domingo, 6 de julio de 2008

TODAS SOMOS SUSANITAS?

Todas fuimos alguna vez acusadas de "susanitas", ese personaje de Mafalda que desespera por casarse y tener hijos. No lo neguemos: en algún momento de nuestra existencia la frase "sos una susanita" resonó en nuestro oídos casi como un insulto. ¿Por qué? Porque, para las que no la conocen, Susanita no posee otra aspiración que no sea el matrimonio y la vida de ama de casa y, actualmente, la mujer desempeña otros roles además del de esposa y madre.

La cuestión es, ¿todas las mujeres tenemos algo de susanitas?, o en otras palabras, ¿todas soñamos con el matrimonio y con una familia?

Ellos también

Dicen que la culpa es de la mujer, que somos nosotras quienes anhelamos ponerles una alianza con nuestro nombre, que la mujer es el cazador y el hombre la presa difícil de alcanzar. Este es el típico prejuicio social. La película "El soltero más codiciado" lo muestra claramente: ellos quieren ser libres y nosotras queremos "engancharlos" cueste lo que cueste. Así, pareciera que los hombres no se enamoran, que no desean ser papás ni formar una familia. Somos nosotras las que los perseguimos para intentar atrapar a alguno. Pero esto no es cierto, por suerte la protagonista de la película se encarga de demostrarle a su novio que los hombres desean tanto como las mujeres casarse y formar una familia.

Entonces, nosotras somos susanitas, pero ellos son "susanitos" también. Hombre y mujer nos complementamos, no sólo en lo físico, sino en todo lo que respecta al ser humano en toda su integridad.

Mala fama

"Hazte la fama y échate a dormir" afirma el dicho popular, no podemos decir que no, las mujeres tenemos fama de "susanitas" (si no fuera así, no escribiría esta nota), pero si los hombres también desean formar una familia, ¿por qué es la mujer la debe cargar con la imagen de "desesperada por el matrimonio"? El asunto es bastante simple. Si echamos un pequeñísimo vistazo a las sociedades anteriores a la nuestra nos damos cuenta de que la mujer se encontraba socialmente determinada a ocupar sólo un rol de madre y esposa, y hombre era el que se ocupaba de otros asuntos. Recién en estos últimos años la mujer ha logrado desprenderse de la imagen de "eterna ama de casa". Ojo, esto no significa que el matrimonio y la familia no sean una forma válida de ser feliz, todo lo contrario, sino que, en la actualidad la mujer posee libertad de elección: puede estudiar, casarse, trabajar, no se encuentra determinada por ningún mandato social.

Susanitas, ¿y qué?

Somos libres, podemos pensar, soñar y hacer lo que queremos. ¿Qué hay de malo en soñar con vestidos de novia y con una gran familia, siempre y cuando ese sueño no se interponga en nuestra vida real? Además, ¿quién de nosotras nunca se imaginó entrando a la iglesia con un vestido soñado y un novio divino? Por eso, la que esté libre de pecado que tire la primera piedra.