarazo (ni ahora ni nunca), sentís la obligación de aclarar ese punto con tu pareja. Y si soñás con tener hijos, son muchos los motivos que te llevan a pensar en concretar (o por lo menos encaminar) la fantasía.

En esta edad, la situación laboral suele ser más estable (y podés darte el lujo de planificar otros aspectos de tu vida); las parejas también suelen ser más estables (si no estás casada, estás conviviendo); y –principalmente– el famoso reloj biológico se enciende sin piedad.

¿Qué problema hay si se te despertó el instinto? En principio, uno solo: a veces, en el afán de “resolver” la maternidad cuanto antes, nos ponemos insoportablemente ansiosas (“¿Amor, cuándo vamos a tener un hijo? ¿¡Cuándo!? ¿Hoy?, bueno, ¿a qué hora?”). Esta demanda extrema puede ser peligrosa. Hay mujeres que se embarazan del primero que se les cruza, y otras, de tan atosigadoras, espantan a un buen partido. ¿La conclusión? Es fantástico que te plantees la maternidad, pero procurá no agobiar con tu dilema a la persona que tengas al lado.

LLEGUE A LOS 30

Qué fue lo que sentiste cuando te enfrentaste por primera vez a una torta con treinta velitas todas para vos? ¿Fue acaso una mezcla de alegría y vértigo, sazonado con algo de opresión? Si es así, bienvenida al club. Pero ¿por qué cumplir 30 años nos agobia, al menos, un poco? ¿Acaso nuestra vida cambia tan radicalmente cuando cruzamos esa barrera? La respuesta es sí, mil veces sí y por varias razones.

Entrar a los treinta nos certifica como adultas y nos obliga a dejar atrás muchas de las "excusas" que esgrimimos para no asumir determinadas responsabilidades mientras tuvimos "veintipico". Muchas mujeres sentimos que cumplir 30 años equivale (entre otras cosas) a cargar los dos grandes mandatos que la sociedad y, nuestros familiares también, arrojan sobre nosotras:

- Que formemos una pareja y luego nos casemos (o su equivalente) para tener hijos.

- Que ingresemos en el mundo productivo extradoméstico y que hagamos una buena carrera. Y que, en lo posible, seamos exitosas.

Cada una llega a los 30 con un camino propio ya recorrido, por lo que su entrada a esta etapa le propondrá cambios y desafíos particulares. ¿Cómo llegamos? Fundamentalmente de tres grandes maneras:

1. Con hijos pero sin carrera

2. Con carrera y pareja pero sin hijos o con carrera y sin pareja ni hijos

3. Con hijos y carrera

Los desafíos y obstáculos que enfrentamos a lo largo de los 30 son muchos y de magnitudes diversas, y la verdad es que no hay fórmulas para encararlos. Por otro lado, si bien es cierto que ni bien cruzamos la raya de los 30 nos arrojan a la "fosa" de los mandatos, también es cierto que no tenemos por qué obedecerlos ciegamente.

Cuestionarlos es, tal vez, la prueba más importante que podamos enfrentar. Porque si elegimos responsablemente, entonces la construcción de la propia vida ya no es el resultado de lo que "se espera" de nosotras, sino lo que nosotras hemos decidido hacer concientemente con ella. Surge entonces espacio para que nos preguntemos, por ejemplo: ¿es esto realmente lo que quiero? ¿Es este el sentido que quiero darle a mi vida?

Porque estamos a cargo de nuestras vidas, independientemente de lo que nos digan e independientemente de lo que a veces creamos.

Por Marilen Stengel, autora de Mujeres ante sí mismas y de Lo quiero todo y lo quiero ya.