jueves, 24 de septiembre de 2009

Esta noche no, querida

Hay que admitirlo: en la pareja, las mujeres no son las únicas que inventan excusas con tal de no tener sexo. La recesión llegó a la cama y el sueño es el último enemigo del amor.

"Si te sentís inseguro «al sur del Ecuador», no te preocupes: todos lo estamos": el consejo fraterno del amigo quiere transformar el dilema íntimo en cuestión de género. Si un mandato del ser masculino debajo del ombligo o la más común bravuconada de vestuario le exigen al machito estar cansado de tener sexo, la ansiedad de estos tiempos deja al varón domado cansado para tener sexo.

¿Exhausto todas las noches? ¿Preocupado por la inquietud de no poder presentar el equipo? El folclore amatorio les asigna a ellas el reparto de excusas clínicas ("me duele la cabeza"), pero en épocas sobreexigidas vale más una hora de sueño que tres segundos de orgasmo. La prensa de lo cotidiano se pregunta: "¿Dormir es el nuevo sexo?" (en serio: fue título del amarillista inglés Daily Mail). Y un mito urbano circula por los bares de Chacalermo como actualización posible del púber juego de la botella: en una reunión de amigos treintañeros, se arma una ronda y se dice: "Dos palabras. Una elección. ¿Dormir o coger?". Según las encuestas a boca de urna, el 80 por ciento de hombres y mujeres prefiere una noche de descanso reparador a un episodio sexual y, así, mientras el macho argentino elija entregarse a los brazos de Morfeo más que a los de su esposa, la respuesta a la duda habrá sido: "¿Dormir más? Sí. Sí... Zzzzzzzzí...".

Todos estamos estresados, tan estresados que no promovemos el arrime nocturno una vez que se apaga la luz. Si fuera cierto que el sexo alivia la tensión y el amor la provoca, ahora la reacción narcótica es recurso para el que está tan cansado que no quiere esforzarse: dormir es el nuevo sexo y el bufido laxo será de ronquido y ya no orgasmo. Se oyó en una mesa de treintis: "Después de trabajar todo el día, soportar a mi jefe, pagar la factura de la luz con un 300 por ciento de aumento, conseguir rúcula en el Coto y llevar a la nena a la clase de chino mandarín, el sexo parece algo más en la Lista de Cosas por Hacer". Ay, acá está el problema de estos tiempos: como esos niños superestimulados, estamos cargados de actividades y confinamos el amor a la práctica rutinaria sabatina, compartiendo el lecho con el televisor prendido, siempre después de escuchar los consejos televisivos de los pastores brasileños. Amigo, pare de sufrir.

Abrumado por la abstinencia, alguna vez Woody Allen se lamentó: "Hace tanto que no hago el amor que la última vez que estuve adentro de una mujer fue cuando visité la Estatua de la Libertad". Macho argentino: desde este culo del mundo, el pasaje a Manhattan cuesta 800 dólares y la solución al desgano está mucho más cerca; tanto como el otro lado de la cama. Si añora esas épocas estudiantiles desenfrenadas en que lo hacía, ejem, seis veces por mes y está más caliente con el incierto inicio del Torneo Apertura que con su mujer, puede encontrar la motivación ahí mismo, en la marca de botines que usa su equipo favorito: no calcule las horas (qué digo horas, ¡minutos!) que le robará al sueño, simplemente salga a la cancha y siga el consejo de la multinacional de indumentaria deportiva: just do it.
Por Nicolás Artusi
Fuente: conexionbrando