lunes, 14 de diciembre de 2009

Nueve meses de emociones

Con la noticia del embarazo todo se revoluciona, adentro y afuera de tu cuerpo. “Es una situación nueva, algo que irrumpe, y a lo que hay que hacerle un lugar en la vida. Eso genera emociones diferentes. Hay mujeres que lo deseaban tanto, que se sienten como en una nube, muy contentas. La emoción encontrada se puede producir después. Hay otras mujeres que suelen tomarse todas las cosas de la vida de manera muy tranquila, y así transitan su embarazo”, explica la Lic. Silvana Naddeo, psicóloga, jefa del Servicio de Salud Mental del Hospital Materno Infantil Ramón Sardá. La licenciada asegura que las sensaciones van a variar según la personalidad de la embarazada y también del período del embarazo que se esté transitando.

Primer trimestre: ¿será cierto?
Según la psicóloga, esta etapa se caracteriza por la gran vulnerabilidad emocional de la embarazada. “Al principio existe el temor a perder el bebé, y, cuando este miedo es muy grande, la mamá también suele temerle al no poder reconocer señales de alerta si algo anda mal. Es un momento en el que las mujeres se cuidan mucho y se mueven lo menos posible. Piensan que cualquier cosa puede afectar al embrión. La gestante suele dormir más que antes y está bastante introspectiva”, señala la Lic. Naddeo. Pero, amplía, no se trata sólo del miedo a perder el embarazo, sino de la manera en que se adecue este embarazo a su actividad cotidiana, porque el malestar físico del primer trimestre a menudo dificulta seguir adelante con la vida profesional. “Esto recrudece si se trata de una mujer con poca seguridad en lo laboral. Porque, generalmente, en el primer trimestre aparecen toda clase de síntomas (mareos, vómitos, sueño), que pueden llegar a impedirle seguir con su rutina habitual”, explica la especialista.

A los miedos propios de que todo salga bien se suman las sensaciones ligadas a si ese embarazo estuvo planificado o no. “La planificación implica un deseo dirigido a un sujeto que se espera, y es un logro importante de la vida. Un embarazo siempre es una situación que irrumpe. Pero, cuando un embarazo no se planificó, el impacto es todavía más fuerte”, continúa. El clima familiar y de pareja al que llega un bebé puede ser muy variado, pero en todos los casos es preciso reacomodarse a una nueva realidad. “La mujer debe hacerse a la idea de tener un hijo, y revisar qué lugar le va a dar en su vida. Probablemente estaba orientada hacia el trabajo o la vocación. El cómo se resuelva este impacto inesperado dependerá de la subjetividad de cada una. Muchas manifiestan que, si bien no buscaron un hijo, lo aceptaron. Y a otras les lleva más tiempo, lo que puede provocar que los síntomas recrudezcan, que estén con peor humor y mucho más sensibles”, describe Naddeo.

Segundo trimestre: el mientras tanto
Para las que habían planificado el embarazo y para las que no, el inicio del segundo trimestre marca el pasaje a otra etapa, en donde las emociones estarán centradas en otros aspectos de la maternidad y en el que la familia cumple un rol importantísimo en la contención de la embarazada. En este núcleo, también integrado por la pareja, cobrarán especial protagonismo las mujeres de la familia: serán fuente de consulta permanente para la futura mamá. “La posibilidad de vincularse con ellas, sentir su apoyo y conocer su experiencia ayuda muchísimo. Y, por supuesto, la elección del obstetra es muy importante. La embarazada tiene que sentir que puede establecer un vínculo con su obstetra en el que las preguntas no molesten y se lo pueda llamar ante cualquier duda”, detalla la Lic. Naddeo.

La psicóloga informa que, en este momento, ya hay una aceptación del embarazo, el estado del cuerpo es muy bueno (disminuyeron los vómitos y mareos), y en la pareja ya se instaló que va a nacer un hijo. “Además, la mujer puede seguir con sus actividades, porque engordó poco, se le fueron las molestias y el miedo de perder el embarazo, y aún falta mucho para el parto. Es un momento ideal, incluso para la sexualidad de la pareja, porque todavía pueden tener relaciones sexuales como habitualmente acostumbraban a hacerlo. Es un momento de mucha tranquilidad, un mientras tanto”, señala la psicóloga.

Tercer trimestre: ¡se acerca el gran día!
Cuando se acerca el momento del parto, a la mamá le empieza a preocupar que el bebé esté sano, y que su nacimiento sea bueno. “Esto pasa con todos los partos, incluso en el de mujeres que ya tienen otros hijos. O porque no tienen experiencia, o porque tienen otras previas muy lindas o muy difíciles. Siempre hay cierto temor. Temor a que sea un parto con problemas, a que no sea tan bueno como el anterior, o a que sea tan complicado como el previo”, describe Naddeo.

La diferencia entre las mamás primerizas y las que ya tienen hijos también radica en dónde se pone el acento para los momentos preliminares al nacimiento. “Para las primerizas el protagonista de las emociones es el propio parto. Para las que ya han tenido la experiencia previa de alumbramiento, la preocupación se orienta a que todo salga bien por ese otro hijito. Por ejemplo, que no tenga que ser cesárea para no estar tanto tiempo internadas, y poder volver a casa con mayor movilidad. O, si en el primer parto le pidieron a la pareja que se quede con ellas, en el sanatorio, en el segundo se prioriza que el hijo mayor, que quedó en casa, esté contenido”, aclara la licenciada.

Con respecto a la ansiedad que suele aumentar en las últimas semanas, la psicóloga señala que dependerá de las características de personalidad de la embarazada. “Nuevamente aparece la ambivalencia del primer trimestre, entre el querer que nazca y todavía no, entre desear conocerle la carita, pero saber que si está dentro de la panza el bebé está cuidado, y, además, la mujer todavía puede organizar sus propios tiempos”, explica, y agrega: “A veces vuelven los síntomas del principio, lo cual puede estar hablando de un proceso de ansiedad, o de pensamientos que, si no se ponen en palabras, se ponen en el cuerpo”. Además, la psicóloga explica que, en las mamás primerizas, opera la incertidumbre de cómo se van a desenvolver con su hijo, y si podrán hacerlo bien. “En esto tiene mucho peso la relación que hayan tenido con sus propias madres, una relación que siempre es contradictoria, de amor y crítica a la vez. Cuando se pasa de ser hija a madre, aparece una responsabilidad, que puede causar temor”, declara Naddeo.

De vincularse se trata
Justamente, con respecto a cómo se modifican los vínculos afectivos de una mujer embarazada, la psicóloga señala que hay mujeres que tienen un mayor acercamiento con sus propias mamás, y otras que se vuelven muy críticas con su propia crianza. “Se produce una gran revisión. Suelen preguntar hasta cuándo fueron amamantadas, o cómo eran ellas de niñas. Es importante lo que se haya transmitido de generación en generación en la familia. Por ejemplo, cómo fue parir para esas mujeres. Pero la mayoría de lo vínculos mejoran”, detalla la especialista, y agrega que la pareja juega un gran papel durante los nueve meses. “Hay que cuidar que no se pierda el espacio de la sexualidad, porque se estaría perdiendo una forma de encontrarse muy importante. Muchas veces tienen miedo a lastimar al bebé, por eso es fundamental que consulten con el médico todos los temas”, recomienda Naddeo.

La especialista sostiene que, en la actualidad, cuestiones de riesgo social agregaron emociones y nuevos temores alrededor de ser mamá. “Antes, en el plano emocional se daban las cuestiones que tenían que ver con la mujer misma: ‘¿Seré buena mamá, educaré bien a mi hijo, sabré cuidarlo cuando esté enfermo? ¿Podré ser mujer y profesional, además de mamá?’. Hoy, hechos que van más allá del ámbito del hogar han agregado temores, que están tercerizados. Temas como la droga, la violencia, los grupos de pares, o el acceso a Internet hacen que la mamá se pregunte hasta cuándo podrá tener el control sobre sus hijos. La maternidad se ve influida por muchísimos factores externos”, explica la Lic. Naddeo.

Contenidas e informadas
“El obstetra también es importante para brindarle información a la mamá y, así, desterrar los miedos que existan. Por ejemplo, hay que desmitificar que ser buena madre es haber sufrido mucho. Lo bueno es pensar que el parto se puede disfrutar. Esto es algo a tener en cuenta cuando se elige médico”, insiste la psicóloga. En la elección, continúa, hay que poder darse el permiso para ver a varios, y quedarse con el que más se ajusta a las propias necesidades. “Hay mujeres
que buscan médicos con un perfil científico, y no les interesa tanto el vínculo que establezcan con ellas. Pero a otras quizás no les importe tanto un nombre prestigioso, y sí que sea cálido, amable y contenedor en el vínculo médico-paciente”, ejemplifica Naddeo.

La psicóloga cuenta que algunas mujeres se informan recién al final del embarazo –cuando vuelven a aparecer las inseguridades– y otras que lo hacen durante todo el embarazo. “Cuando uno se informa disminuyen los miedos. Las mujeres buscan darle respuesta a lo que les pasa a través de libros y revistas. Cuando se acude a Internet, hay que tener la precaución de consultar con el médico para chequear la información, porque no todo lo que aparece es fehaciente, y muchas veces, en lugar de disminuir temores, los aumenta”, aconseja la especialista.

Todas las sensaciones descriptas están dentro de lo esperable para un momento tan especial como la espera de la llegada de un hijo. Sin embargo, la licenciada alerta sobre aquellos casos en los que el estado de ánimo de la embarazada varía demasiado, o se han instalado miedos que no logran ser calmados. En estos casos, será necesaria una consulta psicológica. “Esto no quiere decir que tenga que hacer un tratamiento para toda la vida. Pero quizás hay alguna pregunta que no se ha podido decodificar, o una asociación con algo vivido de lo cual no se es conciente, y aparece el síntoma de la ansiedad y el temor”, explica la especialista, y agrega que es importante buscar ayuda para poder disfrutar del embarazo.


por Paratimama Clotilde Nebbia / producción: Anita Korman