martes, 8 de septiembre de 2009

“No me pongo de acuerdo con mi marido"

La crianza de los hijos puede dejar a la vista diferencias de criterio en la pareja. Lo que hay que saber para construir vínculos sanos y no confundir a los chicos.

Discutir con tu pareja acerca de cómo marcar los límites en la crianza de tus hijos, cuál es el mejor destino para ir de vacaciones, con quién pasar las fiestas o qué cenar, habla, en definitiva, de conflictos típicos de la rutina hogareña. Confrontar es una característica propia del ser humano. Pero la falta de consenso en una relación puede manifestarse tanto en cuestiones triviales, como en problemas más complejos que requieren otro tipo de atención. El inconveniente surge cuando las discusiones se desarrollan de manera permanente, convirtiéndose en la dinámica usual de la pareja. Cabe preguntarnos entonces: ¿es necesario coincidir en todo? “Sí, es fundamental lograr ciertos acuerdos básicos dentro de la pareja que tengan que ver más que nada, con una cuestión de principios. Por ejemplo, coincidir respecto a lo que se puede y a lo que no. Aunque este consenso no implica necesariamente que las opiniones tengan que coincidir siempre”, explica la Lic. Evangelina Grapsas, psicóloga, directora de la Asociación Psicólogos y Psiquiatras de Buenos Aires.

En medio del tironeo Según la especialista, relacionarse mediante la discusión no sólo implica consecuencias para los adultos que conforman la pareja y para la pareja en sí misma, sino también para los hijos, que se convierten en testigos de los desacuerdos entre sus padres y receptores de mensajes contradictorios. “Los hijos no sólo se ven afectados por los gritos o la exacerbación de las discusiones, sino que también por el contenido de lo que escuchan. Si un chico escucha que se desvaloriza a alguno de sus padres, cambiará la percepción que tenga de cada uno de ellos. Cuando reciben mensajes contradictorios terminan desorientados, confundidos. El amparo de sus padres para evitar esta situación es fundamental”, sostiene la Lic. Grapsas.

Claro que en las parejas no siempre existe uniformidad de criterio respecto a los límites que hay que marcarle a los hijos. Dentro de la dinámica de los roles familiares, uno de los padres puede presentarse como figura de autoridad, mientras que el otro aparecer como más permisivo. La especialista aclara que aunque los padres no estén de acuerdo entre sí, es importante respetar si el otro tuvo que salir al cruce de uno de los hijos y poner algún límite o sanción en algún momento. Si no se está de acuerdo, la pareja lo podrá hablar en privado. Lo incorrecto, en casos como éstos, sería desautorizar al otro delante del hijo, provocando no sólo que los chicos no sepan a quién hacerle caso, sino, también, que comiencen a producirse quiebres en el seno de la pareja. “Tolerar lo posible es responsabilidad de los adultos. Hay que asumir que tenemos defectos, errores, dudas y que el chico vea que los padres pueden volver para atrás y revisar ciertas posturas”, afirma la Lic. Grapsas.

De a dos Según la especialista, durante las discusiones, cada miembro de la pareja pone en juego cosas que le son propias, contradicciones internas que se proyectan en el otro. “También puede ser que las dos personas que están discutiendo digan lo mismo y, sin embargo, continúan con el pleito. En estos casos, el debate se convierte en una competencia y lo que hay que analizar es qué posición tiene la mujer respecto a su marido y el marido respecto a su mujer. En la pareja deben ser dos iguales, cada uno debe ocupar un lugar con sus funciones aceptadas”, comenta la Lic. Grapsas y asegura que aprender a ceder es fundamental para encarar las negociaciones dentro de la pareja, abrir el debate y buscar el equilibrio.

El acuerdo, todo un desafío Una pareja armónica no se construye sobre la ausencia de diferencias, sino sobre la decisión de qué se hace con las mismas. Cada integrante de la relación deberá, entonces, trabajar su tolerancia ante “lo diferente”. “Hay que detenerse a analizar lo que a uno le enoja del otro y lo que siente que falta. Cuando el desacuerdo es habitual, se recomienda hacer análisis, para encontrar un espacio en donde realizar una pausa y no poner la culpa afuera. Primero hay que hacer la propia auto-observación y después, dirigirse al otro. Para mejorar el vínculo, es fundamental lo que cada uno esté dispuesto a aceptar, a asumir de sí mismo. Comunicarse no significa solamente hablar, también es escuchar. Muchas veces sucede que alguien de la pareja habla y espera que el otro esté en un todo de acuerdo, en lugar de decir: “esto no lo sé hacer o en esto necesito ayuda”. Ésta sería una manera de posicionarse respecto al otro muy distinta. Se trata de compartir más que de imponer, competir o confrontar”, detalla la Lic. Grapsas.


Fuente: Para Ti mamá, por Sol Nussbaum / Ilustración: Magalí Mansilla