jueves, 13 de noviembre de 2008

¡Al sol y en movimiento!

Recientes descubrimientos dan cuenta de la importancia de la luz solar para los niños. Profesionales de distintas áreas nos dicen por qué es mejor que los chicos prefieran plazas y parques a televisores y computadoras.

Parece un consejo de la abuela. “Nena, ¿no le hará mal al bebé estar tanto tiempo encerrado?” o “Hija, me parece que tanta computadora no le va a hacer bien”. Por intuición, las abuelas suelen expresarse de esta forma. Por conocimiento, vos, que sos una mamá joven, vas a comprender por qué tu bebé necesita, desde los primeros días de vida, luz, aire puro y espacio para corretear a sus anchas. Un requerimiento que se extiende durante toda la infancia porque que los chicos jueguen al aire y al sol, trepen, corran, se ensucien y disfruten de la naturaleza todo lo posible será un buen estímulo para su desarrollo neuronal y también para su primer aprendizaje y todo crecimiento posterior. La ciencia y sus últimos descubrimientos apoyan este concepto y lo tornan una realidad insoslayable.

Ultimas noticias
Consultado sobre el tema el Dr. Guillermo Vitali, médico psiquiatra y psicoanalista y estudioso en la materia, explica: “Hay dos neurotransmisores en el cerebro, uno con capacidad de activar las funciones del sistema nervioso, el glutamato, y otro con capacidad de inhibirlas, que es el ácido gamma-amino-butírico (o GABA). Al respecto, estudios muy actuales relacionados con la química cerebral y aplicados a la clínica médica demuestran que el glutamato, neurotransmisor estimulante de la función del sistema nervioso central, se activa, entre otras formas diferentes, mediante la fotoestimulación o estimulación de la luz, sea esta natural o artificial; en cambio, no sucede lo mismo con la oscuridad, que disminuiría los procesos metabólicos y las transmisiones neuronales, justamente por la consiguiente menor activación del glutamato.” En una palabra, la exposición a la luz ayuda a que el desarrollo de la capacidad neuronal y de los procesos de aprendizaje sea satisfactorio, un aspecto fundamental durante la primera infancia, etapa en la que este proceso es absolutamente necesario, pero que igualmente debe ser fortalecido a lo largo de toda la vida.

“No es casual –enfatiza Vitali– que las bibliotecas, lugar por excelencia para el estudio, estén o deban estar siempre bien iluminadas tanto natural como artificialmente. De todos modos, a partir de estas últimas investigaciones es posible inducir que la estimulación de la luz solar permite un más adecuado funcionamiento del sistema nervioso, que se prepara mejor para aprender más, tanto cuantitativa como cualitativamente. ¿Por qué? Sucede que las neuronas almacenan proteínas que son la base estructural de lo que conocemos como memoria y se está demostrando que ese proceso de estructuración de memoria se ve favorecido durante el día, en especial durante las horas de mayor intensidad luminosa solar. Por eso, entre otras razones, la importancia de que los padres estimulen el juego de sus hijos en, por ejemplo, plazas, parques y playas.”

Vida sana
El profesional sostiene que ‘esta es una de las razones para buscar el sol, aunque también hay otras: “Los niños –explica– deben jugar en espacios abiertos, bien iluminados, con abundante vegetación y poquísima polución ambiental. No solamente de esa manera se estimulan más sus procesos de aprendizaje y memoria, sino que al exponerse a la fotoestimulación solar, su organismo puede utilizar vitaminas y minerales provechosamente, lo que es imposible durante las horas de oscuridad o al permanecer mucho tiempo en lugares de encierro y penumbra. No hay que olvidar que, por ejemplo, la vitamina D que utiliza el calcio para fabricar hueso, únicamente entra en actividad con el sol. Como ésta, hay otras vitaminas, sustancias y hormonas que se activan por la luz solar y que son esenciales al funcionamiento saludable del organismo.”

La vitalidad del movimiento
Sol, luz y aire puro son fundamentales, porque el afuera es el lugar ideal para los chicos y es la base del aprendizaje durante los primeros cuatro años de vida. Así lo sostiene Matilde Wedeltoft, directora y asesora pedagógica del Jardín Cuarto Creciente, una institución que adhiere a los conceptos de la pedagogía Waldorf. “Nosotros –sostiene Wedeltoft– nos basamos en la importancia del desarrollo del niño desde lo físico, para liberar esas energías necesarias para luego encarar el aprendizaje intelectual cuando entran en la primaria. Y el trabajo en el afuera, en el parque, apunta justamente a esto. El niño puede hacer propio el aprendizaje en la medida en que lo puede pasar por lo corporal. El trabajo en el afuera, además de ofrecerle conciencia sobre las diferentes épocas climáticas, a que registre las sensaciones, el sol, el frío y el calor, es que logre, por ejemplo, trepar a un árbol. A uno tal vez esto le parezca una tontería, pero si el niño lo consigue por sí mismo es un escalón y un logro que atesorará para siempre y que será de suma utilidad para cuando tenga que hacer su aprendizaje intelectual. Además, es una forma de adquirir confianza en las propias habilidades y de incorporar nociones fundamentales como el arriba, el abajo, el adentro y el afuera, con la experiencia directa, algo que no se logra si el niño está frente a un televisor, una computadora o una mesa de trabajo.”

Crecer feliz
Paula Tosto, psicomotricista del Hospital de Niños Ricardo Gutiérrez y profesora de la carrera de psicomotricidad de la Universidad Nacional de Tres de Febrero, cree que “en los primeros años de vida no está mal que los chicos vean alguna película de vez en cuando –explica Tosto–, pero los chicos más chicos, sobre todo hasta los cuatro años, construyen el cuerpo y aprenden por la experiencia, y a esta edad la experiencia es la experiencia del movimiento. El organismo es aquello que heredamos de la especie: manos, piernas, pies. Cuerpo es lo que nos da la cualidad, nos hace distintos, singulares y únicos. Construir el cuerpo es aprender a partir del movimiento, esto permite interactuar con otro real, padre, madre y otros niños, implica construir nociones de temporalidad y de espacialidad y noción de la propia identidad. Un juego real con otros niños o la interacción con la madre o el padre implica poner en marcha emociones, caerse, golpearse, el dolor, acatar reglas o discutirlas o angustiarse y parar el juego. Todos son aprendizajes que se logran al ponerse en movimiento, y son la base de aprendizajes posteriores. Al constuir el cuerpo se hacen gestos, se elabora una manera de reír, por ejemplo, un modo de hacer y una forma de ser. Está relacionado con la identidad misma. El movimiento y la interacción con otros facilitan la expresión emocional. En psicomotricidad se ve claramente cómo hay un vínculo indisoluble entre el tono muscular y la emoción, por eso es tan importante el aprendizaje a través del movimiento, tanto que trepar, saltar, moverse, ese movimiento jerarquizado, organizado, lleva luego a la posibilidad de que los chicos puedan o no, por ejemplo, pasar con éxito la etapa de la escritura o tengan un buen manejo de sus emociones.”

Crianza natural
Destacan los especialistas justamente que los ámbitos abiertos y la vida en movimiento fomentan los vínculos. Al respecto, concluye Tosto: “Hoy dos chicos dicen “vamos a jugar con la compu” y en realidad esto resulta en que uno y otro juegan con la máquina, pero no se conectan entre ellos. Esto en la plaza no sucede, pero no es culpa de la computadora. Es más, los chicos no viciados por estos malos hábitos eligen siempre lo que es bueno para ellos y si uno les da a elegir entre la plaza y el televisor, si ya no se han malacostumbrado, seguro que eligen la plaza, y no es porque sí.”