lunes, 23 de marzo de 2009

Sexo, cuando hay hijos en casa

Los chicos marcan un antes y un después en la sexualidad de la pareja. Reflexiones en pos de la intimidad y de reconciliar el erotismo con la domesticidad.
Asesoró: Lic. Silvana Naddeo, psicóloga, jefa del Servicio de SaludMental del Hospital Materno Infantil “Ramón Sardá”, M.N. 6.448

El día está llegando a su fin y te sentís agotada. Estás feliz, pero con pocas energías. Ansías que llegue el momento en que, por fin, vos y tu marido puedan recostarse tranquilos y hacerse unos mimos, sin que estén los chicos dando vuelta. Porque con el nacimiento de los hijos y más aún cuando crecen, se modifica la vida cotidiana de cualquier pareja, incluidos sus hábitos sexuales. “Con la llegada de los hijos hay aspectos de la pareja que cambiarán necesariamente. Sus integrantes tendrán que aprender que ya no son dos, y que las formas, lugares y tiempos de la pareja, pueden cambiar. Pero “cambio” no significa “ausencia”, sino, “modificación” en la manera de vivir la sexualidad”, explica la Lic. Silvana Naddeo, psicóloga, jefa del Servicio de Salud Mental del Hospital Materno Infantil “Ramón Sardá”.

La frecuencia es lo de menos

Antes, cualquier momento y lugar era bueno para vincularse desde lo sexual. Ahora, las tareas y responsabilidades aumentaron junto con el cansancio, y si los chicos no son tan chicos, siempre está la posibilidad de que irrumpan en el momento menos esperado. La licenciada explica que en toda pareja pueden existir períodos de menor frecuencia sexual. Y que esto no implica que la vida sexual no sea plena. “La frecuencia no es un marcador del placer, como sí en cambio, la entrega, el sentir la unión y el deseo de compartir ese momento. La posible disminución de la líbido y el erotismo, que la madre y el padre pueden experimentar frente a la nueva situación, no significa, necesariamente, que haya ausencia de mimos, caricias, abrazos y besos. Lo que daña y aleja es la indiferencia, la falta de contacto, de miradas... Sexualidad no quiere decir siempre genitalidad. Es todas las maneras de estar junto a la persona amada”, aclara la Lic. Naddeo. La especialista recalca que, aunque las frecuencias de la pareja claramente disminuyan, el aprendizaje consiste en redistribuir los tiempos y no dejar de hacer las actividades que acostumbraban: desde salir con amigos, ir al cine, disponer un tiempo para el diálogo, como disfrutar de su intimidad y alimentar la pasión.

Respetar los espacios

Los hijos llegan a una familia que tiene determinada forma de vida. Para que la adaptación de todos los integrantes sea feliz y tranquila habrá que respetar los espacios y necesidades, tanto del bebé –sus horas de sueño, horarios de comida, un ambiente tranquilo– como los de la mamá y el papá. “Una pareja disfrutará de su sexualidad cuando siente que cuenta con un tiempo y un espacio que les perteneció cuando todavía no estaban los hijos. Se trata de volver a la primera cita, donde uno se preparaba para el encuentro”, afirma la Lic. Naddeo. Por tales motivos, y para que el chico también sienta que tiene su lugar, es fundamental que, aún siendo bebés, los hijos duerman en un cuarto diferente al de sus padres. Caso contrario, los adultos pueden generar la fantasía que los chicos pueden escuchar o ver algún acto de su intimidad. Para que la pareja disfrute de un momento de pasión, tienen que estar seguros de que están solos, sin la presencia de terceros. “La cama de los padres es, como su nombre lo indica, para la pareja. Así como el nene deberá tener su lugar para comer, jugar, etc. No hace bien a ninguno de los tres el dormir en una misma cama”, sostiene la Lic. Naddeo.

¡Mamita!

La maternidad está fuertemente atravesada por mandatos sociales. Algunas veces el concepto de madre está asociado a un ser sacralizado, absorbido por completo por su nuevo rol. Al incorporar esta idea desde chicas, muchas mujeres terminan por emparentar maternidad con sacrificio, y no se permiten disfrutar. “Como opuesto a este posicionamiento, la mujer de hoy vive otra realidad. Debe continuar manteniendo económicamente su hogar junto a su pareja, seguir con los estudios y, además, necesita sentirse sensual, dinámica. Sólo con el bebé desempeñará el rol de ‘madre’, pero en todas las otras situaciones seguirá desarrollándose como antes de que naciera su hijo”, expresa la Lic. Naddeo.

Alimentar la pasión

Seguramente, la presencia de los hijos en la casa marque un antes y un después en la sexualidad de la pareja. Sin embargo, la licenciada asegura que el disfrute de una vida amorosa plena dependerá, en gran medida, de los permisos que se den el hombre y la mujer para seguir siendo una pareja y no sólo padres, como única función compartida. Y concluye diciendo que es necesario que luego de transitar un período de adaptación a las nuevas rutinas, los padres deberían retomar su intimidad y su seducción. Para ello hay que comprender que al deseo hay que invitarlo y una buena manera de hacerlo es preservando los espacios propios de la pareja.
Fuente para ti mama por Sol Nussbaum / fotos: Luis Rosendo Pruducciones Fotográficas - Getty Images.