jueves, 4 de diciembre de 2008

Cada tres días muere en el país una mujer víctima de algún tipo de violencia

¿Porque te quiero te aporreo? La frase "justifica", muchas veces, una acción tan injustificable como incomprensible. Una representante de la ONU explicó que el violento "en la mayoría de los casos reincide en su comportamiento"
En el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres comienza una campaña para luchar contra el fenómeno, que crece cada año en la Argentina.

Isabel Suárez es licenciada en Ciencias de la Información, máster en Desarrollo y Cooperación Internacional y -en su actual rol de Técnica Internacional del Fondo de Desarrollo de las Naciones Unidas para la Mujer (Unifem) en la Argentina- respondió las siguientes preguntas de Infobae.com.

¿Por qué cree que las cifras de violencia se incrementaron en el país?
En la Argentina se registra año tras año un número mayor de denuncias y feminicidios. En lo que va de este año, según datos recientes de un monitoreo de medios, hasta el 31 octubre de 2008 se registraron 110 casos de feminicidio y sólo en la provincia de Buenos Aires, se realizan 166 denuncias por día por violencia en las comisarías de la Mujer y la Familia, según informaciones oficiales.

Debemos, no obstante, tener presente que el aumento de casos registrados no significa necesariamente que en estos momentos haya más casos de violencia hacia las mujeres que en el pasado, sino que hay mayor registro de casos y una creciente conciencia social a la hora de denunciar estos hechos. De hecho, dada la ausencia de registros unificados y centralizados en el Estado argentino, los datos que disponemos son absolutamente parciales y la cifra real es, con toda certeza, muchísimo mayor.

¿Cuál es la diferencia entre la violencia psíquica y física? ¿Hay una más grave que otra?
En el inconsciente colectivo aún prevalece la concepción de que la violencia hacia las mujeres se limita a los malos tratos físicos sufridos a mano de sus parejas sentimentales en la esfera privada.

Sin duda, la violencia física y el feminicio son la consecuencia más extrema y visible de una situación social estructural de máxima gravedad, donde la subordinación de las mujeres perpetúa un modelo social machista, patriarcal y violento, donde la mitad de la población ve mermados sus derechos humanos y sus posibilidades de desarrollo.

Pero no debemos caer en reduccionismo que nos lleve a considerar de forma aislada las distintas manifestaciones de violencia de género ni establecer un rango de mayor o menor gravedad acerca de la problemática.

Lo cierto es que es una problemática estructural que se manifiesta de múltiples formas: física, psicológica, económica y cultural.

Hablamos de distintas formas de violencia las mujeres, porque la violencia de género es consecuencia de este modelo; esta problemática felizmente se hizo visible de forma progresiva en las sociedades, que van tomando consciencia de la dimensión del fenómeno, saliendo éste de la esfera privada e instalándose en la pública.

¿Qué determina que un hombre sea violento? ¿Hay un disparador o el violento lo será de todos modos?
La violencia perpetrada en las sociedades por los hombres hacia las mujeres es un fenómeno que se repite en todos los países del mundo, entre todos los estratos socioeconómicos de la sociedad y que padecen millones de mujeres, independientemente de su condición social, geográfica o económica.

Los determinantes de este comportamiento violento tienen sin duda su origen en el modelo social patriarcal y androcéntrico de la sociedad, donde históricamente un sexo ha estado subordinado al otro y se ha establecido una clara relación de dominación y poder.

Aunque mucho se avanzó en el estatus de las mujeres en muchos países del mundo, esta estructura aún permanece en muchísimos aspectos y la de género es una consecuencia de este modelo.

Desde un punto de vista psico-social, si tenemos en cuenta el llamado "ciclo de la violencia" que explica el proceso de los malos tratos físicos sufridos por las mujeres, normalmente las agresiones físicas en forma de "explosión violenta del matratador" suelen ser precedidas de una fase de acumulación de tensiones, caracterizada por otro tipo de agresiones psicológicas, económicas, etc.

¿Siempre se arrepiente el violento? ¿Puede cambiar realmente?
El violento no sólo no siempre se arrepiente sino que, en la mayoría de las ocasiones, reincide en su comportamiento violento. El arrepentimiento suele producirse sólo de forma pasajera.

Volviendo al "ciclo de la violencia", a la fase de "explosión violenta", suele seguir una fase denominada "luna de miel", en la que el agresor busca el perdón de la mujer maltratada y se relaja en sus actitudes violentas. Una vez que el agresor consigue el perdón de su víctima comienzan de nuevo la irritabilidad y los abusos y un nuevo ciclo de escalada de violencia, donde se repetirá, con toda probabilidad, una nueva agresión.

Existen servicios de atención a hombres violentos que proveen terapia y asistencia psicológica que deberían extenderse y ampliar su atención. La actitud violenta de los maltratadores es producto de nuestro modelo social; una persona no "nace" violenta sino que "se hace" violenta en el transcurso de su vida reproduciendo normas y valores presentes en la sociedad y actitudes de sus referentes sociales.

¿Puede prevenirse?
La violencia puede prevenirse a través de diferentes canales. Es fundamental en este punto la concienciación de la sociedad y los medios de comunicación. Como agentes sociales de máxima importancia en la conformación de la opinión pública tienen una gran responsabilidad a la hora de instalar de una forma consciente y responsable la problemática en las agendas para contribuir al cambio social.

La inversión del Estado en políticas públicas orientadas a la prevención y a la capacitación de los efectores de la ley es también, por supuesto, un punto fundamental para la solución del problema.

¿Qué debe hacer la víctima?
La pregunta debería ser ¿qué deben hacer el Estado, la sociedad y los distintos agentes sociales ante esta problemática?

La víctima debe tener a su disposición los medios adecuados para la atención de los casos de violencia. Si una mujer que fue agredida no recibe atención adecuada, como lamentablemente en muchos casos sucede, las posibles opciones que tiene a su disposición son absolutamente insuficientes y, lo que es más grave, en ocasiones, cuando una mujer se decide a denunciar los malos tratos el sistema de atención no hace más que revictimizarla, obligándola a pasar por un proceso tortuoso que no soluciona su situación.

Aunque la Argentina dispone de un sólido marco legislativo de defensa de los derechos humanos, resulta necesario fortalecer la implementación de políticas públicas de atención y prevención de la violencia contra las mujeres y proveer un acceso adecuado a la justicia en todo el país. Dada la diversidad geográfica de la Argentina, existen puntos geográficos del país y fundamentalmente zonas rurales, donde no hay constancia ni registro y donde la atención a las mujeres que sufren violencia es, sin duda, peor.

Cifras que hablan por sí solas
En el ámbito de la provincia de Buenos Aires, se realizan 166 denuncias por día de violencia familiar en las comisarías de la Mujer y la Familia. En los primeros meses de 2008, recibieron un total de 52.351 denuncias por esa problemática, lo que significa un incremento del 266% en relación a las denuncias de 2006, cuando hubo 19.644, según información suministrada por el Ministerio de Seguridad. En 8 de cada 10 casos, el denunciado fue un varón y las víctimas, mujeres adultas (74 por ciento), niñas (3 por ciento) y niños (2 por ciento).

En la ciudad de Buenos Aires, por su lado, desde el 1º de enero de 2008 hasta el 11 de noviembre último ingresaron 4.419 denuncias a la Justicia, según estadísticas de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Civil. La cifra creció 117% en relación al número de denuncias ingresadas en todo el 2005.

Sólo en los diez primeros meses del año, la violencia contra la mujer se cobró 110 vidas, lo que hace un promedio de una mujer muerta cada 3 días.