martes, 21 de octubre de 2008

Mujeres de pasos largos

Un grupo de personas –esos científicos que investigan cosas increíbles– aseguró que las mujeres que tenían pasos largos llegan mejor al orgasmo. ¡Ejem! No parece muy serio el estudio, pero Nos y Ellos tenemos elaboradas muchas teorías al respecto.

De la muy reputada Ley de la L en adelante, humanos y humanas nos hemos vuelto locos tratando de colegir a simple vista el potencial erótico del ejemplar de enfrente. Recuerdo a una amiga del secundario, Fabiola, que aceptaba o rechazaba invitaciones a salir previo testeo del tamaño de las manos del fulano. Según decía, un tipo de manos pequeñas era una suerte de Weather Channel sexual que pronosticaba noches de alto horror. Un hombre con manos como guantes de béisbol (y ni hablar de si tenía, además, pies haciendo juego) era un reaseguro de intimidad tropical y de sexo con loros.
A mí siempre su teoría me resultó muy divertida, pero no mucho más insostenible que tantas otras disfrazadas de “científicas”. Hace años entrevisté para esta misma revista a la Dra. Beverly Whipple, una sexóloga rubia y aseñorada conocida en todo el mundo como la inventora del Punto G. En realidad, la doctora fue más bien su difusora ya que al susodicho puntejo lo descubrió un médico de apellido Grafenberg. Pues bien, el tema es que la Dra. Whipple me confesó entonces algunas de las muchas “cosas inexplicables” que sucedían con el sexo y con las mujeres. Me contó de mujeres catalogadas como anorgásmicas que –una vez dormidas– tenían clímax dignos de la escala Mercali. Me contó también de señoras que, desde el punto de vista estrictamente físico, no tendrían chances de llegar ni a la esquina y que, sin embargo, cuando sus cerebros eran auscultados era evidente que experimentaban orgasmos oceánicos.

¿Entonces? Colijo que, para variar, los humanos no sabemos nada de nada. Nos alucina saber, ahora, que las mujeres que dan pasos más largos serían (según un grupo de científicos) más orgásmicas que las de pasos pequeños. No creo en nada. Primero, porque Fabiola caminaba con pasitos de Morticia Adams y decía llegar al cielo cada vez que uno de sus amantes manotas le ponía un dedo encima. Segundo, porque las mejores cosas que me han sucedido a nivel bombacha fueron las menos planificadas. Las más inexplicables. Adivino que, más que con el largo de los pasos, las manos o el tamaño de no sé qué partes, Eros tiene que ver con la sorpresa y con el juego. Muchas de las mujeres estudiadas por Whipple no tenían piernas. Pero sí imaginación. Y tremebundos orgasmos. Científicos de los pasos largos, atájense esa mandarina.
Fuente: Parati