sábado, 13 de septiembre de 2008

Hay especialistas que ayudan a las madres a criar a sus hijos

Ayudan durante el embarazo, el parto y la crianza.
Hubo un tiempo en que cursar un embarazo, parir, criar era más sencillo. Eso dicen quienes creen que las mujeres hoy "se complican mucho" y que, "rebuscadas", buscan problemas en rutinas y tareas que alguna vez fueron simples, llanas, casi instintivas... "Si los chicos se crían solos". Pues bien: las cosas cambiaron y cada vez son menos los que se atreverían a firmar al pie de esa afirmación. Y, menos aún, los que se animarían a proclamar a viva voz que "criar es fácil". La tendencia es al revés: en general, la experiencia de tener y educar a un hijo es vivida por estos días con una buena dosis de angustia e incertidumbre, y, sobre todo, como una gran exigencia. Tan es así que la demanda y la oferta de servicios de apoyo y asesoramiento en la crianza no dejan de crecer.

Grupos de preparación para la maternidad. Diplomaturas en primera infancia. Centros de maternaje. Doulas. Grupos de crianza. Al compás de infinidad de cambios que revolucionaron las formas familiares, arrancaron a la mujer del hogar y la pusieron en juego en el ámbito laboral, se multiplican las instituciones y especialistas que ofrecen servicios para ayudar a los padres a transitar una etapa que sienten, por lo menos, difícil.

"Los padres están desorientados respecto a cómo ejercer su rol: creen que poner límites es ser autoritarios y que ser democráticos implica consultarle todo a los hijos. Esto hace que los niños se sientan desamparados, teniendo que educar y sostener a aquellos que deberían educarlos y sostenerlos. Las instituciones advierten estas carencias y responden armando grupos de crianza o maternaje para explicar cuestiones que antes resolvía el sentido común, la experiencia de una abuela o el consejo de un pediatra con tiempo", dice Gisela Untoiglich, psicoanalista investigadora de la UBA.

Para la terapeuta Laura Gutman, al frente de Crianza, dos cuestiones explican el boom de estos servicios. La primera, vinculada a la identidad femenina. "Antes, las mujeres teníamos organizada nuestra identidad en torno al acto de maternar y quedaba menospreciado todo atisbo de libertad o desarrollo personal. Hoy, nuestra identidad se organiza en torno a la libertad y la autonomía, y lo vinculado al maternaje quedó silenciado y sin reconocimiento personal, familiar y colectivo. Esto hace que la mujer busque identidad en lo laboral y se vea obligada a buscar reemplazantes maternantes".

La segunda explicación tiene que ver con las formas que asumió la familia en las grandes urbes. "La familia nuclear es el peor sistema para criar. Una mamá y un papá somos demasiado pocos para esa tarea", dice Gutman. También Adriana Penerini, directora de Bebé a Bordo, rastrea explicaciones en la "nueva estructura social urbana: las parejas están cada vez más solas y la vida en departamentos es alienante. Los vecinos conviven años sin conocerse y falta el apoyo real, concreto, de una red que sostenga a los padres. Eso deriva en una carencia emocional que lleva a buscar nuevas tramas de contención, y los profesionales capacitados en crianza asomamos como una referencia viable. Lamentablemente, los padres deben pagar para encontrarse con alguien que los acompañe en el recorrido".

Marisa Drexler, directora de Nueve Lunas, Centro de Preparación para la Mater-Paternidad, hace foco en "las consecuencias" de la salida de la mujer del hogar. "Al estar más involucrada en el ámbito laboral o profesional, tiene menos tiempo para dedicarse a la crianza, conoce menos las necesidades del niño y su personalidad y pide ayuda. Tenemos muchas consultas por niños en edad escolar", dice. Para Drexler, "criar es menos sencillo por la vida que se lleva. Hacerlo bien lleva tiempo y no hay suficiente. Antes se vivía más cerca de los afectos y la opinión de la familia tenía un valor y una influencia que ya no tiene".

Si bien hoy los padres están más conectados con los hijos y con la crianza, son las mujeres las que, en general, recurren a estas opciones. "Tiene que ver con el contexto en que les toca transitar su maternidad", dice la licenciada Diana Wechsler, de Natal, Docencia en Maternidad. "Están muy sobrecargadas por exigencias externas e internas y a esas demandas se suman el estrés, la ansiedad, la incertidumbre, la dificultad de encuentro de la pareja y la falta de tiempo para fomentar los vínculos de la constelación familiar".

Las especialistas coinciden en que las mamás jamás se bastaron solas. Siempre necesitaron que las contuvieran y ayudaran de una u otra manera. Siempre hubo -dice Penerini- "consejeras naturales" (madres, comadres, vecinas, abuelas), "acompañantes de confianza que las sostenían con el corazón, con su sabiduría quizá rudimentaria pero efectiva". Ser padres sin red y sin tiempo no es fácil. Y los chicos no se crían solos (sin costo). Jamás lo hicieron.

12 de septiembre de 2008 (Clarín)