viernes, 21 de agosto de 2009

Cuando los chicos enseñan

Tecnologías, medioambiente y educación vial. En estos temas, los chicos asumen el rol de maestros de los padres. Los especialistas coinciden al afirmar que este fenómeno de los últimos diez años genera un cambio de roles y de relación en la familia. De acuerdo a cómo se maneje, la situación puede resultar perjudicial o beneficiosa. ¿Cuál es la mejor manera de proceder?

Papá, mirá este celular, es una masa!... Tiene bluetooth y una memoria de 8 GB, reproduce MP3 y tiene una cámara de 2.0 Mpx... ¡Llevémoslo!”. Tomás (10) hace su recomendación delante del mostrador donde un vendedor puso unos diez teléfonos celulares. Mariano, su papá, mira atónito y desconcertado. No entiende por qué un móvil –algo que debería usarse para hacer una llamada telefónica– tendría que tener una memoria de 8 GB y menos aún, una cámara de 2.0 Mpx. Pero la sugerencia de Tomás es válida para decidir la compra del nuevo celular: sabe que más tarde su hijo le podrá enseñar a manejar el flamante aparato mejor que cualquier manual de instrucciones. La escena es una de tantas. Crece cada vez más la cantidad de chicos que asesoran a sus padres cuando tienen que comprar un nuevo celular, una computadora o una cámara fotográfica. ¿Por qué? La respuesta se encuentra en un fenómeno comprobable en los últimos diez años: hay terrenos en los cuales los chicos saben más que los adultos. Convertidos en expertos en un campo como el de las nuevas tecnologías, se produce un cambio de roles y los chicos pasan a convertirse en educadores de sus padres. “Hasta hace una década, el conocimiento estaba en manos de los padres. Ahora este poder se desdibujó totalmente: los chicos saben más que sus padres en varios temas”, asegura Constanza Cilley, directora comercial y de investigación de TNS Gallup, que el año pasado indagó sobre esta tendencia para entender los cambios en los roles de los padres y los hijos dentro del contexto familiar, y cómo esto tenía un alto impacto social y de consumo. “Antes, las relaciones entre padres e hijos se podrían definir como verticales, ahora son más horizontales. Los chicos de hoy son glonativos –este término indica que nacieron en la era de la globalización–. Entonces son expertos en tecnología y asesoran a sus padres a la hora de comprar nuevos aparatos electrónicos”, prosigue explicando Cilley. “Hay un acelerado desarrollo de nuevas tecnologías y una facilitación del contacto con ellas desde temprana edad. Es como una nueva alfabetización que no coincide con la que tuvo la generación de los padres. Esto genera nuevas destrezas intelectuales y manuales y además una apertura mental a una gran cantidad de estímulos que estaría permitiendo nuevos desarrollos cerebrales acelerados, nuevos aprendizajes inteligentes. Se crea una brecha en cuanto a destrezas y roles entre padres e hijos”, agrega Roberto Sivak, médico psiquiatra, docente de la UBA y director del Instituto de Estrés y Trauma de Buenos Aires.

UNA NUEVA EXPERIENCIA CULTURAL. “Mamá llevá la leche en cartón. Es más ecológico que el sachet”. Paloma (5) se convirtió en una experta en medioambiente desde que comenzó el jardín de infantes. Entusiasmada con la idea de mejorar el planeta le propuso a su mamá armar un huerta en casa. Ella misma plantó las semillas y se acuerda de regar los plantines todos los días.

La “nueva sabiduría” de los chicos se cruza con el consumo, y la opinión de los chicos es decisiva a la hora de comprar. Ellos asesoran a sus padres para adquirir nuevos aparatos pero también intervienen en el supermercado. Según el estudio realizado por TNS Gallup, los chicos tienen en claro cuáles envases son dañinos –por su material– para el medioambiente y se lo hacen saber a sus padres. Además, por esta causa, obligan a los adultos a elegir un producto más ecológico. “En nuestras encuestas, las madres reconocieron que sus hijos sabían más que ellas sobre medioambiente porque éste es un tema que está presente en la currícula escolar, en algunos programas televisivos y en dibujos animados. Los chicos funcionan como gatekeeper (N. de la R.: voz inglesa que en marketing se usa para denominar a la persona que influye a la hora de hacer las compras) y son quienes deciden qué se consume en casa”, afirma Cilley. Hoy la televisión también ocupa un rol como educadora y esto trae aparejado un cambio de paradigma. Así lo anticipa la socióloga Tatiana Flores Merlo, directora del Instituto de Investigación de Medios en un nuevo libro –¿Cómo se ve televisión en familia?– que aún no ha publicado. “Los chicos son hoy los protagonistas principales de un cambio de cultura que emerge con la globalización tecnológica, y que rompe con el saber transmitido de padres a hijos. Hay una ruptura entre ambas generaciones que se ve agravada por un entorno educacional difuso y sin objetivos claros. El mundo de los adultos ha irrumpido sin pedir permiso en los hogares y los chicos están expuestos desde muy temprana edad, a través de la televisión, a guerras, muertes, violaciones, robos, infidelidades, relaciones sexuales. Ante el desconcierto de los adultos, los chicos dejan de tener sólo aquellos conocimientos que, con cuidado, iban impartiendo los padres graduándoles según etapas de desarrollo y necesidades, para estar inmersos en un mundo que era vedado para generaciones anteriores”, señala Flores Merlo. Así la experiencia de los chicos es radicalmente distinta a la de sus padres y abuelos, y esto lleva a que los progenitores no puedan proporcionar modelos vivos apropiados para su época, según la especialista. “Por eso, los mismos chicos deben desarrollar nuevos estilos fundados en su propia experiencia y deben proporcionar modelos para sus propios pares, en tanto los padres siguen utilizando mecanismos verticales de comunicación y poniéndose ellos mismos como modelos. Se da un cambio de paradigma que tiene una raíz biológica que surge de la sobresaturación de la imagen desde muy temprana edad”, explica Flores Merlo.

NO PERDER EL ROL DE PADRES. “Antes los padres controlaban la información que llegaba a los chicos; ahora no y los chicos tienen más poder”, enfatiza Cilley. Entonces, ¿cómo tenemos que actuar los adultos para que a ellos les resulte beneficioso este nuevo proceso? “Se trata de una experiencia cultural nueva, un sensorium nuevo, unos nuevos modos de percibir y de sentir, de oír y de ver que en muchos aspectos choca y rompe con el sensorium de los adultos”, responde Flores Merlo. Y sigue diciendo: “Nuestros hijos están viviendo una ruptura cultural y generacional que sus padres no han experimentado. Sin ir más lejos, internet empezó a expandirse en Argentina hace tan sólo 10 años. Debemos escuchar la experiencia de ellos para poder entenderlos y acompañarlos. Los chicos parecen adultos en miniatura, manejan la tecnología mucho mejor que sus propios padres y tienen una capacidad de incorporar el cambio como parte de su ecosistema. Son nativos digitales pero lamentablemente solitarios… y además muchos de ellos con miedo y mucha necesidad de ser escuchados y contenidos”.

Según la psicoanalista Diana Sahovaler de Litvinoff, miembro de APA/IPA y autora del libro El sujeto escondido en la realidad virtual (Paidós), “el chico siempre ha dependido de sus padres pero con las nuevas tecnologías esto cambia, y es el adulto es que necesita la asistencia de su hijo”. Si bien el padre va a tener que recurrir al asesoramiento de su hijo, “el adulto no debe perder el control sobre los horarios y usos de la computadora”, ejemplifica la licenciada Sahovaler. Pero también advierte una cuestión: “El chico encuentra en la computadora mucha satisfacción –una red social, imágenes, juegos e información escolar– y entretenimiento y el adulto queda afuera. Por esta exclusión muchos adultos se enojan y prohíben caprichosamente el uso de la computadora para no quedarse afuera. Esta no es una buena manera de ejercer el control, sino una forma de usar el poder de padres como una extorsión”. Para el Dr. Sivak, “los padres encuentran que les cambiaron el libreto. Y esto trae aspectos positivos: los padres pueden salir del rol rígido de ser educadores para poder aprender junto a sus hijos nuevos conocimientos. Pero, por otro lado, podría generar en los chicos cierta falsa creencia de que todo lo saben, lo que podría acarrearles una visión distorsionada del rol de padres”. Y aclara: “Hay que tener mucho cuidado. A veces se sobrevalora la capacidad de nuestros hijos y se los pondera colocándoles el mote de genios. Sin embargo, que tengan agilidad informática no significa que tengan más inteligencia sino capacidad de acumular información. Hay que tener cuidado con esa polarización de mi hijo es genio y yo, como padre, no entiendo nada con respecto a las nuevas tecnologías”.

PADRES: COHERENCIA Y JERARQUIA. “¡Todos a abrocharse el cinturón!”, ordena Bautista (3) no bien sube al auto de su padre. El auto arranca y ante el primer semáforo en rojo dirá: “Hay que detenerse hasta que la luz se ponga verde”. Poco después, caminando de la mano de su mamá dirá que hay que cruzar la calle sobre la senda peatonal y que hay que arrojar los papeles de caramelo en el cesto de basura. La familia de Bautista sonríe ante estos conocimientos que fomentan en él una buena actitud ciudadana. “Los padres tienen que tener flexibilidad para permitir a los chicos que les enseñen algo que no saben, pero también tienen que tener muy claras las jerarquías. El chico necesita que el adulto mantenga su lugar de referente”, asegura Julieta Tojeiro, psicopedagoga y coordinadora del área de niños de Hémera. Y sigue diciendo: “Está bueno incorporar en lo cotidiano las enseñanzas que dan los chicos en la educación vial como, por ejemplo, cruzar la calle sobre la senda peatonal”. Por otra parte, señala: “Si bien el padre es el que pone las reglas y el protector, que el chico sepa más que el padre en algún aspecto, no quiere decir que sepa más de todo. Hay que dejarles claro que uno puede aprender de ellos pero que siempre es el adulto el que sabe más”. Por último, Tojeiro aclara: “Correrse del lugar de padres puede ser riesgoso porque los hijos quedan desprotegidos. El adulto debe darles seguridad, guiarlos y marcarles el camino. Si se borran los límites, se empeora la comunicación y genera inseguridad”. El desafío de hoy, entonces, es adaptarse a los tiempos que corren, ser flexibles a los cambios que nos plantean nuestros hijos sin perder de vista que nosotros seguimos ejerciendo el rol de padres.


Fuente: ParaTi
Textos Daniela Fajardo Ilustraciones Verónica Palmieri