martes, 27 de octubre de 2009

Steve Nakamoto

El gurú de la pesca emocional. El norteamericano, autor del libro Los hombres son como peces, plantea las relaciones amorosas como el arte de pescar. Paciencia, astucia y una buena caña y carnada son, a su entender, fundamentales para garantizar que el amor finalmente dé lugar al pique. Señala que, al fin de cuentas, no son los hombres quienes salen de pesca, sino que el poder del enganche está en manos femeninas.
Vamos, chicas, un poco de honestidad deportiva: quien más, quien menos, todas hemos ido de pesca al vasto océano del amor. Siempre con intenciones de cazar a Moby Dick, pero al final chochas de la vida de agarrar, a lo sumo, un cornalito, una mojarra o alguna castañeta. ¿Bagres? ¡Claro! Siempre debe constar alguno en el haber de la hábil pescadora, aunque más no sea para compartir la comidilla con amigas. De tarariras no queda elegante hablar, y tampoco amerita recordar que ciertos tiburones nos desgarraron el músculo que más duele: el corazón.

El asunto es que lo de ponerse el chaleco, el sombrero y la caña al hombro parece muy divertido en teoría, pero la mayoría de las veces no reporta nada digno de guardar en la canasta para llevar al hogar. ¿Qué pasó? ¿Fallamos con la carnada de minifalda y push up? ¿Nos enredamos con los locos movimientos de la pesca con mosca? ¿O estamos perdiendo el tiempo en un mar muerto? Por favor, así como hicieron con la orca Willy: ¡Libérennos de tener que lidiar en el tormentoso mar de las relaciones de pareja!

“Las mujeres intentan enganchar al hombre de sus sueños y para lograrlo despliegan una feroz cacería. Por eso, el arte de la pesca enseña mucho acerca del amor, porque si uno no saca nada durante un tiempo debe preguntarse qué ha podido fallar. El problema es que cuando una chica le pide a su mejor amiga que la aconseje sobre un fracaso amoroso, ésta le va a decir que la culpa es del hombre y que si escapó del anzuelo fue porque se trata de un fóbico o de un histérico. Sin embargo, tal vez la culpable haya sido la propia mujer por mostrarse demasiado ansiosa. El eje de la pesca radica en la paciencia: no se puede forzar a que el pez pique, sólo se le da la oportunidad. Además, hace falta mucha inteligencia para cambiar de estrategia frente a resultados adversos –explica el norteamericano Steve Nakamoto, autor de Los hombres son como peces (Men are like fish, Book Clearing House) y otros tres títulos, especie de gurú de la pesca emocional, pescador de río en sus ratos de ocio y escritor de libros de autoayuda que son récord de ventas, aunque la metáfora de los pececitos sea más vieja que el mar–. Mucha gente cree que las relaciones sentimentales son difíciles de comprender. Por eso, chicas, yo les aseguro que encontrar una buena pareja es como sacar un pez del agua: la caña de la atracción radica en tener una buena autoestima; el anzuelo y su carnada son el background de conocimientos y recursos existenciales que traemos; y el acto de la pesca en sí supone una buena dosis de paciencia y astucia, que es lo que finalmente termina atrapando al hombre”, detalla este coach de asuntos amorosos que vende su ayuda como en una propaganda de Llame ya: “¡Hola! Soy la amigable voz de la otra mitad. Lo que hago es ayudar a las mujeres a conquistar a los hombres desde una mirada masculina. Y aporto la claridad necesaria para que cada una de ustedes logre construir un amor fuerte y duradero…”, publicita verborrágico en un video para televisión e internet. Libros, videos, películas, DVD: hay de todo en la senda marketinera de este señor.

QUISIERA SER UN PEZ. Así como aquel increíble viejo de Ernest Hemingway se hizo a la mar para sacar un gran pez que lo hiciera merecedor de respeto, Nakamoto plantea –salvando las distancias– que la tarea de una pescadora consiste en encontrar un buen ejemplar masculino, focalizar el objetivo manteniendo la calma y luego engancharlo con destreza. La finalidad, a la larga, parece valer tanto en aguas agitadas como en tierra firme: que el susodicho pique implica asumir riesgos, realizar grandes esfuerzos y, al mismo tiempo, requiere una dosis de pasión por la aventura. “La clave está en disfrutar de la pesca amorosa y aprender de los errores y aciertos durante la práctica”, señala Nakamoto, que años antes de descubrir su veta literario-comercial fue durante años el Doctor Corazón de un sitio de internet donde repartía consejos amorosos gratuitos. Pero su debut en los textos amorosos, dice, le viene de antes: “Mi familia es de origen japonés y se ha dedicado desde siempre al negocio de la venta de flores, en el que yo también trabajé escribiendo las dedicatorias de los hombres que llamaban por teléfono comprando ramos para sus novias. Como la mayoría no era demasiado romántica, me pedían que inventara algo y lo firmara por ellos. ¡Aprendí mucho a través de esa tarea! Claro que lo que me decidió a escribir fue cuando yo mismo sufrí por amor”.

¿Por qué decidiste utilizar la metáfora de la pesca, bastante conocida en asuntos del corazón? Porque noté que la gente utilizaba palabras de la jerga de los pescadores para referirse a temas sentimentales, pero al revés: siempre se creyó que era el hombre el que salía de pesca. No obstante, hay un proverbio norteamericano que dice “Un hombre recién va a la caza de una mujer cuando ella lo engancha”. En general, el tema de la pesca y el amor están muy vinculados desde el punto de vista discursivo y también en ciertos elementos de la realidad objetiva.

¿Realmente creés que las mujeres tenemos el poder de “enganchar” a los hombres? Sí, porque si se manejan con astucia, ustedes llevan el riel. Cuando los hombres salen de pesca, lo que quieren es agarrar la mayor cantidad de mujeres posible. Si la mujer tiene el poder, todo funciona y se forma una pareja. Por eso, somos nosotros, los hombres, quienes podemos ser “presas” y no así las mujeres.

¿Y qué opinan los hombres de que los consideres “pescados”? ¡No les interesa! A la mayoría el tema no le parece serio; ellos creen que son quienes toman las decisiones a la hora de comenzar una relación, y por eso alardean y hacen bromas al respecto. Lo que no saben es que quienes empuñan la caña son las mujeres y para mejorar sus técnicas compran libros y revistas que hablan sobre relaciones amorosas.

Ahora entiendo por qué escribís consejos para mujeres… ¡Business are business! (Se ríe) Bueno, sí, es una manera de verlo. Pero, en realidad, lo que me hace amigo de las mujeres es que estoy acostumbrado a hablar con ellas, porque también tengo una agencia de turismo amoroso, como cruceros y clubes temáticos, y la mayoría de mis clientes pertenece al sexo femenino.

¿Qué hace de las mujeres un blanco fácil para tus consejos? Ustedes sienten que es difícil pescar a un buen hombre entre todos los que hay. Además, está el tema cultural: parece que es más importante para una mujer conseguir un marido porque tiene la presión de parir. Las chicas sienten que deben enamorarse y, al mismo tiempo, encontrar un marido estable, que a la vista de los demás sea una buena pesca. Los hombres, en cambio, en vez de esposas buscan novias o amantes y después ven...

¿No te parece que la cuestión está cambiando? Muchas dicen que estar solas es cool… Tal vez, pero la presión sobre las mujeres sigue estando. Se puede ser soltera por más tiempo, pero en algún momento el tema aparece. Si estás sola y nadie se interesa por vos, no es algo positivo. Está bien elegir la soledad y hacerlo en determinado momento, pero la mirada ajena sigue ahí, preguntando: “¿Por qué no estás con alguien?”. El crecimiento personal sólo alargó los tiempos.

¿Por qué creés que es tan complicado enganchar a un hombre que nos quiera? Porque hombres y mujeres son muy diferentes. Mientras las mujeres sigan recibiendo información proveniente de otras mujeres, nunca van a entender por qué los hombres dicen, hacen o piensan tal o cual cosa. ¡Ese es el gran problema! En el caso de los hombres pasa igual. Ninguno de los dos sexos recibe asesoramiento de la otra parte. Yo vendría a ser una cosa así como “la voz de la otra mitad”, y el problema más grande que veo es que la gente tiene estándares demasiado altos para buscar pareja.

¿Cuál es el error más común que cometemos las mujeres en nombre del amor? Muchas son demasiado negativas consigo mismas. Hay otras que hablan demasiado, revelando todo en la primera cita, y eso no les gusta a los hombres. No importa qué tan atractiva sea una dama: si es insegura o tiene baja autoestima espantará al otro sexo. Lo que quieren los hombres es divertirse, por eso se necesita una buena conversación. Y eso vale para todos: si un tipo sólo habla de deportes, ¿qué va a compartir con una mujer? Lo mismo que si a una mujer sólo le interesa ir de shoppping.

¿Tenés alguna formulita mágica para pescar hombres en el mar argentino? La verdad es que tengo distintas fórmulas, porque no todas las estrategias funcionan por igual. Lo básico es que las mujeres no deben comportarse como si estuvieran en medio de una guerra, sino vencer su propia ansiedad de primeras citas, manejarse sin presiones y hacer que el hombre vaya bajando la guardia. Y lo más importante: es un hecho que vas a conocer a tu mejor pareja en la circunstancia que menos lo esperes. Por eso, si no querés ir a un evento o a alguna reunión, lo mejor es que vayas. Es probable que el amor te sorprenda.



Fuente: Para Ti Textos María Eugenia Sidoti Ilustraciones Verónica Palmieri