viernes, 31 de julio de 2009

Frases que hay que evitar

“Parecés tonto” y “Mamá está muy triste porque te portaste mal” son algunas de las tantas expresiones que hacen daño. Las analizamos para erradicarlas.

Las palabras perduran y aunque algunos digan que se las lleva el viento, a veces cuesta que se las lleve, más aún si los destinatarios no superan el metro de estatura.
“Hay frases que pueden resultar muy dañinas, más aún si analizamos de quién vienen, en qué momento y cómo se dicen. Son peligrosas porque ubican al niño en un lugar erróneo del que les puede ser difícil salir, incluso siendo adultos. Funcionan como un rótulo que los encasilla y los pone en un lugar inmodificable, cuando justamente están creciendo y en un momento de la vida de movilidad y cambio”, asegura la Lic. Nora Hamburg, psicóloga infantil, especialista en orientación de a padres del Hospital Británico.

Una mirada
Según la especialista, son sumamente perjudiciales expresiones como: “No servís para nada”, “Sos un inútil”, “Pareces tonto”, “No entendés nada”, “¿Sos pavo o te hacés?”, “¡Bruto!,te llevás todo por delante”. Asegura que afectan la autoestima de los chicos, un sentimiento que tiene que ver con la valoración que tienen de sí mismo. “La autoestima es quererse y aceptarse, con virtudes y defectos. Claro que sin un narcisismo extremo. No es algo que en los chicos se logra con frases hechas, ni adulándolo. Se construye desde el nacimiento a través de la mirada, actitud y palabras de las personas que lo rodean. Eso les va diciendo quiénes son y qué se espera de ellos”, señala la Lic. Hamburg.

Predicar con el ejemplo
Según la licenciada, los bebés y los niños son como un radar de última generación, que captan las emociones que flotan a su alrededor. Son permeables, vulnerables y flexibles. Nacen mirando las caras y actitudes de su madre que funciona como una matriz. Luego, esa mirada se expande a otras personas significativas de su entorno inmediato como padres, hermanos y abuelos. Y se refiere a frases del tipo: “Mamita está muy triste porque te portaste mal”, “Mamá se peleó con papá por tu culpa” o “Sos el culpable de que tu hermano se lastimara”. Asegura que el nene, por considerarse importante, puede sentirse responsable de todo lo que ocurre a su alrededor.

Todavía no tiene la capacidad de discernir si su mamá está irritable por otras cuestiones o si se peleó con su papá por algo que no tiene nada que ver con él. Asegura que nunca se los debe culpabilizar. “Las palabras pueden usarse como caricias o latigazos. Se puede lastimar con lo que se dice. Si los padres tuvieron un exabrupto, puede ser reparado siempre y cuando sea dicho en un contexto de amor y comprensión con los hijos”, explica Hamburg.

No sirve adular
Pero, contrariamente a lo que muchos podrían pensar, tampoco son buenas las frases: “Sos el mejor”, “Sos un genio”, “Sos un superdotado ”. En estos casos el mensaje es que se les está exigiendo ser siempre perfectos y no equivocarse. De este modo se convierten en chicos y luego adultos que no toleran la frustración y ante la primera adversidad se sienten fracasados. La licenciada explica que un error no debe ser penado, porque puede convertirse en aprendizaje. “Estimularlo no es decirle que está haciendo todo bien. Porque se le diga que es un genio no va a hacerlo el mejor y más piola. El tema pasa porque los padres no se exijan tanto a ellos mismos y den el ejemplo. No sirve que los padres no les pidan a ellos un diez y les aseguren que con un siete alcanza si después ellos no van aplicar ese mensaje en ellos mismos y se van a enloquecer si pierden un partido de tenis o si no tienen la casa impecable. Hay que evitar los fundamentalismos: ni es el mejor, ni es el peor”, asegura la licenciada, recordando que es una responsabilidad muy grande la de ser padres.

Distintos, no comparables
Sobre las frases que los comparan con los hermanos asegura que tampoco son buenas y que los padres las usan mucho. Se los caracteriza por lo opuesto. Enumera ejemplos como: “Sos el mayor y tenés que portarte bien”, “Aprendé de tu hermano que es tranquilo” o “El mayor es súper extrovertido en cambio el menor no habla con nadie”. Finaliza indicando que los rótulos son creaciones de los padres que son modificables. Que tienen que saber que sus hijos son seres distintos, pero no comparables. Todos tienen virtudes y defectos. Por eso le dice “no a los rótulos” y asegura que cada hijo es un ser único e irrepetible, distinto a los demás y a sí mismo en las distintas etapas de su vida.


Fuente: Para Ti por Ana van Gelderen