sábado, 30 de abril de 2011

Máxima seducción

Cómo optimizar el poder de la conquista. Las que están solas, las que tienen novio y aquellas que llevan una relación de larga data: para todas ellas –y los hombres, también– la psicóloga chilena Pilar Sordo ofrece una serie de consejos prácticos para reforzar el poder de seducción y fortalecer así el vínculo amoroso. La tarea empieza por nosotras mismas.
Mayo. Tarea para agendar: “hacete un regalo a vos misma al menos una vez a la semana”. Así, la psicóloga chilena Pilar Sordo (45) invita a reflexionar y transformar la manera de seducir y el modo de relacionarse con el propio cuerpo en el libro que acaba de presentar en Buenos Aires, Lecciones de seducción (Ed. Norma), el cuarto entre las publicaciones de esta especialista en relaciones de pareja y diferencias entre hombres y mujeres. Porque Sordo atesora en su vida tantos amores como decepciones y frustraciones, sinsabores que la autora de Viva la diferencia y No quiero crecer (ambos convertidos en bestseller), supo volver a su favor. “Los dolores fuertes de alguna manera te hacen perder el temor, y la vida es en parte una pelea permanente con los miedos”, concede. Estuvo casada durante 11 años con el padre de sus dos hijos, Cristian (19) y Nicole (17); después vivió una “relación tóxica” –como ella la define– “con un hombre que quise rehabilitar y con el que aprendí las cosas más horrorosas de la existencia humana” y luego, después de un “silencio de un par de años”, se encontró con “el gran amor de su vida”: Oscar –de quien enviudó en 2009, tras un cáncer de páncreas–, el hombre al que evoca en esta charla con Para Ti, en el Hotel Emperador. Lo nombra cuando asegura que está sin pareja “porque no se siente sola”, al repetir que “lo extraña”, o cuando piensa en los 25 kilos que perdió en estos dos años de viudez. “A Oscar lo conocí estando mucho más gorda, a los dos nos gustaba comer: nos quedábamos toda la noche charlando con una copa de vino de por medio. Yo adelgacé por la pena, pero después me gustó verme más delgada y sentirme más liviana. Así que me mantuve”.

Entonces, ¿quiere decir que cinturas más estrechas y lolas voluminosas no son garantía de más candidatos? Definitivamente, no. La seducción poco tiene que ver con la concepción mediática que se fue instalando. Si así fuera, todo aquel que no es perfecto, o sea el 99% de la humanidad, quedaría fuera del juego. Además, el cuerpo de cada una tiene una historia que hay que aceptar. Cuando la mujer se hace una cirugía facial, por ejemplo, está borrando parte de su pasado. Las arrugas son huellas del alma, tienen que ver con el modo en el que caminaste, con las emociones que privilegiaste en tu vida. Asesinar toda esa historia con botox es terrible. No digo que no hay que hacerlo, pero sí creo que antes habría que preguntarse: ¿para qué? Lo interesante es mirarse al espejo y poder cambiar lo que se puede y lo que no, aceptarlo tal cual es. En esta visita a Buenos Aires me sorprendió mucho la obsesión de las argentinas por la estética, hay una exigencia muy fuerte al respecto y es exclusivamente femenina: ¡al hombre no le importa!

¿Y qué cuestiones sí le preocupan a los hombres? Ayudanos a encontrar la respuesta al gran interrogante: ¿por qué se dan tantos desencuentros entre hombres y mujeres? El hombre necesita volver a desabrochar un corpiño, quiere sentir que le cuesta trabajo conquistar a una mujer. Ellos se enamoran de una mujer cuando les fue difícil conseguirla, y no cuando en pos de la autonomía o de una supuesta modernidad ella se acostó con él la primera noche. En los últimos años, el hombre maduró mucho emocionalmente y eso tenemos que reconocerlo: aprendió a decir lo que siente, a cocinar, a contar cuentos y a cambiar pañales. En cambio la mujer, aunque supo reivindicar su propio placer –algo súper positivo–, se masculinizó mucho.

Conversando con mujeres de todas partes del mundo, ¿en qué lugar estamos las argentinas? Creo que la gran deuda que tienen hoy ustedes es volver a recuperar la ternura y la dulzura. Lo peor es que la mujer argentina perdió al hombre arrabalero y ahora lo quiere recuperar. Las mujeres tenemos que entender que nuestro espacio ya está conquistado, porque hubo 400 feministas que lo pelearon antes que nosotras. Ahora el tema es otro. Hoy no debería ser un tema quién paga la cuenta en una cena: me parece una estupidez ese planteo. Hoy invita él y mañana puedo invitar yo. Creéme que si me mandan flores, me regalan chocolates o me invitan una cena, no siento que se altere en nada mi capacidad de liderazgo.

Sí, hay una suerte de contradicción constante en la búsqueda femenina… Exactamente. El otro día, hablando con mujeres de treinta años, se planteó el siguiente dilema: por un lado, ellas decían que no necesitaban a los hombres, que estaban bárbaras así; pero por el otro, después de acostarse con alguien se ponían mal si él no las llamaba por teléfono al día siguiente. Todas –absolutamente todas– después de acostarse con el tipo esperaban que les mandara un mensaje de texto para decirles “anoche estuviste divina”. Y en esa misma conversación, otras tres mujeres que participaban de la charla no se animaban a reconocer que les gustaba tejer, por miedo a ser tomadas por la clase de mujer a la que le sobra el tiempo. Se instaló una especie de guerra entre todas ellas por ver quien era más autónoma e independiente.

¿Y cómo se traduce esta batalla en materia de seducción? Los estamos avasallando y ellos terminan sintiendo que no tienen nada que aportar en el espacio de seducción.

Entonces, ¿tendríamos que dejar que ellos den el primer paso? El primer beso puede ser una aproximación mutua, pero lo mejor es que sea el hombre el que tome la iniciativa porque para la mujer es más halagador. A nosotras nos suele pasar que cuando conquistamos, siempre nos queda la sensación o la inquietud de qué hubiera pasado si no hubiéramos actuado. En definitiva, necesitamos comprobar si él nos encuentra atractiva, y para eso hay que dejarlo que se mueva un poco.

Supongo que la ansiedad no es buena aliada a la hora de formar pareja, porque siempre se termina notando… Y sí, andar con el vestido de novia en la cartera no ayuda (se ríe). Esto es algo que pasa mucho, pero obviamente nadie lo comenta porque se toma como un signo de dependencia.

Cuando hablás de lecciones de seducción, ¿te referís a una lista de ítems para seguir? No, porque justamente nos quitaría espontaneidad. Nunca se seduce desde algo prefabricado. Precisamente, la gracia es no ser consciente de con qué seducís al otro. Cuando tratás de seguir algún estereotipo –hacerte la atractiva, la canchera, la ejecutiva o la independiente–, lo único que lográs es convertirte en una caricatura de vos misma. La mujer seduce desde el sentido del humor, porque se la ve disfrutando de su profesión, o porque se preocupa por verse bonita. Que le guste o no al otro es algo que ocurre después.

¿Por eso en tu libro hacés el llamado a revisar el cajón de la ropa interior? Claro. Porque la mujer latinoamericana tiene la tendencia a arreglarse para el otro; se preocupa cuando va a seducir, pero después parece que le da lo mismo qué bombacha se va a poner, si está rota o gastada. Es igual que la decisión de no depilarse en invierno. Hoy se cree que se seduce desde lo grotesco y lo evidente, cuando en realidad la seducción tiene mucho más que ver con el misterio, con algo que invita a ser descubierto. Tiene que ver con el autocuidado y el enriquecimiento del mundo interior, antes que con la apariencia.

En parejas de larga data, mantener la pasión y el deseo constante no es una tarea fácil. Muchas mujeres casadas aseguran incluso que tienen relaciones sexuales con sus maridos sólo por cumplir… En esos casos, la mujer tiene que trabajar para reencontrarse con su feminidad y, por el otro lado, la pareja tiene que intentar recuperar sus espacios. Es mentira que no tenemos tiempo, sólo es necesario complicarse un poco la vida cotidiana: sentarse a tomar un vino, apagar la tele y conversar mucho, porque la charla con la pareja es lo que hace que la relación evolucione. También hace falta recuperar la paciencia. Hoy hay una tendencia a creer que las crisis tienen que pasar rápido, y si la pareja no funciona decir chau enseguida o “la relación no va más, porque la verdad es que no la estoy pasando bien”. ¿Cómo se puede construir una relación así?

Recién hablábamos de las diferencias entre hombres y mujeres, ¿cuál crées que es la más evidente a la hora de construir un vínculo? Las mujeres siempre establecemos relaciones pensando que el hombre va a cambiar, mientras que ellos hacen justamente lo contrario. Cuando un hombre se enamora de una mujer, la acepta tal como es, con sus virtudes y defectos, y espera que no cambie. Nosotras, en cambio, imaginamos que un hombre parco se va a convertir en uno más dulce. ¿Y qué pasa después? Cuando la mujer empieza a cambiar aparece el enfrentamiento de expectativas, la crisis y a veces sobreviene la ruptura.

El hombre podría aceptar nuestra transformación permanente… Lo hace. Nosotras cambiamos cuatro veces en un mes y eso es lo que le da plasticidad a la relación y es maravilloso. El problema es cuando el cambio vira hacia la igualación. Lo que le aburre al hombre es encontrarse con un ser igual a él. El otro día, en uno de los talleres, un adolescente me comentaba “cuando estoy con una chica siento que estoy con alguien igual a mí pero con lolas, toma y fuma como yo. Para eso salgo con mis amigos: es más divertido”. Cuando el hombre establece un espacio de conquista, necesita de la diferencia, del plus que le da lo distinto. Y nosotras deberíamos aprender a valorar estas diferencias en vez de negarlas.

SEXIES TIPS

En su libro Lecciones de seducción (Editorial Norma), Pilar Sordo establece algunos consejos prácticos siguiendo los doce meses del año, que en definitiva se convierten en etapas o fases de un descubrimiento personal. Aquí te adelantamos algunos de ellos:

Hacete alguna de estas preguntas: ¿cómo soy en relación a la seducción? ¿Qué elementos de mi historia familiar, de mi adolescencia o pareja influyen en la autoseducción o en la manera de conquistar al otro?

Mirá hacia atrás y aplaudite por los avances que has tenido en el tema de la conquista. Si sentís que hay algo que te tiene angustiada o un dolor enquistado, escribilo, soltalo hacia fuera, comentalo con una amiga o conversalo con tu pareja.

Las mujeres a veces vivimos polarizadas entre “la mujer mala” y la “buena”, ambas generalmente generadas en la adolescencia y validadas desde el machismo. La segunda es la responsable, con pocas parejas, hijos a corto plazo, excelente ama de casa, aquella que cuida su cuerpo, ordenada, armónica, sutil, ingenua y muy profesional. La “mala”, en cambio, es liviana respecto a su conducta sexual, con muchos lazos afectivos pero poco profundos. Muy osada en términos de seducción, desde el punto de vista corporal. Probablemente utilice medias con ligas y lencería sensual y hasta se anime a bailar y a disfrazarse en la intimidad. El gran desafío de la mujer de hoy es poder integrar a ambas mujeres, y por eso es importante reflexionar al respecto. ¿Estamos desdobladas? ¿Dónde están nuestros frenos? Evaluá qué elementos te facilitan o dificultan la integración.

Mirate al espejo detenidamente. Es importante no tener una mirada lapidaria como usualmente ocurre: no te mires desde la falta o la carencia, sino desde la aceptación. Liberá tu mente de prejuicios, escuchate y anotá todo lo que se te ocurre respecto a lo que ves. Aceptá lo que no podés cambiar e intentá establecer estrategias para lo que sí es modificable, dentro de tus posibilidades. Establecé un plan de trabajo para cambiar lo que querés cambiar.

Revisá el placard: es una estupenda radiografía de tu estado actual. Es una foto que permite ver si estamos ordenadas internamente, equilibradas y en sintonía con el momento actual que estamos atravesando. Hay que animarse a eliminar todo lo que energéticamente te hace mal, colores o modelos que por un motivo no usas más, o esa ropa que preferís no ponerte porque te hace acordar de alguien.

Analizá tu ropa interior y preguntate: ¿cómo es? ¿refleja tu capacidad de seducir? ¿comprás ropa interior por gusto o solamente porque alguien la va a apreciar? ¿qué dicen de vos estas prendas? ¿qué información le entregás al otro si te ve con ellas? ¿esta ropa demuestra preocupación y cariño por vos misma?

Mantener la seducción en la pareja requiere de fuerza de voluntad. No viene sola, es una decisión. Sentarse en el living con tiempo y posibilitar conversaciones interesantes, hacerse regalos, usar perfumes y ropa interior seductora, es parte de todo esto.

Animate a jugar para sacar a la chica que llevás dentro. La invitación es a moverse y descubrir la cantidad enorme de facetas y rostros que tenemos todos los seres humanos. Intentá descubrir en pareja cuán capaces de seducir son cuando juegan.

Explorá individualmente fantasías no resueltas para analizar su contenido emocional.

Resolvé los conflictos donde se generan: si son en la cocina, allí deberán cuestionarse. Si son de dinero, en el living. Se trata de no trasladar los problemas al espacio íntimo de seducción.

Ejecutá con voluntad tu propio plan de seducción.

Regalate, al menos una vez a la semana, una cosa que te guste, algo material o tiempo para disfrutar de una actividad que disfrutes, o pasá tiempo con la gente que querés. La seducción es un camino que empieza por nosotras mismas.



Textos: Mara Derni. Fotos: Claudia Martínez/ Maia Croizet.