lunes, 29 de septiembre de 2008

Sentimientos encontrados

Después de dar a luz, es posible que te sientas triste. Cómo diferenciar entre la angustia esperable durante el post parto y un cuadro peor.

El bebé llegó y la casa se revolucionó. La familia completa gira en torno a este hecho tan maravilloso, pero a la vez estresante. Para muchas mamás pareciera que todo debería ser alegría y, sin embargo, irrumpe la tristeza. En medio de la vorágine de pañales, mamaderas y llantos, aparece una angustia que molesta tanto como tener una piedrita en el zapato y no poder dejar de caminar para sacársela. “Es una situación complicada y difícil de entender, porque el parto está vinculado a la alegría. Pero es común que las mamás en el post parto le manifiesten al médico o a la familia una sensación de tristeza. Comienzan a sentirse mal, cansadas e invadidas por un agotamiento que no es sólo físico”, explica el Lic. Andrés Añón, psicólogo del Centro de Salud Nº 11 del GCABA. Según el especialista, se trata de un estado esperable considerando que un parto, aunque no sea traumático para todas, es una gran acontecimiento, un cambio profundo, tanto en la vida de la madre como de la familia.

Emociones a flor de piel

Ahora bien, no siempre sentirse triste implica estar deprimida. La depresión es una patología psiquiátrica que requiere de un tratamiento especial. Por eso los profesionales insisten en distinguir aquella angustia leve por la propia situación post parto, de aquella que se vuelve crónica. “Adaptarse al nuevo estado, con un bebé que cada tres horas demanda atención, sin el adecuado descanso, produce melancolía. Esto a veces está acompañado de llanto fácil y cansancio, dos síntomas que tienen que ver con la adaptación. Además, en las primerizas, puede existir cierto miedo de no estar haciendo las cosas bien”, explica la Dra. Ángela Gómez, obstetra del Hospital General de Agudos “Dr. Ignacio Pirovano”.

En condiciones normales, pasados los primeros quince días del nacimiento del bebé, el estado melancólico se revierte: “La paciente se va sintiendo mejor, el grupo familiar la acompaña y espontáneamente sale sola”, continúa la doctora. Por su parte, el Lic. Añón explica que para diferenciar un cuadrode melancolía de la depresión hay que atender a la intensidad, duración y persistencia de los síntomas. “Es lógico que en una situación de tanta ansiedad como dar a luz, las mujeres presenten irritabilidad y agotamiento. Le pasa a cualquiera ante algo muy intenso a nivel emocional. Es importante que el entorno lo comprenda”, aclara.

“En el tránsito del parto hacia la maternidad es necesario que la mujer se ubique en su nueva función de madre frente a todo el grupo familiar y a una sociedad que espera mucho de ella, en una época en que las mujeres son cada vez más exigidas”, reflexiona Añón. Sin embargo, no todo el mundo está emocionalmente en condiciones de atravesar este tipo de experiencias. Cuando los síntomas propios de la melancolía inicial perduran y se agudizan, estamos ante una inminente depresión post parto. “Es un trastorno de la personalidad que se manifiesta por la tristeza y el abatimiento general, con dificultad para vincularse con el recién nacido, llegando incluso a desatenderlo”, sostiene Añón. También, según la Dra. Gómez, en muchos casos la mamá no quiere comer o asearse, está irritable y agrede a las personas que tiene cerca.

Cuanto antes, mejor

Cuando aparecen estos síntomas, es necesario recurrir al obstetra que haya seguido el embarazo. “Una vez definida la depresión hay que tratarla, porque esto puede volverse crónico”, informa la Dra. Gómez, mientras advierte que también el niño se verá profundamente afectado si su mamá no revierte el cuadro. También el Lic. Añón resalta la importancia de la precocidad del diagnóstico. “Cuanto antes se detecte, mejores condiciones habrá para la reversibilidad del cuadro. De una depresión post parto se sale, pero con ayuda profesional. Puede haber un grupo continente y factores que colaboren para que la vida de la madre sea más fácil, pero es necesario que pueda hablar de lo que le está pasando”.

Ambos profesionales coinciden en que, si bien no es posible anticiparse a la depresión post parto, hay indicadores. El Lic. Añón se refiere a los antecedentes familiares. “Este estado pudo haberse desencadenado con el parto, pero no por el parto en sí, sino por la carga emocional de ser madre y por cómo se ubica con respecto a la relación con su propia madre”, explica y señala que para conocer esto es clave la relación de la embarazada con su obstetra. “El médico, tanto en las embarazadas como en las puérperas, es el consultor de confianza. Deben preguntarle acerca de su historia para saber si, por ejemplo, hubo desapego con su propia madre, si tiene apoyo del marido o respaldo familiar”, agrega la Dra. Gómez.

Palabra sanadora

Para concluir, Gómez sostiene: “El embarazo es un estado muy particular. La relación intra útero de la mamá con el bebé es única y con el parto de algún modo se pierde parte de ese nexo tan profundo. Aunque añore algunas cosas, las está cambiando por otras mejores”. Tantas emociones en juego requieren de una contención que esté a la altura de las necesidades de la mamá, que deberá ser sostén de su hijo. La clave para transitar el post parto sanamente es que la mamá pueda hablar de lo que siente. El Lic. Añón agrega: “Ayuda hacer valer los tiempos de cada una y tener un espacio para establecer este nuevo vínculo. Desde ya, que frente a cualquier tipo de inconveniente que perciban, tienen que solicitar ayuda”.

Fuente: Para Ti mamá, por Clotilde Nebbia / fotos: Archivo Atlántida.