viernes, 19 de septiembre de 2008

El síndrome del quemado, la epidemia del siglo XXI

El burn out es una enfermedad asociada al estrés profesional. ¿Cuándo es necesario consultar a un psiquiatra?

No tiene nada que ver con estar "agotado", aunque el agotamiento es una de sus consecuencias. Igual que las contracturas, problemas digestivos, de hipertensión y coronarios o, un paso más acá, el insomnio, jaquecas, taquicardia y un amplio abanico de trastornos ligados a la depresión y la ansiedad. El burn out es una forma grave de estrés con dos particularidades: es crónico y de origen laboral. Y además, es un mal moderno.

Se viven tiempos paradojales: por un lado, hay condiciones de vida impensables hace 30 años; por el otro, duras presiones por mantener la performance que exige el mundo empresarial, con sus evaluaciones de rendimiento y sus metas imposibles. En el medio, están los quemados. Aquellos que viven sobreesforzados y sumidos en el estrés, no como una respuesta inicial de adaptación, sino como una forma de existencia… o supervivencia.

"El desencadenante no deja de ser subjetivo: la valoración de un estímulo como amenazante. Eso hace que en una reunión el pulso se acelere como si se estuviera frente a un león salvaje", explica el doctor Juan Bulacio, director de la Fundación de Ciencias Cognitivas Aplicadas.

El tratamiento del burn out se basa en tres pilares: reorganizar los factores ambientales (reducir la carga horaria o de funciones, respetar el tiempo para almorzar); modificar factores subjetivos (cuán dependiente se es de la mirada de los otros, cómo se valoran las situaciones estresantes); y mejorar los recursos. Esto puede incluir desde una capacitación hasta técnicas de respiración o yoga.

Claro que en cierto target "estar a mil", no poder apagar el celular y ser multitasking son sinónimos de ser top. "Hay un valor trastocado: muchos están orgullosos de su estrés, y lo ven como una señal de éxito… en lugar de tener una vida mejor", observa Bulacio. Pero lejos de ser un mal de yuppies, la quemadura se da en todas las clases sociales. Sólo el tipo de consulta depende del nivel cultural. Mientras los menos informados van a gastroenterólogos, traumatólogos, etc., según el síntoma que más los atormente, los ilustrados toman el atajo al psiquiatra. Con respecto a los sexos, no hay grandes diferencias. "Tal vez los hombres son mas ‘fríos’, se encierran en sí mismos, mientras que las mujeres lo melancolizan y se quejan más", señala Rosina Duarte, psicóloga y coordinadora de Clinicar. Un detalle más, interesante: "De las escalas de satisfacción laboral surge que los hombres, en general, se muestran mucho más insatisfechos", dice Bulacio. "En esta sociedad machista, el varón todavía siente más presión por el éxito o el sostén del hogar, y el trabajo, para él, ocupa un lugar central".

LA LUZ ROJA
Señales para autodiagnosticar la conveniencia de hacer una consulta:
1. Depresión: sensación de agotamiento físico y mental, negativismo, aislamiento afectivo, irritabilidad, desinterés.
2. Ansiedad: sensación de no poder parar; conductas compulsivas (adicción al tabaco, drogas o alcohol); palpitaciones, sudoración, desórdenes gástricos, tensión, insomnio.
3. Desmotivación laboral: sentimiento de fracaso, frustración y estancamiento que se traslada al resto de la vida: ése es, precisamente, el gran problema del burn out. Todo termina quemado.