lunes, 20 de julio de 2009

Tímidas amistades que se vuelven romances

En su libro Mejor mal acompañado que solo , de 1970, el coreógrafo Otto Werberg dice: "Toda amistad auténtica y verdadera está basada en una identificación desinteresada con la dicha y el dolor del otro", y agrega: "Debemos sentirnos muy satisfechos cuando las circunstancias nos prueban que aquel a quien consideramos un amigo sincero no es digno de nuestra confianza ni de nuestro afecto. Aunque nos duela comprender que hemos sido defraudados, paralelamente sentimos el alivio de habernos liberado a tiempo de quien no era lo que creíamos".

Quizá George Bernard Shaw haga dudar de este tesoro humano si se escucha su cáustica reflexión cuando observa que no hay amor más sincero que el que se tiene por la comida. Pero la realidad demuestra muchas veces que la amistad verdadera existe entre los hombres, y hasta que es posible que hombres y mujeres la compartan exitosamente y que, con el tiempo, hasta pueda transformarse en una unión sólida y duradera. Muchos guiones de películas tocaron el tema con aires de comedia. Lo mejor de las fiestas , Loco por Mary o Cuando Harry conoció a Sally son algunos ejemplos. También la literatura fue pródiga en historias en las que una tímida amistad se convierte de golpe, cuando Cupido lanza sus flechas, en un romance apasionado.

Algo así experimentó la estudiante marplatense Mercedes Durán. Y lo cuenta: "Cuando conocí a Luis María, los dos estudiábamos Arquitectura y compartíamos largas noches ayudándonos con las entregas de los trabajos prácticos. Me gustaba su estilo, sabía escucharme y me sentía acompañada y protegida. Temía, eso sí, que se enganchara con alguien y así se perdiera nuestra amistad. Pasaron dos años y un día, naturalmente, salió el tema y blanqueamos nuestra relación. Ya pasaron cinco años y seguimos juntos, cada vez mejor". Es que en algunas relaciones como ésta sucede lo que el biólogo francés Jean Rostand describe en su ensayo El hombre y la vida : "Cada día se vuelve uno más inteligente y ama mejor a los que ama".

Saber callar y saber esperar
Como refiere Stendhal en su tratado Del amor , las dificultades desaniman y la facilidad desagrada. Cabe considerar, además, que se puede medir muy bien el amor que se tiene por un ser, por la cantidad de sufrimiento que ese amor es capaz de neutralizar.

Por citar un caso, está el de Carlos Marcci: ex rugbier, amigo de la novia de un compañero de equipo, se encontró una noche con que ella estaba libre. En efecto, había cortado su antigua relación y Marcci la invitó a salir. Y salieron durante un largo tiempo. Al enterarse los miembros de su club consideraron que Marcci había actuado como un traidor, ignorando tal vez aquello que Séneca, en el siglo IV antes de Cristo, sentenció en uno de sus tratados filosófico morales: "Muchas veces la pasión nos ata la lengua. Y las pasiones aguzan el ingenio". Marcci se alejó del deporte, abrió una librería con su novia y le dio la espalda a los comentarios de sus ex compañeros. Como decía el filósofo francés René Descartes: "Los problemas resueltos son batallas ganadas. Pero las batallas ganadas no son problemas resueltos".

Después de 30 años de casada, Mariel López Cano enviudó. Tras el inevitable período de duelo comenzó a salir en calidad de amiga con un conocido de su marido que también había enviudado poco tiempo antes. "Ibamos al cine, a comer, a casi los mismos lugares que compartíamos con nuestras parejas, recordando esos buenos momentos y, al mismo tiempo, respetando mutuamente nuestro dolor. Teníamos los dos más de 60 años y la convicción de que lo nuestro no sería un romance de quinceañeros. Nos volvimos inseparables y la vida se transformó en una verdadera alegría. Pronto nuestros hijos nos aceptaron y festejamos los acontecimientos familiares de una y otra parte como si fuese nuestra familia desde siempre."

En tanto, Aníbal Veronessi cuenta que cuando conoció a su vecina Marité, ella estaba casada y salían de cuando en cuando a tomar un café los dos matrimonios. "Cuando yo ya estaba separado y me había mudado de edificio, un día me encontré en la calle con Marité y me comentó que se había divorciado recientemente. Comencé a llamarla y la invité a tomar algo como un simple amigo, pero yo estaba loco por ella. No quise perderla por atolondrado, así que utilicé la estrategia de saber callar y saber esperar. La escuchaba, la aconsejaba en sus problemas cotidianos. Tenía terror a que me rechazara. Durante algún tiempo oculté lo que sentía por ella hasta que, más seguro, pude pasar de la categoría de amigo a la de verdadero novio. Somos muy felices."

Habrá entonces que considerar lo que el español Calderón de la Barca aseguraba a los mancebos enamorados: "4 eses debe tener el amor para ser perfecto: sabio, solo, solícito y secreto".

Por su lado, el empresario farmacéutico Carlos Antonio Pittaluga, soltero de 55 años, almorzaba con su contadora todos los miércoles. "Con el paso del tiempo notaba que cada vez había un mayor acercamiento entre nosotros. Las reuniones de trabajo iban tornándose en charlas placenteras que iban más allá de los negocios. Empecé a tener una necesidad de verla cada vez mayor. Inventé problemas para seguir viéndola después de nuestros almuerzos. Intenté ser sutil hasta donde pude. Pero el amor no puede ocultarse y determinados gestos míos me vendieron . Es muy raro, pero el amor me hizo perder el miedo y comprobé que cuando uno desea ser amado, ama y que no hay nada más fuerte que el amor correspondido."

En este terreno es conveniente tener presente al viejo Benjamín Franklin, famoso por su gran lucidez, que aconsejaba ser cortés con todos, sociable con muchos, familiar con pocos, amigo de uno y enemigo de ninguno.

Fuente: nación, por Alejandro Schang Viton