domingo, 14 de septiembre de 2008

Cinco claves para que duerma bien



Hay bebés que sólo se quedan dormidos en el pecho de su mamá, mientras otros no saben conciliar el sueño estando solos y siempre necesitan que les mesan la cuna para dormirse. También hay chicos que se van a dormir todos los días a cualquier hora y se despiertan al mediodía. Hay muchos que todas las mañanas amanecen en la cama de sus papás o que todas las noches se duermen en la de ellos. Hay padres que trabajan hasta tarde y sólo ven a sus hijos dormidos, mientras otros trabajan desde sus casas y están siempre para acompañarlos a dormir. Sea como fuere, el sueño y sus hábitos, es siempre un tema a tratar en el consultorio del pediatra.

Cambia con los años

“El sueño es una necesidad biológica. Dormir lo suficiente, de manera que sea un descanso reparador, es un hábito que tiene que incorporarse progresivamente durante los primeros años de vida de los chicos. Esto se logra estableciendo, desde un principio, pautas claras, regulares y cariñosas”, asegura el Dr. Elías Entín, jefe de pediatría del Sanatorio de los Arcos, y resalta la importancia de que en la crianza esté presente la comunicación amorosa, las muestras de afecto. De este modo será mucho más fácil marcar cualquier tipo de límite.

El especialista aclara que cuando los chicos crecen la necesidad de horas de sueño se reduce. “El sistema nervioso central de los bebés más chiquitos todavía no ha incorporado pautas madurativas. En su primer año de vida enfrentan un ritmo de crecimiento vertiginoso, en el que llegan a triplicar su peso y así desgastan muchas energías”, explica el doctor. En este sentido asegura que la rutina de sueño se tiene que ir modificando para acompañar el proceso de crecimiento. Y que si bien cada familia tiene su propio ritmo y organización, estas pautas deben sostenerse en el tiempo, para lograr buenos resultados.

Mientras duerme

“El sueño es un proceso sumamente activo en el que se producen cambios orgánicos y mentales de enorme importancia para el equilibrio psicofísico de las personas. Desde el punto de vista orgánico, además del efecto reparador, se dan cambios metabólicos como la síntesis de proteínas, endócrinos, como la liberación de la hormona de crecimiento. También se estimula el sistema inmunitario, contribuye a la maduración del sistema nervioso central y se dan a su vez múltiples procesos psíquicos que hacen a la maduración y a la adaptación en la familia y el medio ambiente”, indica el Dr. Entín.

El especialista explica que el sueño tiene dos etapas bien diferenciadas: la primera es la que se denomina “sueño no rem”, por las siglas en inglés de movimientos oculares rápidos y la segunda que se llama “sueño rem”. El sueño no rem es profundo y se caracteriza porque los ojos de los bebés están quietos y no hay movimientos. En cambio durante el sueño rem, los bebés se mueven y es cuando el cerebro trabaja: se adquieren nuevas pautas y se sueña. Estas fases de sueño van cambiando de manera secuencial y cada una dura 50 minutos. Si consideramos que, como explica el doctor, el sueño es una función vital y una necesidad biológica que aparece cíclicamente con la finalidad de procurar un descanso psicofísico, entendemos por qué dormir mal genera consecuencias negativas en el niño y su familia. “Los síntomas de que un chico duerme poco o entre cortado son la irritabilidad, la somnolencia diurna, el rendimiento escolar deficiente, la falta de concentración, la hiperactividad, etc.”, señala el especialista y agrega que esto conlleva trastornos en la dinámica familiar, conflictos de pareja e inseguridad en los roles.

Consignas

Entendiendo que es de vital importancia que los chicos duerman los suficiente desde que son chicos, el pediatra da una serie de claves para lograr buenos hábitos de sueño.

En su cuarto. Un bebé está listo para dormir en su propia habitación cuando tiene entre un mes y medio y tres meses de vida. Lo aconsejable es acostumbrarlos en esta etapa. Después será más difícil. Además, para la pareja es de suma importancia reiniciar su vida sexual y de alguna manera contribuye que el bebé no esté en el cuarto. Ayuda que la habitación sea un ambiente acogedor, con la temperatura adecuada y que el bebé no esté abrigado por demás. Para calcularlo hay que manejarse con la temperatura que uno siente. Que sea más chiquito no significa que sea más vulnerable al frío. En la cama tiene que poder desplazarse y no tiene que estar demasiado vestido, ni haber demasiadas sábanas, ni juguetes, para evitar lesiones o que se sofoque.

Fijar un horario. Si se trata de un bebé chiquito, acostarlo siempre a la misma hora ayudará a que su cuerpo y mente se “programen” para dormir en determinado momento. En el caso de los chicos más grandes también tienen que tener un horario para irse a la cama y en esto hay que mantenerse firmes. Será un límite que siempre querrán correr. Claro que los fines de semana o en ocasiones especiales se puede ceder y permitir que este horario se extienda, pero siempre aclarando que se trata de una excepción.

Crear un clima de relajación. Ayuda que entre una hora o media antes de que se vayan a dormir se instaure una atmósfera de calma que les permita conciliar el sueño más fácilmente. Esto se puede lograr a través de un baño, música tranquila, la lectura de un cuento, etc. Estos actos se asociarán con el de ir a la cama. Además habrá que evitar la tv o los videos juegos. Tampoco son convenientes los alimentos estimulantes como café o chocolates.

Armar una rutina. Acostumbrarlos a seguir una serie de acciones antes de acostarse para que así se den cuenta que les va llegando la hora de irse a la cama. Empezar por comer, cepillarse los dientes, darle un beso a mamá, etc. Evitar que se queden dormidos en brazos, en el cochecito o en la cama de sus papás, porque al despertarse querrán volver a la misma situación. También hay que procurar que no duerman siestas de mas de dos horas. Debe formar parte de las pautas de sueño, pero es obvio que si se prolonga, por la noche le costará más volver a conciliar el sueño.

Recurrir a objetos transicionales. Los muñecos, trapitos, chupete, etc. contribuyen a que la incorporación de estos hábitos no sea complicada y hacen que se sienta acompañado.

Volver a foja cero

Pero, ¿qué hacer con un hijo de tres años que está acostumbrado a dormirse en la cama de sus papás y que después lo pasen?, ¿o que necesita siempre que lo acompañen a la cama? El abordaje de estos casos es totalmente distinto al de un bebé que está adquiriendo por primera vez los hábitos vinculados al dormir. “El sueño nocturno es consecuencia de un aprendizaje cuyas pautas están enmarcadas en el proceso integral de crecimiento y desarrollo. No es un mecanismo pasivo o aislado, que no tiene que ver con lo que sucede durante el día. Todo está relacionado. Los padres deben ayudar a los bebés en la adquisición de los hábitos, sin pretender ayudar a dormir a los chicos, tomando un rol activo en la conciliación del sueño”, aclara el doctor. Según el especialista, cuando hay que revertir una situación así, no queda otra que reiniciar el proceso de incorporación de los hábitos del sueño, en un clima de amor y tolerancia, teniendo en cuenta que los resultados exitosos pueden tardar un tiempo. “El colecho tiene múltiples desventajas: accidentes por aplastamiento, interferencia en el descanso de los padres y en la relación de pareja, más despertares nocturnos y sobreestímulo sexual. Es una situación que debería modificarse de manera progresiva y dentro de un contexto de medidas, anunciadas con tiempo”, indica el doctor y asegura que, en estos casos, es primordial que los papás estén verdaderamente decididos a hacer el cambio.
fuente: para ti mama, por Ana van Gelderen