martes, 22 de julio de 2008

MI AMIGA PAMELA

No recuerdo exactamente en que momento nos conocimos, cuando fue la primera vez que nos dirigimos la palabra. Pero con solo remontarme en el tiempo veo su cara, esa carita tímida, que te daban ganas de protegerla, de nena mimada. Yo todo lo contrario, cara de traviesa e independiente. (hoy creo que quizás era cambio de roles o la coraza que dejábamos ver)
Lo cierto es que no recuerdo el instante, pero se que desde ese día jamás nos separamos y que en la actualidad es lo más lejos que hemos estado.
Aún siento esa alegría y seguridad que sentía cuando estaba cerca de ella, es como que sabía que con una mirada nos entendíamos, y si, realmente era así; lo sigue siendo hoy.
Éramos inseparables, yo pura espuma y ella la que ponía el punto final. Me hacía sentir importante y segura, porque veía en sus ojos la admiración que me tenía, y por otro lado yo la admiraba a ella, por supuesto, siempre tan segura para tomar una decisión. La atrevida y la pensadora, dos polos.
En el jardín éramos el centro de atención; nuestras mamás nos ataban con trenzas el pelo lleno de piojos (gran vergüenza en aquella época) y antes de irnos, nos soltábamos el pelo y con los rulos desfilábamos por todo el jardín para que los chicos nos aplaudan. Inseparables, las maestras se sorprendían porque no podían entender como 2 nenas tan chiquitas podían ser tan unidas, defenderse con dientes y no hacer algo si la otra no lo hacía.
Eso dio motivo para que la directora del colegio primario nos separara para iniciarlo, porque éramos “muy amigas” y no íbamos a integrarnos con el resto del grado.
Ella era siempre la que decidía: una día un pibe jugando al metegol nos molestaba, por lo que estuve gritando… mmm ….durante 30 minutos….. quizás mientras ella se mantenía calladita atrás, hasta que levantó la vista, se le acercó y le pegó tal cachetada, que el nene se fue llorando a su casa. Ja! Que grande, en ese momento fue mi dios! Y por supuesto otra vez había adivinado mi pensamiento.
No sé que nos acerco, ni tampoco como mantenemos esta amistad; vivimos cosas muy diferentes, somos totalmente distintas, familias opuestas, pero si se que no me imagino la vida sin ella. Que la elijo y me elije todos los días.
Pasamos cosas jodidas: la separación de mis viejos, la mudanza del barrio, estudiar y pelearnos, los cortes de noviazgos, otras amigas con sus respectivos celos, la muerte del papá, los caos familiares, su cambio de ciudad. Pero ahí estamos, tratando de estar lo mas cerca posible pese a la distancia. Y se siente cerca la turra…
Cuando veo a mi hijo que la ve una vez cada 4 meses y la mira, la escucha, quiere ir con ella, me pregunto si el por tener mi sangre sentirá lo mismo que yo. Podrá hacer el amor o la sangre sentir lo que uno siente? Porque siente confianza si casi ni la conoce? Me escuchará hablar mucho de ella? Sentirá mi alegría cuando estoy cerca?
No lo sé, ni lo sabré nunca. Pero soy muy consciente que tengo suerte, que muy poca gente puede vivir una amistad tan fuerte, elegir una hermana. Dicen que la familia te toca, y es real, pero yo siento que además dios me dio la opción, me regaló una muleta, me dio UNA AMIGA.